«España está sin letra». El día que el candidato de Ciutadans-Partit de la Ciutadania (C's) a presidir la Generalitat de Cataluña, Albert Rivera, abrió campaña, sostuvo la tesis de que había que escribir una letra para España, porque no la podían inventar los que quieren romper el país, los independentistas. Mientras tanto, tomó prestada la letra del himno nacional de Joaquín Sabina y —defendiendo una España de «ciudadanos, ni héroes ni villanos, hijos del ayer»— se ha presentado al pueblo catalán como el azote del nacionalismo.
Esta noche, cerca del 8 por ciento de los catalanes han decidido en las urnas defender ese «Mejor unidos» con el que Ciutadans se ha presentado a los comicios. Su discurso contundente y sin dobleces de reformar el país sin romperlo le ha valido para alcanzar 9 escaños, 6 más que en las elecciones de 2010, en las que igualó los tres escaños de 2006. Este ascenso vertiginoso sirve al partido fundado por Arcadi Espada para tener grupo parlamentario en la Cámara catalana.
Las encuestas del CIS auguraban un fuerte crecimiento para la que hasta ahora ha sido la séptima fuerza política del Parlamento catalán, situándola como sexta fuerza, por delante de Solidaritat Catalana per la Independència (SI) y logrando incluso el grupo parlamentario propio. Los siete escaños que le otorgaba el CIS y que le aseguraban el grupo parlamentario se han quedado cortos y el propio Rivera ha asegurado que no esperaba tan exitoso resultado.
Barcelona fue el nicho de Rivera en 2010, donde logró los tres asientos que mantenía en el Parlament. Pero la ofensiva soberanista de Mas, que ha despertado las alarmas en la sociedad catalana y la ha llevado a batir el récord de participación de los últimos 24 años —sobre todo en el área metropolitana de Barcelona y en Gerona— apuntan a la movilización de los indecisos, de entre los que C's ha podido robar votos al PSC. En Barcelona ha obtenido 8 escaños, y el noveno lo ha rascado de Tarragona.