Artur Mas vive al margen del pueblo catalán
Artur Mas vive al margen del pueblo catalán. El 11-S interpretó la manifestación de la diada como una llamada a la independencia en la que él podía ponerse a la cabeza. El resultado está a la vista: quienes convocaron aquella concentración, los independentistas, han obtenido un resultado espectacular que dobla sus escaños. Quien intentó subirse al carro en el último minuto, quien disolvió el Parlamento a la mitad del mandato, quien buscaba un respaldo popular para liderar la ruptura de España, ha logrado un fracaso político de proporciones casi ucedéicas.
Es evidente que la única huida posible para Más es hacia adelante: buscará ir de la mano de ERC hacia la ejecución de la mayoría soberanista que les ha dado el electorado catalán. Y en paridad no le fata razón en el sentido de que su menguada representación es la del independentismo puro. Quienes han votado el 25-N a CiU sabían que lo que estaba en juego era la independencia y le han dado una representación muy inferior a la ansiada, pero sin duda a la búsqueda de esa acción soberanista.
En cualquier otro escenario, el resultado del PP sería bueno: mejorar representación en este momento, desde el Gobierno de la nación, tiene mucho mérito. Pero la elección catalana ha discurrido por otra línea de debate. Y el resultado de Ciutadans es la demostración de que el PP debía haber resultado el gran favorecido de este debate y no lo fue. Camacho, Fernández y sus adláteres tendrán que rendir cuentas. Como las que tendrá que rendir Rubalcaba ante unas bases que harían bien en entender que el voto que recibieron ayer es el del mensaje españolita que debe representar el PSOE. A partir de aquí, el PSC-PSOE puede reconstruir sobre un mensaje coherente. ERC y Ciutadans han demostrado que eso es lo que pide el electorado.
