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LA BLANCA PALOMA

La Imagen, sus atributos, la Coronación

Por A. Flórez

La Virgen del Rocío, de talla gótica en madera de abedul, data, según la mayoría de entendidos, del siglo XIII, con lo que se demostraría que es la misma Imagen del tiempo de Alfonso X «El Sabio». Está adaptada para ser vestida, extremo que ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de las diferentes épocas. A partir del siglo XVI y siguiendo los gustos contemporáneos, se comenzará a ataviar a la Virgen con ricas telas y en el XVIII sufrió leves modificaciones para ser adaptada a la moda de vestir imágenes de la época.

   La primitiva gorguera de blonda que lucía la Virgen evolucionará hasta el rostrillo actual y la falda de campana, o basquiña, sin pliegues, a la saya de hoy en día. Utiliza manto, destacando el denominado «de los Apóstoles». La imagen fue enriquecida con la ráfaga, cetro, corona y media luna.

   La Virgen del Rocío luce vestimentas según la moda de los Austrias: basquiña, corpiño ceñido al cuerpo, sobremangas amplias que dejan ver la manga, velo y manto.

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En esta imagen poco común, e incluso insólita, La Blanca Paloma aparece vista desde el antecamerín, donde se exhiben el Libro de Reglas de la Hermandad Matriz de Almonte y el Libro de Honor del Santuario, que flanquean a la Cruz.

 

 

 

 

LA CORONACIÓN
   Tras la autorización del Papa Benedicto XV, la Virgen del Rocío fue coronada solemnemente el 8 de junio 1919 por el cardenal Almaraz, arzobispo de Sevilla y delegado pontificio. La idea surgió del canónigo de la Catedral de Sevilla Juan Francisco Muñoz y Pavón, que la reflejó y la difundió en un artículo publicado un año antes, titulado «La pelota está en el tejado» del que extraemos algunos párrafos:
  
   «Apoyándome en el pensamiento del consejo de Gamaliel en el Sanedrín, en pro de la causa de los Apóstoles, me atrevo en estas líneas a lanzar una idea, seguro que si es de Dios y de su Santísima Madre, prevalecerá y si es cosa mía, se desvanecerá ella sola como el humo. La idea es está: La imagen de Nuestra Señora del Rocío, Virgen más popular de toda esta Andalucía La Baja, con culto el más ferviente y la más acendrada devoción en las dos vastas provincias de Sevilla y Huelva no está canónicamente coronada y lo debería estar».
   «… Pues bien, esta veneradísima imagen, que tiene tan extendida devoción, que cuenta con su historial taumatúrgico, que dispone ¡hasta de cancionero!, pues desafío a quien no sepa una copla que empiece por "La Virgen del Rocío…" esta imagen de la Madre de Dios debe ser canónicamente coronada. ¡Es cuestión de decoro rociero!.»
  
   La Corona elegida fue la basada en el proyecto promovido también por Muñoz y Pavón, réplica, con algunas variaciones, de la corona de Arfe de la Inmaculada del Altar Mayor del Templo Metropolitano sevillano. Su forja, que corrió a cargo del orfebre Ricardo Espinosa de los Montero, se realizó en oro proviniente de medallas y piezas donadas por los fieles, con incrustaciones de piedras preciosas. La Corona del Niño fue donada por doña Juana Soldán.

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La bula del Papa Benedicto XV de la Coronación de la Virgen del Rocío aparece enmarcada y bajo ella, entre las ráfagas y la media luna, la Corona que ciñó sobre la imagen el cardenal Almaraz

 

 


LOS ATRIBUTOS

   La Blanca Paloma viste galas de reina en su salida por la aldea, cuando el Lunes de Pentecostés se acerca a los cientos de miles de peregrinos, millones de almas, que han acudido a su cita. Ráfagas de soles semicirculares, Rostrillo que guarda su cara como en una Custodia, media luna bajo los pies… Sus atributos nos llevan al Apocalípsis segúin San Juan , cuyo texto reproducimos a continuación:

   «Y se abrió el Santuario de Dios en el cielo, y apareción el arca de su alianza en el Santuario, y se produjeron relámpagos, y fragor, y truenos, y temblor de tierra y fuerte granizada.
Una gran señal apareció en el cielo: Una Mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre su cabeza siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz. La Mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro, y su Hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí alimentado 1.260 días. Oí entonces una fuerte voz que decía en el cielo: «Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios».

 

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