Eva Casanueva, madre de Marta del Castillo: «No se ha hecho justicia, en la cárcel debería haber otra persona además de Miguel Carcaño»

–¿Cuando echa la vista atrás, cuál es el primer recuerdo que tiene de la noche del 24 de enero?

–El primer recuerdo es el sentimiento de angustia, angustia plena. De esas horas sin conocer dónde estaba Marta.

–¿Qué cambiaría de su actuación en esa primera hora o en esos días?

–Muchas cosas. Por haber salido yo a la calle con Antonio a buscarla no quiere decir que hubiera cambiado el destino de mi hija, pero me quedé en casa con las dos niñas por no alertar a mis padres de madrugada para que se quedaran con ellas, aunque viven en el mismo edificio. Me hubiera gustado estar en el piso de León XIII cuando entraron Susana y el padre del otro amigo de Marta. A lo mejor no hubiera cambiado nada, pero se me queda ahí no haber salido yo, haber buscado… haber entrado en ese piso aquella noche.

–¿Se arrepiente de algo en estos quince años?

–Una cosa de la que me arrepiento es de no haber hablado con Rosa, la exmujer de Francisco Javier Delgado (hermano de Miguel Carcaño), y haberle dicho 'eres madre, tienes una hija, ponte en mi lugar y cuenta la verdad, no mientas para encubrirle'. De eso me arrepiento, que se pusiera en mi piel, haber mentido para encubrir a su exmarido nos ha hecho mucho daño.

–¿La mayor decepción?

–La Justicia. No tengo fe en la Justicia. Me la mataron hace mucho tiempo. Todo empezó con la Policía. Nosotros nos pusimos en alerta a las diez y media de la noche. No fuimos unos padres que dijeran vamos a esperar. Se echaron a la calle los amigos, Antonio fue a la comisaría. Era una cría de 17 de años y el funcionario que recogió la denuncia pensó que era otro padre neurótico que se cree que la niña no le va a hacer nunca una trastada. Creo que la Policía no trabajó como debería haber trabajado aquella noche. Luego no puedo decir que no hayan buscado a mi hija, y siempre estaré agradecida. Pero no se pusieron en alerta y se perdió mucho tiempo durante aquel fin de semana.

Después llegó la decepción con la Justicia. No digo que la investigación de la Policía fuera toda, toda funesta; se detuvo a Carcaño, hallaron la sangre de la chaqueta que era de mi hija,... pero a toro pasado conoces actuaciones que hubo que no fueron lógicas, como la un inspector policial obcecado en que Marta se había ido por su cuenta, a pesar de que decían que abrían todas las líneas de investigación. No centraron las cosas donde tenían que haberlo hecho en los primeros momentos.

–Antonio estuvo cara a cara con Miguel Carcaño en la prisión de Herrera de la Mancha, si usted tuviera esa oportunidad, ¿qué le diría?

–Lo he pensado muchas veces. Cuando no puedes dormir, tu cabeza trabaja mucho, en lo que haría, no haría. Hubo un tiempo en que me decía: 'por mi hija, iría, le rogaría, le imploraría... Este individuo ha jugado mucho con el dolor de la familia, ha mentido, ha dicho medias verdades, ha vuelto loca a las personas que buscaban a mi hija, a la Justicia. ¿Qué le diría? Pues le diría que si de verdad no lo hizo, ¿le merece la pena estar cumpliendo prisión por algo que no hizo? Que te priven de la libertad es lo peor que le puede pasar a un ser humano, ¿de verdad le merece la pena cumplir la condena, toda su juventud en la cárcel?

–¿Qué le queda dentro a la madre de Marta?

–A veces he perdido la esperanza, a veces la recupero. Dentro de mí hay mucha pena y mucha rabia, y no sé valorar qué porcentaje de cada uno. El no haber encontrado a mi hija me desencadena dolor y pena, no saber donde está. Pero hay rabia, porque con mi hija, indistintamente de que no se le haya encontrado, no se ha hecho justicia, en la cárcel debería haber otra persona además de Miguel Carcaño y no está.

Estamos convencidos de esto, y no hace falta que le ponga nombre y apellidos. Es una percepción que hemos tenido siempre, y que tiene muchísima gente. No es algo de que 'los padres están quemados de la historia y elucubran' o es que 'se les va la olla'. No necesitas ni preguntarle a la ciudadanía, sino que te lo dicen: qué impotencia sabiendo que uno está en la calle. Uno tuvo la suerte de que la madre de su hija y su pareja que le dieron una buena coartada.