Video análisis: Marta del Castillo, quince años de búsqueda
Silvia Tubio recuerda los primeros días tras conocerse la desaparición de la joven sevillana y el incumplimiento de la normativa que obligaba a una atención inmediata a la denuncia del padre
Marta del Castillo fue asesinada el 24 de enero de 2009. Esa noche de sábado, su familia buscó alarmada a la joven de 17 años al percatarse que no había regresado a casa a la hora prevista. La búsqueda comenzó por la casa del joven que le acompañó esa tarde y que meses después confesaría ser el autor del crimen, Miguel Carcaño. Quince años después, la búsqueda del cuerpo de Marta aún no ha finalizado. Su asesino saldrá de prisión en siete años y todos los que se situaron en torno al domicilio donde presuntamente murió la joven de un fuerte golpe en la cabeza están en libertad tras la celebración de dos juicios de un mismo caso con conclusiones contradictorias.
Silvia Tubio, redactora especializada en sucesos de ABC de Sevilla, analiza en este videoblog las primeras horas de la búsqueda de Marta. Las idas y venidas de su padre a la comisaría, cómo todas las sospechas señalaban al domicilio de Carcaño y cómo en ese periodo crítico de las primeras 48 horas tras la desaparición de una menor se incumplió la norma policial que obligaba a una intervención inmediata.
Marta del Castillo, quince años de búsqueda
Texto del video análisis
La última vez que Eva Casanueva y Antonio del Castillo vieron a su hija Marta del Castillo fue sobre las cinco y media de la tarde del sábado 24 de enero. Había quedado con Miguel, que fue a recogerla a su casa, en la calle Argantonio. A las 21 horas, la madre llama, por primera vez, al móvil de Marta. Salta el contestador. No coge el teléfono. Siguieron más intentos cada media hora. A las diez y media, Eva decidió llamar a los amigos de su hija. Entre ellos a Samuel Benítez para pedirle el teléfono de Miguel. Comienzan las sospechas de que algo había pasado.
Se cruzan las llamadas entre amigos y algunos se ponen en contacto con Samuel y Francisco Javier García 'Cuco', íntimos de Miguel. Los tres terminaron salpicados por este asunto, aunque el primero fue absuelto. Antonio del Castillo se va al hospital Macarena por si su hija hubiera sufrido algún accidente con la moto de Miguel. Se pasa por el piso de éste, en la calle León XIII. Eran las 00.45 horas del domingo 25. Las persianas de la vivienda, un bajo exterior, estaban bajadas. Eva logró hablar con Miguel y le pregunta por Marta. La había dejado en la cristalería, a escasos metros de su casa. Ésa fue su respuesta.
Pasaban pocos minutos de las dos de la madrugada del domingo 25 de enero de 2009 cuando un vecino de Sevilla, Antonio del Castillo, acudía a la comisaría de la Policía Nacional de Nervión para denunciar que su hija Marta, de 17 años, no había regresado a casa. Tenía que haberlo hecho hace horas. El agente que lo atendió le dijo que se habría ido de fiesta o a casa de una amiga. Cuatro horas más tarde, Antonio regresó a las mismas dependencias policiales para ampliar la denuncia, aportando datos de la última persona que vio a su hija, Miguel Carcaño, a la postre su asesino. La respuesta del agente, en esta ocasión, fue que «hasta el lunes» no había nada que hacer. El Grupo de Menores se haría cargo de la investigación de esta desaparición, pero el lunes.
La primera actuación policial, por parte del Grupo de Homicidios, fue la tarde del domingo 25. Desgraciadamente, la chica había sido asesinada la noche del 24 según recoge la sentencia judicial que se basa en la primera versión que ofreció Carcaño. Al no aparecer el cuerpo no hubo más prueba para determinar cómo y cuándo fue y ya poco se podía hacer por encontrarla con vida. Pero «este primer error», como lo ha llegado a definir el abuelo de Marta, pudo ser clave para que 14 años después no haya sido posible encontrar el cadáver.
Sobre la una y media del mediodía de ese domingo Antonio vuelve a poner un pie en la comisaría por tercera vez. Esta vez cuenta el detalle de que un vecino había visto a Miguel la noche del 24 con una silla de ruedas cerca de su portal. Un agente decide llamar a sala, pero como es el cambio de turno, dice que es difícil que se lo cojan.
El tío de Marta y unos amigos deciden montar guardia el domingo por la tarde frente a la casa de Miguel por si aparece por allí. A las 19,15 horas el Grupo de Homicidios recibe una llamada por una posible desaparición de una menor y un aviso de que los padres están apostados en León XIII. Entonces, por fin, los agentes acuden para comprobar si la chica está dentro del piso de Carcaño. El primer policía aparece en escena casi diecisiete horas después de la primera denuncia.
La Instrucción 11/2007 de la Secretaría de Estado de Seguridad por la que se aprobaba el 'Protocolo de actuación policial con menores' recogía en su punto 9 que «la recepción de la denuncia por desaparición de un menor y la práctica de las primeras gestiones se efectuarán inmediatamente después del conocimiento de los hechos, ya que las primeras horas pueden ser fundamentales, tanto para la integridad del menor, como para la investigación y averiguación de las circunstancias del hecho».
Éste era el protocolo que regía cuando desapareció Marta. 15 años después queda claro que se perdió tiempo que pudo ser vital para no llegar al punto al que estamos hoy.
Volvamos a enero de 2009. Miguel Carcaño estaba siendo señalado por todo el entorno de Marta. Así que fue de los primeros que interrogó la Policía, pero él se mantuvo en sus treces de que la había dejado cerca de su casa.
Finalmente el 13 de febrero se detiene a Miguel Carcaño, 20 días después de la desaparición de Marta. Los análisis de la ropa que llevaba aquella noche habían concluido que había sangre de Marta. La estancia en dependencias policiales logró que el joven se derrumbara y acabara confesando. Sería la primera de las múltiples versiones que ha ido dando a lo largo de estos 15 años. Es también a la que le dan más credibilidad los investigadores y por tanto la que acabó sosteniendo la posterior condena. En ella había un ingrediente único que no había en el resto: la espontaneidad y la nula influencia de terceras personas ni consejos de letrados.
En esa confesión, Miguel Carcaño dijo que había discutido con Marta en su casa y acabó golpeándola en la cabeza. Después se deshizo del cuerpo, arrojándolo al río Guadalquivir. Días después añadió que también había violado a la joven con el Cuco y le echó la culpa a él de haberla estrangulado con un cable. Por entonces, el Cuco ya había sido arrestado como encubridor y había asegurado a los agentes que al llegar a casa de Miguel la joven ya estaba muerta. Se imponía el sálvese quien pueda entre los implicados.
Hasta ocho versiones distintas ha dado Carcaño a lo largo de estos años, haciendo creer incluso a los padres de Marta que estaba dispuesto a ayudarles cuando les escribió una carta incriminando a su hermano Francisco Javier, del que dice que fue quien golpeó a la joven con la culata de una pistola. Esa había sido, por cierto, su séptima versión. Parece poco creíble que una persona capaz de generar tanto daño con falsas esperanzas tenga algo de veracidad en sus palabra. Y todo apunta más al interés propio por seguir emarañando el caso para que no se encuentre nunca el cuerpo de Marta.
La Policía Nacional, tras las erráticas primeras horas, ha dedicado numerosos esfuerzos y recursos en estos años. Más de 70 búsquedas en distintas localizaciones. Pero todos esos rastreos han estado motivados por los cambios de versión de Carcaño o las declaraciones de algún testigo. Es obvio que detrás de mucha de esa información que recibió la Policía era interesada y como ha demostrado el tiempo, no ha servido para nada.
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