Uruguay regresaba a Brasil, país que consiguió maldecir en 1950 tras derrotar a la anfitriona en Maracaná. La celeste se presentaba a este Mundial, no como la máxima favorita, pero sí como una selección capaz de derrotar con garra y fútbol a cualquier equipo que osase plantarle cara. Con una pareja de atacantes de ensueño, formada por Edison Cavani y Luis Suárez, prometía volver a convertirse en la pesadilla de la canarinha.
Tras una decepcionante derrota frente a Costa Rica (1-3) en su debut mundialista, el cielo celeste se vistió de un color cada vez más grisáceo. No obstante, Luis Suárez se echó al equipo a la espalda y Uruguay logró dos victorias frente a Italia (0-1) e Inglaterra (2-1), a la que dieron un bocado definitivo enviándola de vuelta a casa. La bicampeona del mundo, a pesar de la herida que generó en el equipo la sanción a Luis Suárez por su mordisco a Chiellini, escapó del grupo de la muerte con la vista puesta en las alturas brasileñas. Sin embargo, la Colombia liderada por James Rodríguez bajaría a los celestes de sus sueños pasajeros eliminándoles en octavos de final (2-0).