PÍO XII(1939-1958)
No habían transcurrido seis meses desde el acceso de Pío
XII a la sede de San Pedro cuando se desencadenó el cataclismo de la II Guerra Mundial.
El nuevo papa no escatimó esfuerzos para conjurarlo. Desde un primer momento el
Pontífice creó un comité de ayuda a las víctimas y un servicio de información en
favor de los prisioneros.A sus ojos, nazismo y comunismo eran tan rechazables el uno como
el otro. Por tal motivo, nunca interpretó la invasión de la URRS por las tropas alemanas
como una cruzada en beneficio de Europa.A pesar de que se dijo de él que «no había
venido al mundo con un temperamento luchador», son muchos quienes piensan de manera
diferente. Aunque era algo tímido, Pío XII era un intelectual de gran altura. Apenas
hubo materia que quedara fuera de sus discursos, de sus mensajes o de sus escritos.
Algunos le han echado en cara su autoritarismo o su tendencia al centralismo. Pero no son
más que sombras inevitables, que no empañan el brillo de una personalidad que convenció
al mundo con su espiritualidad.
JUAN XXIII (1958-1963)
El cónclave para su elección duró cuatro días. La venida
de Juan XXIII supuso un auténtico cambio de rumbo. Angelo Roncalli se comportaría
siempre como un pastor, es decir, como un hombre en contacto directo con los demás
hombres y con sus problemas. Como Papa rompería con todos los aislamientos: aislamiento
del Pontífice con la Curia, de la Curia con la Iglesia y de la Iglesia con el
mundo.Aumentó el número de cardenales para acomodar el número de miembros del Sacro
Colegio a las verdaderas dimensiones de la Iglesia. Con ocasión de recibirles en Roma, el
25 de enero de 1.959, les anunció una noticia inesperada: la convocatoria de un Concilio.
La noticia conmovió a la Iglesia.Digna de mención fue su reunión en 1.960 con el
primado de la iglesia anglicana, algo que no ocurría desde Enrique VIII, es decir, 430
años. Con Juan XXIII el Papa dejó de ser una figura distante para volver a ser un hombre
querido y entrañable.
PABLO VI (1963-1978)
Tras su elección anunció la reanudación del Concilio y
anticipaba que continuaría con la obra ya comenzada por Juan XXIII. Amigo como era de su
predecesor, colaboró con él de manera muy activa en la preparación del Concilio.Los
objetivos básicos de su papado fueron: proseguir el Concilio, la paz en el mundo y la
unidad de los cristianos.Pabo VI recibió al ministro de Asuntos Exteriores de la URRS,
Gromyko, en 1.966, pero sus diversos contactos con países del Este no supusieron grandes
cambios en las relaciones entre ambas partes. Sí fueron espectaculares los resultados de
la política de acercamiento a la Iglesia oriental, como el encuentro fraternal con el
Patriarca Atenágoras de 1.967 en Constantinopla.El papa no cejó en sus viajes. Tras su
desplazamiento a Tierra Santa de 1.964, estuvo en el congreso eucarístico de Bombay en el
mismo año; en 1.965 visitó Nueva York; en 1.967, Fátima; un año después, Bogotá; en
1.969 estuvo en Ginebra y África y, finalmente viajó por Extremo Oriente en 1.970.Pese a
no tener la popularidad de su predecesor, Pablo VI realizó un intenso trabajo. El tiempo
evaluará la grandeza de su labor.
JUAN PABLO I (1978)
A diferencia de Pablo VI, de aspecto serio, los romanos
quedaron estupefactos al ver aparecer en el balcón de San Pedro, el 26 de agosto de
1.978, un Papa iluminado por una ancha sonrisa. Así conquistó el cardenal Luciani el
corazón de los cristianos desde el primer instante de su elección.El día de su
proclamación oficial, el 3 de sepitiembre de 1.978, Juan Pablo I renunció al rito de la
coronación. Hombre de origen modesto, quiso comportarse con total sencillez y desechó
cualquier barrera que lo hubiera podido separar de los hombres.La misma noche de su
elección se puso a elborar su programa. Aquella prisa por meterse de lleno en el trabajo
que ha sido una constante en Juan Pablo II y que continuó hasta su muerte.
Anterior
/ Volver al índice