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25-N: Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Rosario Maribel, la mujer maltratada por cuatro parejas: «Ahora, a mis 63, empiezo a vivir»

Hondureña y madre de seis hijos, esta mujer afincada en Granada padeció todas las clases de violencia de género que existen a los dos lados del charco

La Policía avisa a 7.000 mujeres de que sus maltratadores son reincidentes

«Me salvó la ex de mi ex. Denunciamos juntas y nuestro agresor tiene que entrar en prisión»

«Igualdad no ha solucionado nada. Han sido cuatro años perdidos»

Rosario Maribel posa en Granada esta semana CEDIDA A ABC
Érika Montañés

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A Rosario Maribel Rodríguez la vida le reservaba muchos palos. De cuatro parejas, nada menos. Tres en su Tegucigalpa natal y una más en Andalucía, una vez cruzó el charco buscando oportunidades y alejarse de sus maltratadores. No lo consiguió. «Ahora, a mis 63 años, es cuando empiezo a vivir», sonríe pese a las magulladuras del alma.

A Rosario la encontramos en la Fundación Calala, donde ha participado con otras muchas mujeres que reivindican los lazos del feminismo este 25-N para erradicar la violencia contra la mujer en la grabación 'Saca Pecho'. A Rosario le costó mucho sacar pecho. Bióloga de profesión, cantautora, profesora de universidad, mujer instruida, acabó refugiada en nuestro país en una casa de acogida para huir de las palizas de su cuarto maltratador. A los 35 años ya había pasado por eso otras tres veces.

Tiene seis hijos, las dos primeras niñas las tuvo con su primer marido hondureño y ahora se dedica a reforzarles en mensajes de igualdad. «Yo me dediqué a estudiar y no sabía bien qué me pasaba, ni qué era eso del maltrato». El entorno en suelo hondureño, sobre todo con una arraigada cultura machista, le pedía que aguantara como hacen otras muchas muchachas, pero ella salió. «Yo creo que mi primer marido era adicto al sexo y, por supuesto, era un maltratador. Me tuve que separar porque me iba a matar. Mi madre -entonces yo solo tenía 20 años- tuvo que venir a rescatarme. Cuando me encontró, dijo que yo parecía un 'Jesucristo crucificado'. Imagine cómo me vio.

Imagen - Sobrevivió a la violencia de pareja en dos países, en dos continentes

Sobrevivió a la violencia de pareja en dos países, en dos continentes

Se refugió en casa de su abuelo y pasó por el mismo circuito del terror en otras ocasiones posteriores, más frugales en el tiempo, igual de dolorosas. Hasta que decidió romper.

Comenzar a estudiar un doctorado en Granada se presentaba como una oportunidad de mejora. «Creo que los valores que nos han inculcado son erróneos; para mí era una obsesión formar una familia, tener hijos, una vida estable... Estaba obsesionada con ello». Eso es lo que pareció ofrecerle su nueva pareja en la ciudad de la Alhambra. «Y pensé que lo había encontrado para siempre. Mi sueño. Honduras -contrapone- es el primer país latinoamericano en feminicidios, también tiene la tasa más alta de paternidad irresponsable, lo que significa que se ve normal que los hombres tengan más de una mujer y las dejen embarazadas. Todo ello incide en que es una sociedad enferma».

España no se lo parecía. Era la tierra prometida en comparación: el avance del movimiento feminista, los derechos de las mujeres, las protestas que visibilizan las desigualdades. Como ocurrirá este sábado 25-N, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que volverá a llenar pueblos y ciudades de gritos por la igualdad. «En mi país la situación es de terror. El machismo está muy anclado en la raíz de la sociedad. Hablo con mis amigas allá y salvo tímidos pasos y avances que se están dando, continúa dando golpes un día tras otro la violencia intrafamiliar. Las mujeres se sienten más inseguras, hay menos respeto y tienen absolutamente normalizada la violencia de género«.

Sin embargo, España no fue un oasis tampoco para ella. Ni el amor de ese hombre, que tuvo condena en firme y orden de alejamiento en vigor de sus hijos, fue el que veneraba Rosario. «Yo estaba profundamente enferma, caí en el alcoholismo grave, adicciones... Cuando un hombre me dijo 'qué ojos tan bonitos tienes y eres mi vida', caí en la trampa», rememora. Acabó enganchada a las drogas junto a su marido granadino. «Mi mente estaba perturbada, enfermé muchos años, perdí mi identidad. Se me olvidó hasta quién era yo», reconoce a ABC.

«Dependía para todo de él. Tras las palizas, me separaba y volvía con él. Emocionalmente yo tenía mitificado el matrimonio, el enamoramiento, que es una cosa que te meten en la cabeza desde jovencita y cala. Por eso yo estoy trabajando mucho con mis dos hijas mayores. Desde la Psicología hay que desmitificar el amor romántico, decir que está fuera de la realidad».

Su nuevo marido la vejaba, insultaba, maltrataba y golpeaba, ella se vio sumida en una depresión. «Me echó a la calle, me dijo que me quitaría a los niños, y solo me apoyó la Policía. Llegué a estar en el mismo límite».

Continúa: «Me separé en 2010, y me fui directa a una casa de acogida en Sevilla. Un año después él falleció enfermo de cirrosis y drogadicción. Hay un libro documentado en la psicología de 'Las mujeres que aman demasiado', de Robin Norwood. Nosotras, las maltratadas una y otra vez, debemos tener algo patológico porque yo me he pasado rezando años de mi vida para salir de ese horror. Ahora mismo le tengo miedo y asco a las relaciones sexuales, no mantendría una nueva pareja, y todo me lo explico, después de haber pasado por mucha terapia, porque sufrí abusos sexuales de un tío político en mi niñez y a los 13 años de mi padre. Así que tengo completamente desvirtuadas las relaciones, pasé de mi segundo maltratador al tercero y fue a peor. Luego vengo a España y vengo a caer en lo mismo. Si no trabajas tu relación de maltrato, vuelves a caer. Hay que desanudar todo lo que te pasó. Es como una enfermedad, como una diabetes, si no la tratas, si no trabajas en esa toxicidad caerás de nuevo en la relación de maltrato, lo vuelves a reproducir. Es necesario que la mujer se conozca a sí misma y que tenga una vida independiente«.

En su caso, las redes de mujeres tejidas en la Fundación Calala le han dado, dice, «el norte». «Pero es preciso que las mujeres tengan un espacio propio, que den pasos adelante ellas solas, que se despojen de la presión social«. »Me temo que solo la educación las salvará«.

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