logoesp.gif (4745 bytes)
px.gif (43 bytes)


IRAK: LA ÚLTIMA BATALLA

.El compromiso de Juan Pablo II para evitar la guerra tuvo especial plasmación en el ataque de Estados Unidos a Irak en 2003. En contra de la mayoría de los mandatarios mundiales (a quienes recibió o envió delegados), la condena de Karol Wojtyla a la «guerra preventiva» le convirtió en un icono para la inmensa mayoría de la sociedad occidental, contraria al conflicto bélico. Además de las palabras, el Papa llamó a todos los creyentes del mundo, no sólo a los católicos, a orar juntos por la paz.

Con el conflicto a punto de estallar, el Pontífice pidió «multiplicar los esfuerzos» a favor de la paz, pues «no nos podemos detener ante los ataques del terrorismo, ni ante las amenazas que se alzan en el horizonte». «Es cada vez más urgente anunciar el “Evangelio de la paz” a una humanidad tentada fuertemente por el odio y la violencia», afirmó el Santo Padre. «No hay que resignarse, como si la guerra fuera inevitable», insistió. «La paz requiere reconocer en el otro a un hermano al que hay que amar sin condiciones. Esta es la senda que conduce a la paz, un camino de diálogo, de esperanza, y de sincera reconciliación».

«Gestos de paz se dan en la vida de personas que cultivan en su propio ánimo constantes actitudes de paz», añadió el Santo Padre. Los esfuerzos de Juan Pablo II no sirvieron para parar la guerra, pero sí para dejar clara una postura coherente contra la violencia, que marcó todo su Pontificado.

Volver al índice