LOS SANTOS DEL PAPA, NUEVO
EJÉRCITO DE INTERCESORES
Más de mil nuevos beatos y santos han subido a los
altares en los más de 20 años de Pontificado de Juan Pablo II. Un número que supera con
creces a las beatificaciones y canonizaciones de todos los Papas de este siglo y que ha
hecho acuñar el calificativo de «fábrica de santos» aplicado al Vaticano. Según ese
término, la Congregación para la Causa de los Santos sería una factoría a pleno
rendimiento, donde se trabaja sin demasiado control de «calidad» para exportar beatos y
santos. Una visión que la propia Congregación contradice debido al rigor que sigue
gobernando su actuación, así como al notable retraso de procesos que sufre aún.El
ensayista Kenneth Woodward es el autor de «La fábrica de santos», un libro en el que
muchos han visto, bajo su apariencia crítica, un reconocimiento implícito a la labor de
la Congregación para la Causa de los Santos.
De todos los «ministerios» de Via della
Conciliazione, es éste uno de los grandes puntales sobre los que Juan Pablo II sostuvo su
actividad pontificia, en la firme decisión de dotar a la Iglesia de nueva savia de
santidad oficialmente reconocida, en especial de personas que han vivido en nuestro propio
siglo.Tras el paso por su prefectura de los cardenales Pietro Palazzini, Angelo Felici y
Alberto Bovone, la Congregación está hoy encabezada por el arzobispo portugués José
Saraiva.Las cifras ilustran meridianamente la actividad de la Congregación en largos y
prolíficos años de Papado. Según las últimas estadísticas disponibles, Juan Pablo II
ha proclamado entre octubre de 1978 y junio de 1998 un total de 803 beatos en 110
ceremonias y 279 santos en 34 ceremonias. En el mismo periodo ha confirmado 7 cultos y ha
restablecido uno antiguo, a los cuales desde entonces se les considera beatos. Además hay
que tener en cuenta las más de doscientas causas listas para sentencia en la
Congregación, y los varios centenares de procesos.Las cifras hablan por sí solas, como
suele decirse, pero en la Congregación misma no se pierde de vista que muchas de las
causas aprobadas por Juan Pablo II son colectivas y de mártires, hasta el punto de que
quizás sea ésta una de las señas inconfundibles de su Pontificado. Así, en una sola
ceremonia fueron canonizados 117 mártires vietnamitas, mientras que en otras proclamó
beatos a 122 mártires de la Guerra Civil española, a 99 de la Revolución Francesa o a
87 de la Revolución de Cromwell.Los procesos de mártires tienen por lo general una
duración más corta, ya que no precisan de la aprobación de un milagro como las de los
confesores, sino de la verificación de que dieron su vida a causa del «odium fidei»,
para defender la fe o por no renunciar a ella.
Los beatos mártires proclamados por Juan Pablo II
se elevan a 594, frente a los 209 que son confesores. Los mártires canonizados suman 245,
mientras que los santos confesores suman solamente 34.Todo esto puede servir para
argumentar el elevado número de beatificaciones y canonizaciones de estos últimos
lustros, pero hay otros factores importantes que han colaborado a este incremento, como
subrayan quienes trabajan en la Congregación. El primero es la agilización de los
procesos. En la reforma de las reglas sobre beatificaciones y canonizaziones destaca por
una parte el hecho de que las causas puedan abrirse a los cinco años de la muerte de la
persona, cuando antes había que esperar treinta. Por otro lado, ha desaparecido la figura
del «abogado del diablo», cuya función era poner trabas a todos y cada uno de los
detalles del proceso, trabas que el postulador debía intentar eliminar una por una, con
el consiguiente retraso.La informáticaUna segunda razón de este aumento de beatos y
santos parece ser la revolución de la informática y el avance de las comunicaciones,
como reconocen a ABC postuladores españoles que trabajan con la Congregación. «El
ordenador y el fax han brindado a los santos de la Iglesia un servicio inestimable,
dificil de imaginar», dice uno de ellos sin atisbo de ironía. «Las cajas incontables de
documentos se pueden archivar en un disquete, con una fotocopiadora puedes hacer copia de
un proceso en una mañana, el fax te sirve para comprobar cualquier dato a miles de
kilómetros o para pedir un documento a un archivo», explica el postulador.«Pero la
agilización de los procesos no ha supuesto pérdida de rigor», dice una postuladora
española en Roma.
Las diferentes etapas que conoce una causa en el
interior de la Congregación avalan, en efecto, la objetividad del proceso. Una vez
aceptada la encuesta diocesana, la causa se declara abierta y se adjudica a un relator de
la Congregación, con el cual el postulador redactará la «Positio», síntesis de la
encuesta diocesana.De la «Positio» redactada por el postulador bajo la supervisión del
relator, la Congregación se centrará en un apartado particularmente importante, la
«Informatio», que constituye un resumen de todo el material testimonial y documental, y
que será examinada por los llamados «consultores». Hoy en la Congregación son ocho
estos consultores, cada uno de los cuales redacta un informe sobre la causa, informes que
después se intercambian los unos con los otros para profundizar en su examen.
Al cabo de tres o cuatro años, a contar desde que
se redacta la «Positio», llega el momento culminante para la causa: la reunión de los
consultores con el relator y con el llamado «promotor de la fe», la figura que ha venido
a sustituir al «abogado del diablo» y que se encarga de supervisar las causas de la
Congregación, función que ocupa monseñor Corradini. Al voto afirmativo de los
consultores y del promotor de la fe, ha de seguir el de los cardenales de la
Congregación, que tienen a su disposición los votos de los consultores, la «Relatio et
Vota». Si el parecer de los purpurados es positivo, se prepara el decreto de
beatificación que firmará el Papa. Una vez promulgado el decreto, el mártir o confesor
es ya Venerable Siervo de Dios por el reconocimiento de sus virtudes. El mártir pasa
directamente desde ese momento a la ceremonia de beatificación, mientras que en el caso
del confesor deberá antes verificarse que se ha producido un milagro por su
intercesión.España, a la cabezaLas beatificaciones de mártires de la persecución
religiosa desencadenada en España durante la II República y la Guerra Civil, que fueron
paralizadas por Juan XXIII y Pablo VI durante el régimen franquista, ha conocido su
primer y gran impulso con Juan Pablo II en plena democracia.
A este hecho fundamental se debe el que nuestra
nación sea por el momento la que más beatos ha dado a la Iglesia en este Pontificado:
son 265 los beatos españoles proclamados hasta hoy, incluida la madre Mogas, que fue
beatificada por el Papa, justo el día antes de ser operado de la cadera.El segundo puesto
lo ocupa Francia, con 192 beatos, la mayoría mártires de la Revolución Francesa.En
tercer lugar se encuentra Italia, con 90 beatos, seguida de Gran Bretaña, con 87 beatos,
todos ellos, salvo uno, víctimas de la Revolución de Cromwell.A este grupo de cabeza le
siguen México (34), Polonia (30), Irlanda (18), Filipinas (17), Alemania (16), Thailandia
(7), Chile (3) e India (3).La clasificación por continentes la encabeza Europa con 721
beatos, seguida de Iberoamérica (40), Asia (32), África (8), América del Norte (6) y
Oceanía (3).La lista de la nacionalidad de los santos proclamados por Juan Pablo II está
presidida por Vietnam, con 117 canonizaciones, seguido de otro país asiático, Corea, al
que pertenecen otros 103 nuevos santos. El tercer puesto lo ocupa otra nación oriental,
Japón, con 16 canonizaciones. La relación sigue con Italia (12), Francia (8), España (11),
Polonia (5) y Paraguay (3). Una obra, en definitiva, que Juan Pablo II deja para la
historia del tercer milenio. Un elenco de intercesores y de buenos ejemplos dignos de
imitar.