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ASÍ INTENTÉ MATAR AL PAPA

Por Mehmet ALI AGCA

Aquel 13 de mayo de 1981 lo recuerdo siempre porque fue el punto de partida de mi vida, representa la tragedia y a la vez el renacimiento en mi existencia. Es una fecha que está absolutamente ligada al 13 de mayo de 1917, primera aparición de la Virgen de Fátima. Todo forma parte de un milagro, un misterio que se dilata en el tiempo y que no ha sido todavía perfectamente entendido.Aquel día, en la Plaza de San Pedro, tuve mis dudas en los últimos instantes. ¿Hacerlo o no hacerlo? El vehículo del Papa hace un giro en ese instante y me quedo a espaldas de Juan Pablo II. Yo no podría disparar jamás a un hombre que me da la espalda, y me digo: «Déjalo, abandona tus planes. A las ocho y media de la tarde sale un tren para Zurich. Déjalo, no tienes nada contra el Papa. Mañana, 14 de mayo, empezará una nueva vida para tí». Y me alejé. Había recorrido cuarenta o cincuenta metros cuando los aplausos y las aclamaciones me hicieron volver la cabeza, como si fueran un reclamo. El Papa había regresado hacia donde yo estaba y venía directamente hacia mí.Yo tenía desde hacía tiempo una idea precisa: o moríamos los dos o nos salvábamos los dos juntos. Fue un gesto desesperado. Pensaba que sería el último día de mi vida. Quería dejar una huella en la historia a través de un acto terrorista, aunque ahora pienso que ésta era una idea primitiva, con la que hoy no comulgo en ningún sentido. En aquel momento sucedió algo que no puede explicarse desde el punto de vista humano. Yo era como un autómata. Cuando disparé, dos veces seguidas, exclamé: «Dios». Algo me paralizó después. Fue como si hubiera regresado a mí mismo, y entonces escuché el ruido del pánico de la gente en la plaza.Nunca me he reprochado haber fracasado en mi plan de asesinar al Papa. Hay algo inexplicable en todo esto. Es un proyecto de la providencia. Jamás se encontrará una completa explicación humana a este hecho. Sinceramente, me alegro mucho de que el Papa haya sobrevivido. Cuando vino a visitarme a la cárcel fue como un sueño, algo verdaderamente increíble. Fue un gran gesto y un hecho extraordinario estar con él después de todo lo que pasó. Pero para mí lo más importante fue el abrazo que el Papa dio a mi madre en una de las tres audiencias que tuvo con ella en el Vaticano.Admiro al Papa porque es el último baluarte, la última fortaleza moral para la defensa de este Occidente que va camino de convertirse en un desierto. ¿Qué alternativa hay al Papa y al Vaticano? Juan Pablo II es también un punto de referencia para todos los demás creyentes, para los musulmanes, para los judíos.

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