De 'Pablo, Pablito, Pablete' o 'Pedrusquito' al beso de Rubiales, el cargo más denostado del fútbol

Por las andanzas de Porta o de su sucesor, José Luis Roca, apodado 'Pedrusquito' por el locutor estrella, el personal se habituó a escuchar epítetos que sonaban a chanza diaria: 'correveidiles', 'abrazafarolas' y chupópteros' llenaron las madrugadas de fútbol en España.

Pablo Porta, que había practicado el boxeo en su juventud, fue un encajador nato y, brillante en su discurso, dejó sentencias para el recuerdo. «Soy como un jamón, al que cada día cortan una loncha, pero nunca llegan al hueso». Presidente de la RFEF desde 1976 hasta 1984, organizó el Mundial de España 82 y logró un subcampeonato de Europa en 1984, aquel fallo de Arconada. Un decreto del Gobierno lo desalojó de la presidencia. Murió en 2009, alejado del fútbol y de las poltronas.

José Luis Roca, profesor mercantil y empresario de la cerámica, no tuvo el aguante de su predecesor frente al empuje de la crítica de García. Considerado un directivo continuista de la política de Porta, su mandato estuvo marcado por los enfrentamientos con las administraciones, la recién creada Liga de Fútbol Profesional y el sindicato de futbolistas AFE. Estuvo cuatro años y regresó a su tierra en Aragón.

Amparado por el famoso periodista llegó al cargo Ángel Villar, antiguo futbolista del Athletic que una vez fue expulsado por pegar un puñetazo a Johann Cruyff. «El directivo más honesto», lo protegió García frente a la crítica total del emergente De la Morena. Sin apenas apariciones en la prensa –de la que huía–, Villar estuvo 29 años al frente de la Federación, desde 1988 a 2017.

Una eternidad en la que conquistó un Mundial, dos Eurocopas y dos medallas olímpicas. Pero Villar chocó contra los nuevos poderes del fútbol: Javier Tebas, Miguel Cardenal, Jaume Roures y el infatigable Miguel Galán. Así, con denuncias y una feroz persecución de sus enemigos, nació la operación Soule, conducida por el juez Pedraz, y que destapó la corruptela y un sistema clientelar que favorecía a su hijo, Gorka Villar.

Luis Rubiales, rudo en las formas, chocó contra la evolución de la sociedad. El indecente beso no consentido a Jenni Hermoso fue el principio del fin de su mandato (cinco años, del 2018 al 2023), salpicado con más causas judiciales por corrupción. Su sucesor, el efímero Pedro Rocha, no ha aguantado la tensión del cargo más denostado del fútbol español.