El pacto con Galán que pone en bandeja la presidencia de la RFEF a Louzán

A cambio de no presentar una impugnación más por la condena de prevaricación que pesa sobre Louzán cuando era presidente de la Diputación de Pontevedra, el aspirante ha sellado un compromiso para conceder la licencia UEFA, que permite dirigir equipos en el extranjero, a 22.000 entrenadores españoles antes del próximo 9 de febrero, cuando el Tribunal Supremo decidirá sobre el recurso que ha presentado el político contra su inhabilitación para ejercer cargo público.

Según reconoció Miguel Galán en una entrevista a ABC la pasada primavera, el cómputo de denuncias, querellas, impugnaciones y demás recursos jurídicos se eleva por encima de 70 en su pugna por destapar las corruptelas de la dirigencia en la Federación Española de Fútbol. Así han acabado en los tribunales o inhabilitados Villar, Rubiales y Rocha.

Galán nunca escondió el propósito de su cruzada solitaria. Pretendía solucionar la salida laboral de 22.000 técnicos en España que se han formado en escuelas de entrenadores y no pueden dirigir en el extranjero, solo en nuestro país.

Louzán ha sido el primero en sujetar ese toro por los cuernos. Antes de que Galán cumpliese su amenaza de elevar la enésima impugnación, esta vez contra él y su pretensión de ser presidente de la RFEF, y que el Consejo Superior de Deportes la trasladase al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD), convocó a una reunión al presidente de Cenafe para firmar la paz puntual con el conocido como 'Querellator' en la Federación.

La cita en Madrid se extendió durante más de ocho horas y los dos protagonistas salieron con el pulgar hacia arriba: un acuerdo firmado bajo compromiso de confidencialidad en el que Louzán acepta solucionar el problema de los 22.000 entrenadores y Galán garantiza que no habrá más denuncias en este camino hacia las elecciones del 16 de diciembre.

El pacto también lo firmó el otro aspirante a presidir la RFEF, Sergio Merchán, con los avales que le prestó Louzán. Se entiende que lo hizo por si el Gobierno impide el acceso del político gallego a la presidencia.

Ni Galán ni Louzán quisieron realizar declaraciones a ABC al ser requeridos por este asunto, acogiéndose a la cláusula de confidencialidad. Pero otras fuentes conocedoras del caso aseguran que el plazo del convenio tiene fecha de caducidad, el 9 de febrero, la cita en el Supremo. Si el Tribunal mantiene la inhabilitación de Louzán, y siempre que salga elegido presidente de la RFEF en la pugna que mantiene con Salvador Gomar, las condiciones del pacto cambiarían. Y Miguel Galán volvería a ser 'Querellator', el azote de la Federación.

El enredo de los técnicos de fútbol tiene un origen lejano, según ha relatado Galán a ABC en otras ocasiones. En la escuela de Getafe que él lidera y en otras sedes se imparten títulos académicos que otorga el Ministerio de Educación, como si fueran un grado superior de Imagen y Sonido o de Logística y Transporte Internacional. Pero el título no habilita a los técnicos a entrenar en el extranjero, en el arco dominado por la UEFA.

Galán presentó una denuncia hace tiempo en la Comisión Europea que obligó a Luis Rubiales y Andreu Camps a sentarse a negociar con él, con la UEFA como intermediario. La UEFA aseguró que el asunto era competencia de la Federación Española y resolvió que «mientras que no es posible que un centro formativo se convierta en parte de la convención, sí que lo es que dicho centro establezca acuerdos de asociación con federaciones nacionales de fútbol o con sus miembros, las federaciones regionales...».

Uno de los técnicos que pasó por estas escuelas es Jagoba Arrasate, actual entrenador del Mallorca y que ya condujo a la Real Sociedad y al Osasuna. Otro producto de las titulaciones en cuestión es Javier Mayo, quien formó parte del equipo de trabajo de Zinedine Zidane durante su etapa al frente del Real Madrid y que conquistó tres Champions durante ese periodo de éxito blanco.

Galán, tipo impetuoso y que aseguró en sus primeras valoraciones que Louzán no podía ser presidente de la RFEF por esa condena por prevaricación, cambia ahora de postulado y, en camino de arreglarse su perpetua pelea por los técnicos titulados, no aprecia ahora problema imputable en el candidato favorito.