Después de... 200 metros espalda
Duane da Rocha: de la piscina, la soledad y la depresión a los aviones
Medalla de oro en los Europeos de Berlín 2014, natural de Brasilia, en Málaga desde los dos años, la nadadora andaluza es hoy azafata de vuelo: «No comía, no dormía, llegó un momento en que ni quería estar más en este mundo»»
JORDI VILLACAMPA, DE LA PENYA A SALVAR REFUGIADOS
![Duane da Rocha, en Berlín 2014, donde fue oro en los 200 metros mariposa, y en la actualidad, junto a uno de los aviones donde trabaja](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/02/12/duanita-Rybo8VSfTN7jB4ETZxhBQjM-1200x840@abc.jpg)
Llegó a Málaga con 2 años. Su madre, brasileña, quiso que naciera en Brasilia. «Yo me siento española hasta la médula, vaya, ¡y andaluza, sobre todo!», asegura Duane da Rocha a ABC con su suave acento malagueño y su risa contagiosa. Acaba de cumplir ... 36 años y vuelve la vista atrás, al mundo de las piscinas, con algo de melancolía, con cariño y también con una mirada crítica hacia la presión que se sufre en la competición de alto nivel. De niña, probó en muchos deportes y se quedó en la natación por estar con una amiga y porque siempre le gustó nadar: «Y la verdad es que yo comencé sin ambición, no me preocupaban las medallas, no sabía mis marcas ni si lograba las mínimas, ni nada».
Duane progresaba y pronto se convirtió en internacional. «Eso me encantaba. Lo que yo buscaba siempre era ir a competir con la selección española. A mí lo que me gustaba de verdad era viajar con la selección, los hoteles, los compañeros, los viajes. Eso me encantaba». Curiosamente en sus primeros años destacaba en las pruebas de braza y estilos. Años después, el destino la situaría en su verdadera especialidad, la que le daría las mayores alegrías: los 200 espalda. «La verdad es que a mí me gustaba mucho nadar todas las especialidades. Quizá por eso las pruebas de estilos eran las que más me agradaban. Eran muy divertidas».
La carrera deportiva de Duane va unida a su forma de ser. La malagueña es una persona de gran sensibilidad, muy emocional, de altibajos. Y sus dos apariciones olímpicas tuvieron aspectos delicados. «Los Juegos de Londres los recuerdo con mucho estrés. Porque puse en Twitter unas cosas, critiqué a la Federación Española y eso me puso en el candelero sin pensarlo. No estaba acostumbrada a eso y no tenía las herramientas para poder gestionar aquello. Todo ese estrés me afectó».
Su gran éxito tuvo lugar en los Europeos de Berlín, dos años después. «Aquí sí disfruté muchísimo, era mucho más madura psíquicamente, no me afectaron la prensa, las entrevistas... fui tranquila, dentro de los nervios lógicos de la competición, claro. Para conseguir buenos resultados, para cumplir con los objetivos que tienes en una competición, pues tienes que disfrutar allí, estar tranquila y con ganas». Duane no se consideraba favorita para la medalla de oro. «No, ¡para nada! Los demás sí me veían así y pude gestionarlo bien. En Berlín lo único que hice fue dormir mucho, comer y entrenar. Estaba supertranquila: por eso me salió tan bien».
«Entré en bucle malo: no comía, no dormía, no iba a entrenar, era un alma en pena»
Llegó Río en 2016 y de nuevo, da Rocha se vio perseguida por su pequeña maldición olímpica. «Dos meses antes de mis segundos Juegos entré en una depresión. Me encontraba en un gran estado de forma y, por una serie de cosas y situaciones personales que se me juntaron, entré en un bucle muy malo, no comía, no podía ir a entrenar, así estuve un mes, sin entrenar dos días seguidos. Aún así me clasifiqué. Pero no sentía nada, estaba en plena depresión, no comía, no dormía, me tuve que ir de una concentración en Font Romeu, no disfrutaba de lo bueno, era un alma en pena. Llegó un momento en que ni siquiera quería estar más en este mundo».
Duane habla de la carga mental de la natación, demasiado pesada. «Obviamente hay un estrés y tienes que aprender a gestionarlo. Pero también influyó que yo soy así, muy emocional y muy de picos y de bajones. A la larga esto me ha ayudado: trabajar una depresión y superarla te enseña mucho y te da mucha fuerza. Gracias a eso soy una persona diferente: pocas cosas me afectan ahora».
Con el tiempo, Duane ha aprendido a diagnosticar lo que realmente le pasaba como nadadora. «Cuando después he leído sobre el síndrome de la impostora, me he dado cuenta de que yo tenía exactamente eso. La gente me decía que era superbuena y yo pensaba 'realmente no valgo para esto'. Toda mi vida me he sentido así. Siempre he pensado 'no soy quien la gente está viendo que yo soy'. Y eso me frustraba». Después de dos décadas como nadadora, Duane tiene claro dónde está el secreto del éxito: «el talento real de los que llegan lejos es el psicológico, no el físico. La que sea luchadora, fuerte, poco influenciable por lo que pase en los entrenamientos... ésa es la que triunfa. Yo he visto a Mireia Belmonte o a Melanie Costa hacer entrenamientos flojos y luego salir a competir y arrasar».
La campeona europea no tuvo una despedida bonita de la natación. «No tuve ningún homenaje, me retiré un poco por la puerta de atrás y eso me da pena. En 2018 fui a los Europeos, pero las cosas habían cambiado mucho y ya no me sentía parte del equipo nacional».
«Tenía que pagarme un piso, un 'fisio', suplementos... Eché cuentas y dije 'se acabó'»
Así, a los 31 años, Duane siente por vez primera que tiene que buscarse una vida, un futuro fuera de la natación. «Yo no había estudiado. Entonces, hice el curso de azafata de vuelo, que era una profesión en auge y donde hacía falta gente». Aún así, la andaluza quiso intentar su última preparación olímpica. «Aquí tuve otra vez problemas con la federación. Porque por muy buena que hayas sido, si en el último año no has tenido resultados, pues no eres nadie. Aunque hayas tenido una depresión».
Unos meses cobrando el paro le permitieron seguir entrenando un poco más, pero las cosas ya no funcionaron y se encontró sin medios. «Yo tenía que pagarme un piso, un fisio, suplementos, si quería preparar bien unos Juegos Olímpicos. Y me tenía que gastar 400 pavos en gasolina para ir todos los días a Málaga. Pero realmente en la federación querían que me retirara ya. Y llegó un punto en el que eché cuentas y dije 'se acabó'».
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Actualmente Duane trabaja como azafata de vuelo. «Este trabajo me encanta. También es un mundo complicado, pero después de 20 años en la natación, ya nada se me resiste. La natación es muy dura, se pasan momentos muy difíciles y mucha soledad ¡Yo ya aguanto lo que sea!».
Duane se ríe mucho durante la entrevista. Como cuando recuerda lo que le sucedió en una competición en Marsella. «Normalmente calentamos con un bañador, luego nos ponemos el chándal y, cuando queda muy poco para la prueba, ya nos ponemos el otro bañador, el de competición, que aprieta mucho. Entonces recuerdo que me pasó una cosa, jajaja, calenté, me cambié y me quedé de charla con mis compañeros, hablando, animando, el salseo... y cuando ya me voy a competir cojo mis gafitas, el gorro, voy a la cámara de llamadas, donde te revisan el bañador para ver si está homologado y al bajarme el pantalón del chándal ¡no llevaba nada debajo!». Se ríe con ganas Duane. La vida la ha hecho disfrutona, sensible, luchadora.
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