Después del... atletismo
Javier Moracho: de pasar vallas a vender ciclismo
Fue un vallista irrepetible, de salida fulgurante y técnica impecable. Al retirarse se convirtió en protocolo y relaciones públicas de la Vuelta. Hoy, ya jubilado, es un loco de las bicis, pero subido a ellas
![Javier Moracho, 65 años, en su casa de Benasque, pasa la bicicleta como si de una valla se tratase. Arriba, en su época de atleta profesional](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/07/31/moracho-montaje2-RnF3oiiEW1sZCHjE0omz3jN-1200x840@abc.jpg)
Cuando se le pregunta a Javier Moracho (Monzón, 18-8-57) por su mejor recuerdo deportivo, la respuesta sorprende: «Pues sigue siendo un telegrama. Llegó a mi casa, a finales de septiembre de 1973; yo tenía 16 años, y decía: 'CONCEDIDA BECA RESIDENCIA BLUME BARCELONA ... INCORPÓRESE INMEDIATAMENTE'. En aquel momento yo trabajaba en una fábrica de mi pueblo porque mi padre me había dicho ese año, 'aquí se estudia o se trabaja'. Como había suspendido, pues me metió ahí».
Y no fue fácil que le dejaran irse a entrenar con los mejores atletas de España. «Espera, espera, siéntate. Si vas a estudiar de verdad, te dejo ir, porque lo que no quiero es que me devuelvan a un hijo con 30 años que lo único que sabe hacer es correr», le advirtieron.
Después llegaron los récords y las medallas, el cetro de campeón de Europa en 1986, la carrera del primer gran vallista del atletismo español. Hasta que lo dejó, en 1990: «A mí lo que me pasó es que a los 32 años, después de competir en tres Juegos Olímpicos, de repente, se me fue la motivación. Ya no iba a entrenar con la ilusión de antes. Y, además, pensaba ya mucho en mi vida después del deporte. Eso me preocupaba. ¿Y qué paso? Pues que nada más anunciar mi retirada me llamaron de Unipublic, la empresa que organiza la Vuelta Ciclista a España y me ofrecieron la dirección de protocolo y relaciones públicas. Aquello me encajaba muy bien porque, aparte del atletismo, yo era también un forofo del ciclismo. Siempre digo que no fui ciclista porque en mi pueblo no había club ciclista«.
Aquella colaboración funcionó desde el principio. Y bien pagada. «Lo más curioso es que me llamó Enrique Franco y me dijo que me pusiera yo mismo el salario. 'Pon una cantidad con la que puedas vivir bien', me dijo. Y he estado 30 años trabajando en la empresa. Para mí los primeros años fueron impactantes, de repente me relacionaba con José María García, con De la Morena, con Manolo Lama, Luis Ocaña, que había sido un gran ídolo mío. Eso fue una gran satisfacción. Y cuando llegó la pandemia decidimos ya dejarlo y me jubilé«.
Lo que no ha dejado Moracho es su relación con la bicicleta. Sale a diario a la carretera y compite en pruebas de cicloturismo. «Comencé a practicarlo en el año 2000. Antes no podía hacerlo porque era incompatible con el atletismo; tanto el ciclismo como el esquí te cambian el tono muscular. Un día mi hermano me dijo que si me apuntaba con él a la carrera Quebrantahuesos, en Huesca. Ojo, 200 kilómetros, yo no estaba preparado. Pero la corrí. ¡Lo pasé fatal! La acabé por amor propio y ganas de retirarme no me faltaron. La terminé en nueve horas». Desde entonces ya ha hecho 20 Quebrantahuesos y otras pruebas como la Titan Dessert del Sahara, la Transpirenaica, el Desierto de Atacama, Mongolia, Brasil, Argentina...«.
El excampeón de Europa aconseja a los deportistas que piensen en el futuro. «Sobre todo tienen que centrarse en su vida posterior, su vida laboral. A los 40 años es difícil ponerte a aprender un oficio. Yo me fijé siempre mucho en los ejemplos de Corbalán o Pirri, futbolistas de élite que supieron sacar la carrera de medicina en paralelo«. En estos últimos años, Javier vive a caballo entre su pirenaico Valle de Benasque y su casa de Barcelona. »Ahora me dedico a mi familia, sobre todo a mis cuatro nietos. Salgo con la bici, esquío y también voy a correr algún día. Lo que no hago es deporte de impacto, me dosifico muy bien. Quizá por eso no me lesiono«.
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