Después de… la natación, María Peláez: «De repente sentía que una sombra me venía y me adelantaba; no quise psicólogo»
Los buenos y malos recuerdos, incluidos la presión y un extraño problema de salud mental, de la malagueña que fue campeona europea de 200 metros mariposa, hoy funcionaria del Ayuntamiento de Majadahonda
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![María Peláez, tras ganar el oro europeo en los 200 mariposa de Sevilla 97 y ahora](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/12/11/pelaeza-Rf2D8fnQ21ESPC6vic5lLuN-1200x840@abc.jpg)
Malagueña y campeona de Europa de natación. María Peláez, de 46 años, comenzó a nadar porque sus hermanas mayores lo hacían. «Fui un verano a un cursillo para aprender a nadar, a los cinco años, y me gustó muchísimo. Me encantó. Para mí nadar ... siempre ha sido una auténtica pasión». La afición por el agua se fue afianzando en aquellas primeras noches de entrenamiento, siendo aún muy niña. «Nosotras íbamos a entrenar por la noche, ya cenadas. Solía nadar 45 minutos y luego me sacaban del agua y me quedaba 'haciendo el gamba' con mis amigas y esperando a que mis hermanas acabaran su entrenamiento».
Este año el Real Club Mediterráneo ha cumplido 150 años de vida. Ha sido el club de María Peláez, una entidad que nació como club de remo marítimo y que construyó su primera piscina gracias al esfuerzo de los nadadores de Málaga de toda la vida «aquella gente se tiraba al puerto a nadar, competían en travesías antes de que hubiera piscinas en Málaga. Yo empecé en el Mediterráneo a los ocho años, y para mi, al principio fue un drama. Porque mis amigas se habían quedado en la otra piscina».
Barras y latas de pintura
Allí descubrió su potencial Antonio Luis Gómez, su primer técnico. «Le llamaban 'mano férrea', aunque no era tan duro», recuerda María entre risas. «Recuerdo que entrenábamos 15 nadadores por calle y que hacíamos pesas con unas barras y latas de pintura rellenas de cemento. Él me veía como un diamante en bruto pero se daba cuenta de que allí no tenía las condiciones para poder tallarlo».
A los 12 años María logra una beca de interna en el Cerrado de Calderón, un centro de entrenamiento de la Federación Española. La progresión fue espectacular. En pocos meses se convierte en la primera nadadora española que logra ser campeona de Europa junior y, aún jovencísima, la malagueña es seleccionada para los Juegos Olímpicos de Barcelona. Con apenas 14 años, fue la más joven de todo el equipo olímpico español.
Sellos de 50 en 50
En 1997, María se vino a Madrid a entrenar a la Residencia Blume. «Fue un cambio muy duro para mi. Echaba tanto de menos a la familia que en los tres primeros meses escribí 100 cartas. Y no exagero, porque recuerdo que iba a la oficina de Correos de la Ciudad Universitaria y compraba los sellos de 50 en 50. El salto de calidad fue muy bueno porque el entrenamiento era de mucha calidad. Me levantaba a las seis de la mañana y me iba a nadar sin desayunar. La cosa es que nadie quería levantarse cinco minutos antes para tomarse unos cereales que ni te apetecían a esas horas. Después me iba a las clases de INEF, luego comía y por la tarde tenía el entrenamiento de pesas, seguido de otra sesión de piscina». Cinco años después el entrenamiento se hizo aún más duro. «En 2002 llegamos a hacer triple sesión diaria de agua más el gimnasio. O sea, nadábamos a las seis de la mañana, a las cuatro de la tarde y después, otra vez a las nueve. A veces es verdad que se me caían literalmente las lágrimas del mismo cansancio, pero yo nunca he tenido esa sensación de pensar 'no aguanto más'».
La victoria más importante de María Peláez llegó en los Europeos de Sevilla, aunque precedida de una mala actuación. «El día anterior comí mierda», señala María de forma muy expresiva. «Me refiero a que nadé los 200 estilos en un crono siete segundos peor que mi mejor marca. Me entraron unas dudas atroces y sólo faltaban horas para la final de 200 mariposa, mi mejor prueba. Y la verdad es que gané la medalla de oro. Porque la ilusión estaba ahí y las cosas salieron muy bien en la final. Hice 2:10, el récord de España. Y lo curioso es que llevaba cinco años sin mejorar mi marca: de los 14 a los 19 años». María siempre fue mariposista, aunque no era esa la prueba que más le gustaba. «Yo disfrutaba más con el 200 estilos. Es divertidísimo y sufres mucho menos. Y eso que en braza yo estaba muy limitada!», zanja María, entre risas. A aquellos Europeos se desplazó la familia Peláez en pleno. «Vinieron todos, 60 personas en total: llenaron el camping de Alcalá de Guadaira».
Paradójicamente, convertirse en campeona de Europa fue contraproducente. «Por un lado, tomé conciencia por fín de que yo tenía un buen nivel y que se esperaba mucho de mi. Y justo ahí me asaltaron todas las dudas posibles y no lo gestioné nada bien: tuvo un bloqueo mental importante. Durante años. Yo no volví a bajar mi marca nunca más».
La presión pudo con ella y de cara a los juegos de Sidney, en el año 2000, sufrió un problema psicológico extraño. «De repente, en las competiciones, en los 30 últimos metros, sentía que me venía como una sombra que me adelantaba. Aunque no fuera real. Mi cabeza me engañaba, era como que alguien me adelantaba, una impresión que no era real, pero yo la percibía así». Aquello no lo trató con ningún psicólogo. «No. No quise porque en aquellos años había muy pocos psicólogos deportivos. Era el mismo para todos: y se sabían todo de todos. ¡Como esos curas de pueblo que se sabían los pecados de todos!«.
«Quiero hacer entrenamientos que me hagan vomitar. Así se lo dije»
Al comenzar el año de Sidney, le dije a Fernando, mi entrenador, que quería cambiar la preparación. «Quiero hacer entrenamientos que me hagan vomitar. Así se lo dije. Necesitaba hacer un trabajo exigente, a ritmos de competición. Quería producir más lactato y sólo llegaba a 13, una castaña». Después de los Juegos, al volver de tierras australianas donde tuvo un rendimiento bajo, cambió de preparador. «Los Juegos de 2000 fueron los peores de mi carrera», sentencia la malagueña. Cuatro años más tarde consiguió por fín ser finalista olímpica... pero en relevos 4x100 estilos. Fue en Atenas'2004.
A su regreso a España comienza su relación con el que es su pareja actual, otro deportista de élite, el saltador de altura Arturo Ortiz, cuyo récord de España aún permanece imbatido... 32 años después.
Los Juegos de Pekín2008 fueron su quinta cita olímpica. «Fueron muy divertidos para mi. Comenzó a entrenarme Juan Fortuny y me dijo que lo importante era que me lo pasara bien. Ahí empecé a escucharme a mi misma, ¡a la vejez, viruelas!».Más adelante, María presenció la llegada de los polémicos bañadores de goma. Y ahí vio una nueva oportunidad. «Yo me veía ya floja en los 200 mariposa y les dije a todos que no iba a conseguir la mínima olímpica ni loca. Pero les dije que con los superbañadores sí podría ir a los Juegos en 200 estilos. Y así fue».
La retirada de María cuenta con una bonita historia. «Eran los Campeonatos de España de 2010 y yo quería nadar los 100 estilos. No me dejaron porque no tenía una mínima conseguida en los meses anteriores. Entonces lo que hice fue apuntarme a los 100 libre y avisar a mis rivales que no iba a nadar a crol sino a estilos. ¡Entonces hice mejor tiempo que las finalistas de 100 estilos! Un tiempo después, Duane Rocha, que había ganado la final de estilos, me regaló su medalla de oro con mi crono grabado».
MÁS INFORMACIÓN
La vida profesional de María Peláez, después de la natación, ha girado siempre en torno al deporte. Actualmente trabaja en el Ayuntamiento de Majadahonda, donde reside. Allí se encarga, desde hace seis años, de la promoción deportiva, diseña actividades escolares y organiza competiciones. Curiosamente, la piscina municipal se encuentra cerrada en la actualidad. Paradojas de la vida.
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