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La memoria judía que aún late en Córdoba

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Estatua de Maimónides, en la calle Judíos

Aristóteles Moreno

Córdoba

Córdoba no fue solo la mítica capital de Al-Ándalus. También es una de las ciudades más relevantes del rico y memorable legado judío en España. Aunque la expulsión de los sefardíes en 1492 y su implacable persecución durante siglos aniquiló gran parte de su patrimonio histórico y cultural, aún hoy se percibe su profunda huella en las calles de la antigua corte del Califato omeya. De hecho, su espléndida judería en las inmediaciones de la gran Mezquita aljama es el epicentro del corazón histórico y turístico de la ciudad. Y su bella Sinagoga del siglo XIV es la única que se conserva en Andalucía y la tercera de España. En este reportaje proponemos un recorrido a través de la sorprendente y aún desconocida Córdoba judía.

Sinagoga

En 1876, el párroco Mariano Párraga acometió unas obras de acondicionamiento en la ermita de San Crispín y San Crispiniano, situada en la cordobesa calle Judíos. Al retirar el retablo de Santa Quiteria quedaron al descubierto unas yeserías con llamativas inscripciones en hebreo. El hallazgo fue comunicado al secretario de la Comisión Provincial de Monumentos de Córdoba, Rafael Romero Barros, que meses después emitió un informe concluyente: debajo de los ornamentos católicos de la ermita se escondía una Sinagoga del siglo XIV.

Consciente del enorme valor histórico del edificio, Romero Barros impulsó su recuperación y logró en 1885 su máxima protección artística con su inclusión en el catálogo de Monumentos Nacionales. No fue un camino fácil. La Iglesia se opuso frontalmente a su desafectación católica y desató una dura batalla con el Estado por su propiedad que se prolongó durante más de 30 años.

La Sinagoga de Córdoba es un ejemplo excepcional de templo sefardí. Fue construida en 1315 por el arquitecto Isaac Moheb, casi 80 años después de la conquista cristiana. Su sistema decorativo es mudéjar y la sala de oración recuerda al arte nazarí. No en vano, parte de sus alarifes provenían del Reino de Granada. Es un templo de pequeñas proporciones. Las autoridades cristianas prohibieron que ningún lugar de culto hebreo superara en dimensiones a la iglesia más pequeña. La Sinagoga mayor fue destruida con anterioridad, aunque no queda vestigio alguno. Junto con la Mezquita Catedral, es el monumento más visitado de Córdoba.

Judería

Las primeras referencias documentales sobre la existencia de judíos en Granada, Sevilla y Córdoba datan del Concilio de Elvira, en el siglo IV. Tres centurias después, en época musulmana, se tiene noticia de la primera judería de Córdoba, situada extramuros, en torno a la Puerta Osario, originariamente conocida como Bab Al Yahud. Aquella pequeña comunidad hebrea fue arrasada y desmantelada por los almohades en el siglo XII.

Habrá que esperar hasta la conquista cristiana de Córdoba, en 1236, para que la comunidad judía vaya reasentándose nuevamente, esta vez en el flanco noroccidental de la gran Mezquita Aljama, en torno a la actual calle Judíos y la Puerta de Almodóvar. Precisamente aquí se construye la Sinagoga a principios del XIV, aunque se tienen noticias de que no se trataba del único templo judío. Frente a la Sinagoga, abre sus puertas desde 2006 la Casa de Sefarad, el único museo judío y centro de interpretación de Andalucía. Nos encontramos en el eje neurálgico del barrio histórico de Córdoba, que recibe cada año cientos de miles de visitantes de todo el mundo. Perderse por su dédalo de calles blanquísimas, trufadas de plazuelas y pasadizos, es una de las delicias obligatorias de Córdoba.

Hasday Ben Shaprut

Es la figura estelar de la comunidad judía en el siglo X. Fue médico personal del califa Abderramán III y alto funcionario de su corte. Su refinada formación y su manejo del latín, griego, árabe y hebreo lo convirtieron en pieza central de la arquitectura diplomática del Califato cordobés. Gracias a su prominente talento, la capital de Al-Ándalus tendió puentes con el Imperio Romano Germánico, el Califato fatimí de Egipto y Bizancio, cuyo emperador regaló a Abderramán III un magnífico códice de la obra botánica de Dioscórides. El apreciado manuscrito griego fue traducido, cómo no, por la experta mano de Ben Shaprut.

Fue él también quien logró cerrar un pacto de no agresión con el Reino de Navarra y estrechar sus relaciones con el futuro rey Sancho, a quien logró curar de su obesidad. Cuenta la leyenda que el médico judío cordobés le recomendó hacer caminando el trayecto entre Pamplona y Córdoba. El personaje es todavía venerado en el mundo judío y su legado da nombre a calles de Jerusalén, Tel Aviv y Hebrón. En Córdoba, el adarve del lienzo de muralla que atraviesa perpendicularmente Doctor Fleming lleva también su nombre.

Maimónides

Moshé Ben Maimón es, junto a Averroes, el gran pensador medieval cordobés y uno de los más influyentes del mundo judío. Médico, jurista y filósofo, fue un metódico estudioso del pensamiento helenístico, especialmente del aristotélico, del que aplicó su espíritu racionalista en la interpretación de la tradición judía. Nacido en Córdoba en 1135, hijo de un distinguido especialista en el Talmud, acumuló en su fructífera biografía intelectual una sólida base rabínica. Las corrientes ortodoxas lo valoran como talmudista, pero lo desprecian como filósofo, por su incorregible mirada heterodoxa. Las corrientes europeas de pensamiento, en cambio, lo consideran como médico y filósofo, y obvian su legado como indiscutible experto en el Talmud.

De hecho, su vida está atravesada por la sospecha y la persecución permanente. Con la entrada de los Almohades en Córdoba, en el año 1148, se ve obligado a huir a Almería, primero, y Fez, después, para acabar sus días en El Cairo, donde fallece en 1204. La leyenda judía asegura que su tumba está en el lago de Tiberiades. Precisamente en una recoleta plaza con este nombre, situada al final de la calle Judíos, se encuentra el monumento a Maimónides. La estatua fue esculpida en los años sesenta del siglo pasado por el artista Amadeo Ruiz Olmos. Este enclave es punto de referencia turístico de las siempre concurridas calles de la Judería.

Cruz del Rastro

La situación de los judíos sefardíes comienza a complicarse seriamente en la segunda mitad del siglo XIV. La peste europea de 1350 inflama el odio antijudío, contra cuya comunidad se dirigen todas las fobias. En junio de 1391, la judería de Sevilla es asaltada por una turba. La llama del antisemitismo prende como un reguero de pólvora por toda Andalucía y en julio de ese mismo año alcanza a Córdoba. La judería se vuelve a desintegrar y muchos de sus habitantes se reinstalan en las inmediaciones de la Plaza de Abades y la calle de San Fernando, conocida popularmente como la calle de la Feria.

Cruz del Rastro Valerio Merino

Casi 80 años después, el 14 de marzo de 1473, se producen los funestos sucesos de la Cruz del Rastro. Durante la solemne procesión de la cofradía de la Caridad, alguien vierte agua al paso de las imágenes. Un fanático arenga a la multitud y dirige su dedo acusador contra los judíos y conversos del barrio. Se produce una incontenible explosión de odio y sus casas son incendiadas. Las víctimas se refugian en el barrio del Alcázar Viejo, también conocido como San Basilio, y se atrincheran en el Castillo de los Judíos. Dos millares de judeoconversos y judíos logran huir a Sevilla y allí, junto con otro grupo similar, compran al duque de Medina Sidonia el Peñón de Gibraltar en uno de los episodios más sorprendentes de la historia medieval. Poco después, en 1478, los Reyes Católicos instauran el tribunal de la Inquisición. Y en 1480 se celebra en Sevilla el primer gran proceso inquisitorial de España. Una cruz de hierro fundido sobre un pedestal de piedra recuerda en la confluencia de la calle de la Feria y la Ribera aquel luctuoso episodio de la historia de Córdoba.

Plaza de la Corredera

La persecución de judíos y judeoconversos se intensifica ya a finales del siglo XV, gracias al implacable brazo depurador de la Inquisición. El primer auto de fe de Córdoba se celebra el 16 de agosto de 1483. Martín Fernández Membreque y su esposa, Juana Fernández, son quemados por judaizantes. La primera sede del Santo Oficio está situada en el Convento dominico de San Pablo, frente a lo que hoy es el Ayuntamiento de Córdoba. Pronto se traslada al Alcázar de los Reyes Cristianos, cerca de la Judería, y uno de los itinerarios turísticos más visitados. Aquí está también la prisión inquisitorial hasta 1834, el año de su definitiva disolución.ç

Plaza de la Corredera Valerio Merino

Los autos de fe adquieren una dimensión pública extraordinaria. Los acusados son encarcelados en el Alcázar. Desde aquí salen en solemne procesión en dirección a la Plaza de la Corredera. Los reos abrían la comitiva, junto con los dominicos, los cargos municipales y, finalmente, el pueblo. Las víctimas vestían el reglamentario sambenito, un sayal corto sin mangas. La cruz latina indicaba que las penas no excedían del destierro, la cárcel o unos azotes. Si llevaban la cruz de San Andrés, no había dudas de que el reo sería quemado en la hoguera.

El auto de fe se celebraba en la Plaza de la Corredera. Cientos de personas asistían al juicio público, que se había convertido ya en un siniestro espectáculo ejemplarizante. A los detenidos se les leía el pliego de acusación y se les sometía a un proceso que solía durar horas. Luego, se les conducía extramuros hasta la muralla del Marrubial, donde estaba situado el quemadero oficial de la Inquisición. El auto de fe más cruento se celebró el 22 de diciembre de 1504, donde fueron condenados a la hoguera 107 personas acusadas de ser falsos conversos. Su ejecutor fue el temible inquisidor Diego Rodríguez de Lucero 'El Tenebroso'.

Casa de Sefarad

Desde 2006, mantiene abiertas sus puertas este museo y centro de interpretación de la memoria sefardí. Dirigido por uno de los máximos especialistas en la materia, Sebastián de la Obra, es el único museo privado de esta naturaleza en toda España. Consta de nueve salas temáticas dedicadas a la Inquisición, Maimónides, los judeoespañoles, la Sinagoga, las mujeres sefardíes, las fiestas, la vida doméstica, la diáspora y la música. Dispone de una sobresaliente biblioteca de literatura, pensamiento, ciencia, arte y cultura sefardí. La Casa de Sefarad se ha convertido en un referente internacional en el estudio y la divulgación del legado judeoespañol y recibe la visita de miles de turistas, muchos de ellos judíos, de todo el mundo. Mantiene una intensa agenda cultural y está abierto todos los días entre 10.00 y 18.00 horas.

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