Los alcaldes que salvaron a sus pueblos de la tragedia
Convertidos en la primera línea política ante el desastre, todos se quejan de desinformación y nula comunicación
Sus decisiones significaron, en la mayoría de los casos, que las secuelas de la DANA no fueran aún más graves
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Se han erigido como los héroes políticos del mayor desastre natural en medio siglo en España. Los alcaldes de las zonas afectadas por la DANA que asoló sobre todo la provincia de Valencia fueron, en la mayoría de los casos, los primeros en tomar ... cartas en el asunto. Incluso antes de que las riadas inundaran sus pueblos aquel fatídico martes 29 de octubre y aún sin haber sido advertidos de la magnitud del temporal que llegaba.
«Nos tuvimos que buscar la vida»
Javier Sanchís
Alcalde de Algemesí
Ante lo «cargado» que venía el río Magro aquel martes 29 de octubre, el alcalde de Algemesí, José Javier Sanchis, contrató de forma urgente a una empresa de excavaciones para que retirara la acumulación de cañas que amenazaba con taponar y provocar daños en un puente del municipio. La localidad ya había sufrido otros episodios de lluvias fuertes similares y el consistorio había activado el plan municipal el domingo anterior, por lo que todo parecía estar bajo control. «Nos tuvimos que buscar la vida», reconocía Sanchis días después de la tragedia ante la falta de información de administraciones superiores.
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Los registros de precipitaciones aportados por las estaciones meteorológicas que tienen repartidas por esta ciudad, de alrededor de 27.500 habitantes, impidieron una tragedia mayor. «Nos reportan la cantidad de lluvia acumulada y otros valores en directo. Los datos nos llegan directamente al móvil a los responsables municipales y nos estaban entrando avisos de que se estaba triplicando la torrencialidad de las lluvias», explica el alcalde.
Por ello, a las cinco de la tarde, horas antes del desbordamiento del río, ordenó a las empresas de los polígonos industriales que cesaran su actividad para que los trabajadores pudieran volver a casa. Gracias a esa medida preventiva, «probablemente se evitaron víctimas o, como mínimo, muchos aislamientos y problemas en zonas muy inundables».
«Intuíamos que algo podía pasar»
Juan Ramón Adsuara
Alcalde de Alfafar
Juan Ramón Adsuara empezó a ser consciente de la catástrofe en su pueblo yendo a comprobar el estado de una de las calles en el barrio del Parque Alcosa. Le habían avisado de las primeras inundaciones y un policía local no le dejó pasar. Horas antes, por la mañana, el alcalde de Alfafar había acudido a un acto sobre innovación en Veles e Vents (Puerto de Valencia) con los avisos en la cabeza de un «martes complicado» (las cifra oficial de muertos en el municipio es de 15 personas). La intervención principal corría a cargo del presidente de la Diputación de valencia, Antonio Carratalá, que había cancelado toda su agenda ante la gravedad de la situación provocada por las lluvias en Alberic, 40 kilómetros al sur de la provincia de Valencia, y donde está a cargo de la alcaldía.
Carratalá el lunes 28 ya había mantenido reuniones con la policía y Guardia Civil para prepararse ante el escenario de emergencia, suspendiendo la actividad educativa y lanzado avisos sobre el agravamiento de la meteorología en las redes sociales. Allí empezó a llover a las 4.30 de la madrugada del 29 de octubre. «¡Tenemos inundaciones en todas las calles del pueblo! […] Evitad coger el coche, vamos a tener un día con muchos problemas en toda la provincia de Valencia!», puede leerse en alguno de los comunicados de su cuenta de Facebook», a las 6.40 de ese mismo día.
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Esa mañana Adsuara relata que sustituyó a Carratalá y volvió tan pronto pudo a Alfafar: «Intuíamos que algo podía pasar». Tras conocer el cambio a alerta roja después de las diez de la mañana grabaron un comunicado, que puede verse en las redes sociales del Ayuntamiento, en el que anuncia la prohibición de actividades al aire libre y recomienda a los mayores quedarse en casa. Desde entonces se puso en contacto con personal del Ayuntamiento y de la Policía Local para coordinar la emergencia hasta que ya no hubo nada que coordinar.
Uno de los guardias le impidió el paso y le recomendó subir a una casa en las alturas, de donde no bajó hasta las seis de la mañana del día siguiente. Cuando consiguió llegar al puesto de la Policía Local trató de dar aviso por walkie-talkie a la Policía Nacional en Valencia. Las comunicaciones estaban caídas. Una hora después montó junto a voluntarios una enfermería improvisada en la comisaría y comenzó con las labores de reconocimiento, rescate, planificación, acopio de material y ayuda a las víctimas que, con formas, recursos y problemas distintos, han tratado de poner en funcionamiento otros Ayuntamientos de la zona como el de Benetússer.
«Llamé al presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, gracias a que tengo su teléfono móvil desde hace tiempo»
Laura Sáez
Alcaldesa de Carlet
La alcaldesa Laura Sáez, no esperó ninguna indicación del Centro de Emergencias para comenzar a actuar. El martes 29 de octubre su población, Carlet, venía sufriendo los embates de la DANA desde bien temprano. «Primero cayeron cerca de 140 litros en pocas horas, que llegaron por el barranco de Benimodo, después un tornado afectó a varias empresas en la zona industrial y derribó más de 20 torres de energía eléctrica, algunas de alta tensión, por lo que la mitad de Carlet estaba sin luz», explica a ABC.
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Pero a media tarde, aquella no era la peor amenaza. El río Magro, que circunda la población, amenazaba con desbordarse y ya alcanzaba el nivel del puente que une el núcleo urbano con el polígono. Actuó con rapidez. «A eso de las 17 horas, justo cuando comenzaba la reunión del Cecopi, llamé al presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, gracias a que tengo su teléfono móvil desde hace tiempo». Ante su pregunta, Polo le explicó que iban a aliviar el pantano de Forata y, en el momento en que llegara ese agua a Carlet era previsible que el Magro desbordara e inundara algunas calles de la población.
La reacción de Laura Sáez fue inmediata. Cortaron el puente, y la Policía comezón a avisar a los vecinos de la zona potencialmente inundable para que desalojaran las plantas bajas y sacaran los coches a las zonas más altas. Con sacos de arena protegieron también las zonas más débiles. Faltaban todavía tres horas para el mensaje de ES-Alert y los vecinos de Carlet ya se encontraban protegidos en las plantas más altas.
Poco después, a las 18.28, Sáez entraba en directo en À Punt, la televisión autonómica, y reiteraba el mensaje de aviso a sus vecinos. «Los daños materiales han sido muchos, sólo el puente, golpeado por el arrastre de las cañas, maleza y troncos que bajaba el río costará más de cuatro millones, pero lo más importante es que nadie falleció en Carlet», se felicita la alcaldesa.
«A las 3 de la tarde fuimos a ver cómo estaba el barranco y parecía normal, pero volvimos a las seis menos cuarto y ya estaba desbordado. No nos llegó ninguna notificación oficial»
Amparo Folgado
Alcaldesa de Torrent
En Torrent, la alcaldesa Amparo Folgado, al ver cómo la alerta, en principio amarilla, evolucionaba en menos de una hora hasta el nivel rojo decidió convocar una reunión de emergencia con la Policía Local, Protección Civil y técnicos y concejales afectados. «Decidimos suspender las clases, las actividades deportivas y municipales y cerrar los parques y jardines», explica a ABC. «A las 12 los colegios ya estaban notificados para que los padres recogieran a los niños antes de las 14 horas», añade.
Sin embargo, a pesar de la alerta meteorológica, en la zona no llovía. «A las 3 de la tarde fuimos a ver cómo estaba el barranco y parecía normal, pero volvimos a las seis menos cuarto y ya estaba desbordado. No nos llegó ninguna notificación oficial», lamenta Folgado. Lo cierto es que el único aviso oficial, el del correo electrónico de la Confederación Hidrográfica del Júcar al que nadie hizo caso en el Cecopi, no llegaría hasta una hora después, las 18:43.
Un retraso que hubiera sido fatal en este caso. Para esa hora, en Torrent, las zonas más cercanas a la riera ya estaban desalojadas y los vecinos trasladados al pabellón polideportivo de El Vedat, gracias a la rápida decisión y la actuación de la Policía Local. «Algunos todavía siguen allí, porque han perdido sus casas», explica Folgado.
«Estábamos totalmente incomunicados»
Tomás Cervera
Alcalde de Sot de Chera
En Sot de Chera sabían que iba a llover, pero no recibieron ningún aviso de riada. «No tenemos constancia de que llegase nada, ni mi equipo ni yo personalmente», confirma Tomás Cervera, primer edil del pequeño pueblo en el que hay censados menos de 500 habitantes, pero que los fines de semana duplica su población. Que la DANA se produjera un martes salvó al municipio de una tragedia mayor, aunque aún lloran la pérdida de un niño y su padre.
Según cuenta el alcalde, el cauce del Sot se vio taponado por la suciedad y los árboles arrastrados en el cauce en un primer momento. Sin embargo, la fuerza del agua era tal que acabó arrastrando el tapón, bajando como un torrente sobre Sot de Chera y arrasando todo lo que encontraba a su paso, incluidas las antenas de telefonía móvil que dan servicio a la zona. Por ello, los estridentes avisos que llegaron a otros móviles no se escucharon allí. «Estábamos totalmente incomunicados. Hasta por la mañana, cuando algunos vecinos subieron a zonas más altas, no llegaron ni mensajes ni alertas».
Tras la riada, el pueblo se enfrentó a un nuevo temor: el posible colapso de la cercana presa de Chera, que contiene el agua del embalse de Buseo. «Es una presa vieja, con deficiencias estructurales desde hace tiempo y que, además, durante muchos años ha estado desatendida», explica Cervera. Tras las quejas del alcalde a los organismos pertinentes (la presa depende directamente de la Generalitat), se declaró la situación 2 de alerta y se evacuó a cerca de 50 personas del pueblo. Horas después, se descartó el riesgo de rotura. «Aún así, siguen monitorizando la presa», dice el alcalde, quien pide «comunicación más directa» con sus responsables.
«Tenemos el Instituto Alameda, que además es conservatorio, pegado al río que luego se desbordó y creció tres metros. Por suerte, cuando eso ocurrió, allí no había nadie. Hubiera sido letal»
Ricardo Gabaldón
Alcalde de Utiel
A las siete de la mañana del 29 de octubre, el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Utiel tomó la decisión de suspender las actividades escolares y deportivas ante las fuertes lluvias que ya caían en la zona. «Tenemos el Instituto Alameda, que además es conservatorio, pegado al río que luego se desbordó y creció tres metros. Por suerte, cuando eso ocurrió, allí no había nadie. Hubiera sido letal», relata a ABC Ricardo Gabaldón, alcalde de esta localidad de unos 12.000 habitantes. El centro quedó totalmente arrasado por la riada y no podrá abrir sus puertas, al menos, hasta el curso que viene.
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«Si entiendes de golpe lo que está pasando, te metes debajo de la mesa a llorar». Estrés, rabia, incredulidad y toma inmediata de decisiones: así se enfrenta el ser humano a las calamidades
Fueron los primeros también en solicitar la intervención de la Unidad Militar de Emergencias (UME), cuyos efectivos tuvieron problemas para acceder al municipio porque ya estaba aislado. Con un helicóptero de los bomberos que se pudo poner en marcha y agentes de la Policía Local, de la Guardia Civil, de Protección Civil y hasta los propios concejales, consiguieron rescatar a las personas que vivían en viviendas unifamiliares pegadas a la rambla del río. No pudieron hacer nada por las seis víctimas mortales, la mayoría gente mayor o con movilidad reducida que vivía en plantas bajas sin un piso superior y que se vio sorprendida por la tromba de agua.
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