Sierra Madre: El buque filipino encallado que desafía a China
Aumentan los choques violentos alrededor del barco en las disputadas aguas del mar de China Meridional, representación de la legitimidad de Filipinas ante el expansionismo del régimen
China replica los aviones de combate más avanzados de EE.UU. para ensayar sus ataques en caso de conflicto
![El buque filipino Sierra Madre](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/07/29/sierramamasita-RMlxoQzMA4WwPoNWHAsfSII-1200x840@diario_abc.jpg)
El futuro aguarda agazapado en los lugares más insospechados. Del mismo modo que la pandemia surgió en un anodino mercado de la ignota ciudad de Wuhan, un barco en descomposición enclavado doscientos kilómetros mar adentro desde hace un cuarto de siglo bien podría provocar la ... Tercera Guerra Mundial. Con sus cien metros de eslora reducidos a apenas un cascarón, el BRP Sierra Madre que participó en incontables batallas lucha ahora una última y agónica contienda contra los elementos, pues su quilla representa el alfiler que sostiene el statu quo en el mar de China Meridional, una espina clavada en el orgullo de la potencia emergente y sus hegemónicas aspiraciones.
La singladura de la nave comenzó en la otra punta del globo y con diferente nombre. A principios de octubre de 1944, los trabajadores portuarios de Evansville, Indiana, botaron a aguas del río Ohio el buque de desembarco de tanques USS LST-821. Este navegó Misisipi abajo hasta Nueva Orleans, desde donde zarpó para participar en las operaciones de Estados Unidos en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial y la posterior ocupación de Japón. En 1946, habiendo cumplido su objetivo, regresó a reserva.
Su descanso duró casi dos décadas, hasta que en 1964 el falaz incidente del golfo de Tonkín detonó la guerra de Vietnam. Renombrado en referencia a un condado de Carolina del Norte, el USS Harnett County volvió a levar anclas rumbo a Oriente. Allí acabó transferido a la armada de Vietnam del Sur, donde pasó a denominarse RVNS My Tho. Cada rincón de la nave, con capacidad para doscientos cincuenta marineros, fue aprovechado para evacuar a tres mil refugiados en vísperas de la caída de Saigón. Tras dramáticas circunstancias, arrió la bandera de un Estado que ya no existía y acabó por tomar tierra en la bahía de Súbic, Filipinas. Como parte del acuerdo para el desembarco el buque quedó bajo control del país, que lo rebautizó en honor de su mayor cadena montañosa: Sierra Madre.
Corría el año 1999 cuando el Gobierno presidido por Joseph Estrada -auténtico apellido Ejército- lo encalló deliberadamente en el banco de arena Ayungin, un atolón con forma de lágrima y casi tantos kilómetros de largo, veinte, como diferentes apelativos: Ren'ai Jiao para los chinos, Bai Co May para los vietnamitas, Second Thomas Shoal para los angloparlantes. El Sierra Madre cumple desde entonces su misión final: la de resistir como puesto de avanzada y reafirmación de la soberanía filipina contra China y contra el tiempo.
Lucha de gigantes
Este bajío forma parte de las islas Spratly, un centenar de cayos y arrecifes donde colisionan las reclamaciones territoriales superpuestas de China, Filipinas, Vietnam, Malasia, Taiwán y Brunei. Todos los países, a excepción del último, controlan algún rincón frente a reclamaciones ajenas. Su relieve no incide solo en los bancos de pesca, en las rutas del comercio, ni siquiera en las reservas de combustibles fósiles, sino en aquella dimensión que permite salvaguardar todas a la vez: el archipiélago constituye una atalaya estratégica para blindar la supremacía militar en la región -en particular para China, que carece de salida oceánica expedita-.
Así, cada contendiente esgrime sus argumentos. Filipinas, la tierra más próxima, reclama Ayungin de acuerdo a la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, la cual fija la zona económica exclusiva de cada país en una franja marítima de doscientas millas náuticas desde la costa. China, por contra, reivindica una supuesta soberanía histórica -sus pescadores faenarían allí desde el siglo II a.C. y aparecería en mapas de la época- para imponer la a todas luces abusiva Línea de Nueve Puntos que rebaña las aguas por entero.
El árbitro ya ha hablado. En enero de 2013, Filipinas presentó una reclamación ante el Tribunal Permanente de La Haya, institución que en julio de 2016 falló a su favor, dictaminando que «no hay base legal para la reclamación de derechos históricos por parte de China». Países involucrados como Vietnam o Malasia han reconocido la sentencia; no así el régimen, que aguarda la resolución, no tan justa como efectiva, de otro juicio: la fuerza. A lo largo de la última década, China ha empezado a crear islas artificiales militarizadas, dotadas de tropas, pistas de aterrizaje y puertos, en arrecifes vecinos como Fiery Cross o Subi.
A flote
Entretanto el Sierra Madre persiste, fáctico y quebradizo. Lo hace gracias a misiones de reaprovisionamiento que surten a la decena de marineros a bordo de víveres y, más vital si cabe, materiales de construcción. «La estrategia de Pekín consiste en esperar a que el barco se deteriore por causas naturales, y le preocupa que Manila busque fortificarlo furtivamente para convertirlo en un puesto de avanzada permanente», apuntaba semanas atrás un informe de la consultora Eurasia. «Informaciones recientes han confirmado estos temores, indicando que Filipinas habría logrado reconstruir parcialmente partes del buque abandonado».
Estas misiones se han convertido en escenario de escaramuzas de intensidad creciente. El punto álgido -por ahora- llegó a mediados de junio, cuando los guardacostas chinos desplegados ante el atolón abordaron naves filipinas blandiendo cuchillos y hachas, acción que dejó ocho heridos entre la tripulación. Desde entonces, la diplomacia ha calmado las aguas hasta timonear la semana pasada «un arreglo temporal para desescalar la situación». El incremento de la hostilidad coincide con un marcado alineamiento de Filipinas con Estados Unidos desde que Ferdinand Marcos Jr. sucediera a Rodrigo Duterte al frente del país.
«A pesar de una reducción a corto plazo, las tensiones fundamentales permanecen sin cambios. Filipinas seguirá enviando misiones periódicas de reabastecimiento al Sierra Madre, algunas de las cuales probablemente contendrán materiales de construcción. Los guardacostas chinos seguirán acosando estos envíos utilizando cañones de agua, láseres militares y maniobras de bloqueo, y confiscarán los buques que transporten materiales objetables», pronosticaba Eurasia. «Si bien ninguno de los dos países busca un conflicto, los enfrentamientos adicionales en el mar corren el riesgo de causar una muerte filipina que podría llevar al presidente Marcos a invocar el Tratado de Defensa Mutua entre Filipinas y EE.UU.». El porvenir que el Sierra Madre alberga permanece, de momento, oculto bajo la superficie.
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