La energía nuclear, matriz de las ambiciones internacionales de Francia
La fragilidad energética y militar de Europa es considerable, y, sin recursos propios, se vuelve dependiente de EE.UU.
El PP europeo abre el debate sobre el freno a la transición energética
El oasis nuclear de Francia; una energía barata y querida por la opinión pública
![La central nuclear de Nogent-sur-Marne, France](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/05/13/france-R1dd0udduPZWkHI8e980ItM-1200x840@diario_abc.jpg)
En Francia, la energía nuclear -tanto civil como militar- es una de las matrices históricas de la soberanía nacional y de las ambiciones europeas, ante los grandes desafíos ecológicos y militares en los que está hipotecado el futuro de Europa. Históricamente, desde 1958 ... todos los presidentes y gobiernos de la V República defendieron con matices esas ambiciones. Emmanuel Macron inició, entre 2022 y 2023, un proceso más amplio: presentar la energía nuclear como «la más limpia, verde y ecológica», anunciando un gran programa energético con nuevas centrales; fundar la Alianza Nuclear (AN) con los estados miembros de la UE en la misma sintonía; y poner el arsenal militar nuclear francés al servicio de la defensa continental.
En febrero del 2023, Francia, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Estonia, Finlandia, Hungría, Holanda, Polonia, la República Checa, Rumanía, Eslovenia, Eslovaquia y Suecia firmaron en Estocolmo el acta fundacional de la Alianza Nuclear (AN). Reino Unido e Italia participaron en el acta fundacional como países «observadores». Desde su fundación, AN se reúne regularmente para presionar en el seno de las instituciones europeas con el fin de conseguir para la energía atómica las mismas «ventajas» y «ayudas» que las energías ecológicas y renovables.
Desde la influencia
En Francia, el 70-72% de la energía consumida es de origen nuclear. El 25% de la energía consumida en toda Europa es de origen atómico y el 40% se produce en territorio galo. Esa posición energética, industrial y comercial también tiene una traducción diplomática muy activa e influyente.
El 4 de marzo pasado, los catorce miembros fundadores de la AN y los dos grandes miembros observadores, se reunieron en París para lanzar un programa de acción, dentro y fuera de la UE, con muchos frentes. Ese proyecto, concebido esencialmente por el Gobierno de Macron y matizado con las aportaciones del resto de los miembros de la Alianza, tiene estos objetivos de acción diplomática y cooperación multilateral: reconocer el puesto de la energía nuclear en la descarbonización de la economía, asegurar la autonomía estratégica, intensificar la defensa de la energía atómica y crear un marco europeo global propicio al desarrollo de la energía nuclear, asegurando su financiación. Francia ha creado un grupo de trabajo especial, con participación de otros estados, para «crear nuevos instrumentos de financiación de la energía nuclear, con ayudas del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y fondos para la innovación».
La invasión rusa de Ucrania, así como la prolongación indefinida de la guerra, ha recordado la dependencia energética de Alemania y de buena parte del continente de los suministros rusos. La fragilidad energética y militar de Europa es muy considerable: sin energía ni recursos militares propios para defender la soberanía continental, esta se hipoteca al «paraguas militar» de EE.UU., que tiene muchas armas nucleares estacionadas en Alemania, Italia, Bélgica y Holanda. Si Trump fuera elegido presidente, la inseguridad europea crecería de manera espectacular ante el riesgo de la retirada estadounidense de una Europa mal protegida y débil.
Doble fragilidad
Ante esa doble fragilidad, Emmanuel Macron volvió a reiterar una proposición de gran calado: poner el arsenal nuclear francés al servicio de la seguridad europea, sugiriendo la creación de una defensa europea, asociada pero independiente a la OTAN. Desde la óptica francesa, independencia energética e independencia militar son indisociables. Y la energía nuclear es la matriz.
Pero Francia, como potencia atómica sólo puede facilitar la negociación de ayudas para financiar la construcción de nuevas centrales nucleares, aunque no compartir el 'botón' del lanzamiento de misiles armados con cabezas nucleares. Ante ese dilema, desde hace décadas, Alemania siempre ha desconfiado de Francia, prefiriendo «refugiarse» en el «paraguas atómico» de EE.UU.
El resultado de las elecciones europeas del próximo mes de junio podrá «matizar» ambos procesos, militar y civil. En su día, el Parlamento Europeo pudo influir, en alguna manera, en los proyectos de la Alianza Nuclear (AN) y en el proyecto de eventual negociación de un hipotética defensa común europea. Sean cuales sean los equilibrios políticos del futuro Parlamento, la energía nuclear seguirá siendo, en Francia, la matriz fundacional de la soberanía nacional y las ambiciones europeas.
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