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JORNADA 7

2-2: Mejor igualar al derbi a goles que a miedos

JOSÉ MARÍA IGEÑO

Sevilla y Betis fallaron en el control del juego y cometieron muchos errores defensivos, pero jugaron el derbi más vistoso de las últimas temporadas, lleno de goles y espectáculo

SEVILLA. Otro empate más en Nervión, pero qué distinto a los anteriores. El derbi sevillano dejó atrás por una vez el miedo y se convirtió, inopinadamente, en un partido vistoso, con cuatro goles -especialmente estéticos los del Sevilla-, jugadas de ataque, momentos de gran brillantez -de modo singular por parte de las alas del Betis, Joaquín y Denilson-, ocasiones clarísimas de gol echadas por tierra -qué dos balones mandó fuera Germán Hornos- y dos equipos que en todo momento, o casi, quisieron ganar y pusieron en el campo con generosidad los argumentos de que disponen para lograrlo. Los dos equipos tienen calidad, los dos han aumentado esta temporada el potencial de sus plantillas y eso se puso de manifiesto con toda claridad en el que, sin lugar a dudas, quedará como uno de los derbis más vistosos de los últimos tiempos.

Desajustes defensivos

Claro que el partido tuvo sus aspectos negativos por parte y parte. Sevilla y Betis compartieron una inquietante falta de control del juego -ninguno fue capaz de manejarse con la situación en ventaja- y unos desajustes defensivos que costaron goles. Pero son aspectos que el común de los aficionados «perdona» si traen consigo la posibilidad de ver fútbol con espacios, goles y ocasiones. Y como del resultado no sale herido ninguno de los eternos rivales, pues todos contentos -a medias, pero contentos- en espera de que el calendario lleve a Heliópolis la segunda parte de la liga doméstica.

Para este derbi que tan atípico iba a resultar, Caparrós se atrevió a modificar sustancialmente su equipo, no tanto por darle entrada a Baptista sino por conservar, pese a ello, la pareja de siempre en el centro, Martí-Casquero, y por incluir arriba, por delante de Darío, a su compatriota Germán Hornos, de suerte que la entrada del brasileño se produjo a costa de perder un jugador de banda derecha. Comoquiera que Baptista tendió a irse al centro, donde tuvo mucha llegada en la primera parte y se perdió en la segunda, esa banda quedó un poco «coja» y Daniel Alves tuvo bastantes problemas con un inspirado Denilson.

En el Betis, el mismo sistema de siempre y una variación en el «once». Víctor Fernández no «regaló» a los centrales sevillistas la presencia del siempre estático Palermo, que al menos en teoría hubiera facilitado una barbaridad el trabajo de Javi Navarro y Pablo Alfaro, y alineó a Tote pese a su falta de tono físico.

Toda la primera parte del encuentro estuvo marcada por los continuos intentos de ruptura en medio campo por parte de ambos equipos, que se sienten más cómodos con espacios por delante. El que más lo consiguió, gracias a su fútbol directo, fue el Sevilla, mientras el Betis se perdía en posesiones más largas pero también más infructuosas. El ariete que se estrenaba en Liga, Germán Hornos, desperdició en el arranque dos clarísimas ocasiones de gol, una surgida de un saque de puerta de Esteban, prolongado de cabeza por Darío Silva, y otra originada por un pase magistral de Reyes.

Dado que Assunçao estrellaba en la barrera las faltas que el Sevilla iba cediendo en zona de alto riesgo, Esteban se fue al descanso sin haber tenido que hacer una sola parada.

Y con la segunda parte llegó también el acierto ante el gol. Una jugada velocísima de Baptista y Daniel Alves, a los cinco minutos de haberse reanudado el juego, concluyó con un centro del lateral sevillista al segundo palo y un remate acrobático y nada fácil de Reyes con la zurda. Un golazo.

Pero al Sevilla no le duró la ventaja prácticamente nada. Un minuto después del gol blanco, Denilson empató al rematar desde cerca con la cabeza un centro extraño, nada limpio de Joaquín, después de una sucesión de rebotes. El tanto no sólo igualó la contienda para el Betis, sino que dio paso a una fase de juego en la que los verdiblancos se adueñaron del partido. Con el Sevilla pasándolo francamente mal y metido en su campo, una absurda pérdida de balón en el área local por parte de Darío Silva permitió que centrara Lembo y que Tote, también de cabeza y con toda comodidad, pusiera al Betis por delante.

Caparrós dio entrada a Marcos Vales para que profundizara por la derecha, pero el jugador supuestamente de refresco entró muy poco en juego. El cansancio empezó a hacer mella en el Sevilla -el gran Baptista de la primera parte era ya una sombra que no sabía a dónde acudir- y los locales, presa también de los nervios, perdían hasta los balones claros. Pero un nuevo golazo, esta vez de Antoñito, sacó al Sevilla de su lamentable estado y devolvió intensidad y emoción a un partido que el Betis no supo controlar cuando tuvo ventaja. El tanto llegó en un pase atrás de Marcos Vales que el delantero del Polígono controló con tiempo para amagar y darse la vuelta sin que ningún defensor le estorbara. Antoñito le pegó cruzado cuando por fin encontró ángulo de disparo -Contreras voló a su palo derecho, pero el tiro era imparable- y dejó las cosas en un nuevo empate. Otro más, pero tan distinto...


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