LAPISABIEN
Sierra Pelada
Un soplido, viento sahariano, y una ciudad que se va quedando sin el horizonte donde imaginarse el fin de semana
'Arrejuntarse' con la Gran Vía
Se ve la sierra seca, y da lástima. Porque otros años, en otra época y corte moral que diría Loquillo, ahora todo estaría reventón. Los madrileños, eso sí, disfrutaron de la nieve que se iba, que se estaba yendo, mientras en Soria ... se colapsaban del blanco elemento los caminos. Antes de ayer, como quien dice.
La cuestión es que cuando Madrid se abre urbanísticamente, desde las terrazas, cuando abre la mano y la mirada hacia el Guadarrama azul se ve, de nuevo, esa sequía y un penacho blanco que recuerda que hasta hubo glaciares.
Para un señor de montes como yo, que ya empieza a extrañar los pinsapos de Abantos, el Hayedo de Montejo, este sol no sé si traerá buenos presagios. Quizá sí.
He soñado que llevábamos a portada una imagen de Madrid Río con la chiquillería remojándose con pistolas de agua y demás. A finales de enero. Quizá sea una premonición de esa vena de Madrid a la que, pese a los esfuerzos, aún le queda tiempo para volverse un vergel. Y no lleva mal camino.
Amanece ya con algo de brillo cuando se va la niebla, los que corren a mi vera no llevan guantes. Las gafas de sol en el kit, aunque aún el astro rey no pega y, eso sí, mucha más malla, más parafernalia que trote.
Volvamos a la sierra. Hay cuadros de Velázquez donde incluso se adivinan ventiscas que él vería, pero que son ya nostalgia pictórica. Puede venir febrero, en la segunda mitad, bravo. Lo dudo.
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Las terrazas se empiezan a poner las botas, pero lo que se ve en lontananza es un sistema montañoso que no se reconoce; que está cambiando con la velocidad con la que nos han cambiado España.
Un soplido, viento sahariano, y una ciudad que se va quedando sin el horizonte donde imaginarse el fin de semana, que aquí somos muy de domingueros para que respire el alma.
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