LAPISABIEN
Suave es la noche. Alguna...
Los buenos cristianos van durmiendo el sueño de los justos hasta que en los parques se cruzan las navajas
Candela
A veces hay que darse un capricho. Una VTC o un taxi, ver la ciudad en sordina. Conducirán mejor o peor, pero sentirse alguien es siempre un respiro después del duro bregar. Suena un vago jazz, se ha quitado el reguetón y, como ... en cascada, resuena algo bello; Nat King Cole en español o así.
El tráfico es el que es, pero se va haciendo la noche, y entra una calma que va preparando el cuerpo para esos minutos del sueño dulce (si los hay), la lectura de algo que olvidaremos, el descanso de un mente que ya presenta síntomas de agujetas por hiperactividad endógena.
Ya las luces son las que son, sin ese estrés reiterativo de los brillos de Navidad, que colapsan. Colapsan en este servidor y colapsan las calles que, con villancicos del pobre avariento, no son las de Nueva York por mucho LED. El coche pasa por los bulevares de Colón a metros antes de Marqués de Urquijo, sin tanto gentío, y va llegando ese momento, el único del día, en que Madrid genera calma.
Se ha visto la ciudad, con sus cláxones asordinados, sus brillos, y el manto de noche aún no nocherniega. Cuando parece que no pasa nada. Cuando en otros barrios, y en otro tiempo, quizá canten los grillos.
Van pasando las horas, algunas horas, los buenos cristianos van durmiendo el sueño de los justos hasta que en los parques se cruzan las navajas, y la ciudad se va crispando de 'vendettas'.
MÁS INFORMACIÓN
De venganzas cada vez más jóvenes, más fieras. Será cuestión de número, pero es la realidad de la ciudad y, como tal, hay que contarla.
El momento al que me refiero tiene también su versión en el metro. Con un libro en lugar del fondo urbano, y parece que el mundo no importa. Esos minutos que hay que darse antes de que la ciudad nos mate, que suele hacerlo por reiteración.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete