Desahogada victoria de Salvador Illa que apuntala el relato de Sánchez con el 'procés'

El independentismo no suma mayoría absoluta como sucedió en las elecciones de 2021, cuando el PSC no pudo gobernar pese a ganar. Illa mejora nueve escaños y 216.215 papeletas respecto a ese año. Su resultado apuntala el relato del presidente del Gobierno sobre su política de distensión con el soberanismo para neutralizar el 'procés'. «Las medidas del Gobierno de Pedro Sánchez para volver a la convivencia en Cataluña reciben hoy un aval y un impulso muy importante», expresaron fuentes de la dirección nacional del PSOE antes de terminar el escrutinio.

Cataluña era el gran plebiscito de Sánchez. Un bloqueo por la imposibilidad de gobernar de Illa hubiera sido un gran fracaso y caído como un obús en Moncloa y Ferraz. Illa entró ayer en la sala de prensa entre aplausos y gritos de euforia y a 500 kilómetros, en Ferraz, sentían alivio. Estas urnas eran el primer examen del PSOE en Cataluña tras la aprobación de los indultos a los líderes del 'procés' en junio de 2021 y después de la tramitación de la ley de amnistía para los investigados por el referéndum ilegal del 1-O.

Todavía queda lograr un acuerdo con Pere Aragonès, candidato de ERC, y con los comunes de Jéssica Albiach. Pero los socialistas creen que la caída de trece escaños de ERC les forzará a investir a Illa presidente porque provocar otro adelanto electoral podría terminar por barrerles más diputados. Aragonès ya avisó anoche de que trabajará en la oposición, si bien eso no significa que le niegue el apoyo sino que podría apoyar al futuro gobierno desde fuera.

Illa llegó al Parlament de Cataluña en 2021 después de liderar el Ministerio de Sanidad durante la pandemia y se convirtió en el líder de la oposición. En estos últimos tres años, el socialista picó piedra para fagocitar al independentismo descontento con Aragonès -no son casualidad detalles como reivindicar la figura de Josep Tarradellas- y el espacio constitucionalista a su izquierda. Consumidos los caladeros de ERC y comunes, y sin posibilidad de nutrirse de Ciudadanos, que alimentó al PP, en las últimas semanas desplegó una estrategia para representar a la antigua Convergencia.

Y así el independentismo no sumó en Cataluña por primera vez en 40 años. «Amable protector mío, San Pancracio», dice la oración a este santo de la buena suerte al que se le reza, qué casualidad, el 12 de mayo, coincidiendo este año con las elecciones catalanas. El candidato del PSC, hombre de fe, colocó una estampita de este mártir en su despacho de la sede del PSC de Barcelona semanas antes de las urnas. «Atiende al ruego», añade el rezo.

Illa colocó propuestas como la de recuperar al mayor Josep Lluis Trapero como director general de los Mossos en medio del debate de TV3. La gran batalla del PSC fue contra Puigdemont, que iba acercándose a los socialistas en los sondeos que llegaban desde fuera del país -en España están prohibidos por la ley electoral la última semana de campaña- hasta alejarlos de la horquilla de entre 44 y 46 escaños por la que cruzaban los dedos en la Casa Socialista Joan Reventós, sede del PSC.

Nadie se acordaba anoche de que el inicio de la campaña estuvo marcado por el shock generalizado después del amago de Sánchez de abandonar la presidencia tras denunciar una estrategia de acoso judicial de la derecha y la extrema derecha contra él y su familia. La incertidumbre en los primeros mítines de Illa, sin embargo, no les desalentó.

El PSC vio una ventana de oportunidad en la ola de adhesiones que logró el PSOE para movilizar a su electorado, mucho más abstencionista en las autonómicas que en las generales. De hecho, el PSC ganó en Cataluña en el 23J con 1.213.006 votos, pero la tendencia histórica revela que nunca se traducen en el plano regional por el abatimiento que infligen las victorias de CiU. La primera mitad de campaña fue atípica y se parecía más a una enorme terapia de grupo. Pero todo eso es agua pasada y Sánchez e Illa se sienten hoy más fuertes, más convencidos.