POR MI VEREDA
Sin firmar manifiestos
Guardó siempre su independencia, algo complicado en un panorama artístico dominado por escuelas, equipos y colectivos. Logró vivir como una mujer moderna de su trabajo, de su vocación
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Asegura Patricia Molins, conservadora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y comisaria de la muestra sobre Delhy Tejero expuesta en Patio Herreriano de Valladolid, que en la infancia de la pintora de Toro, dentro de la desgracia de perder a su ... madre, hubo dos circunstancias determinantes: el amor a la cultura inculcado por su padre y su asistencia a clases de dibujo en la Fundación González Allende. Esta entidad ponía en práctica los postulados de la Institución Libre de Enseñanza en renovación pedagógica. Allí, la adolescente Adela asentó sus nociones con lápiz y pinturas, que le permitirán después publicar sus primeras ilustraciones en un periódico de su localidad natal y en El Liberal. Llegado el momento de irse a Madrid, su progenitor apuesta por corte, confección e idiomas, pero la joven lo tiene claro: entrar en la Escuela de Artes y Oficios y después en la de Bellas Artes de San Fernando. Logra ambos objetivos y recibe clases de Julio Romero de Torres, entre otros.
En la efervescencia cultural de finales de la década de 1920 en Madrid, caracterizada por las vanguardias, Delhy Tejero, por admiración a la India, ya empieza a firmar sus obras así, como colaboradora de las mejores revistas del momento, entre ellas «Blanco y Negro». Conoce a Valle Inclán, a Lorca, a Alberti, a Clara Campoamor y a María de Maeztu, en cuya residencia de señoritas vive unos años. Los premios y las exposiciones empiezan a reconocer su notable talento en tres ámbitos: dibujo, pintura al óleo y murales. Durante la Guerra Civil, reside en Florencia y París, donde se mueve en el círculo de Breton y traba amistad con Picasso. Terminado el conflicto, vuelve a Madrid para trabajar en un estudio de la Gran Vía, que ocupará hasta su muerte en 1968. Su profunda espiritualidad crece, de la mano del sacerdote agustino César Vaca, junto a otras mujeres destacadas entonces, como Lilí Álvarez o Carmen Laforet.
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La exposición de Valladolid, que lleva por título «Geometría y misterio», refleja por un lado su deseo de ordenar el mundo y, por otro, un fondo religioso, casi místico. En dos salas, el visitante puede observar una amplia recopilación de obras de la artista zamorana, tanto en técnicas como en contenidos. Merece la pena subrayar su facilidad para captar la psicología del retrato, y la presencia de escenas rurales de Castilla, de marcado sentido etnográfico, en las que puede verse la ciudad de Toro. La familia de Delhy, y en particular su sobrina, María Dolores Vila Tejero, quiere dar a conocer su inmensa figura artística y remarcar que guardó siempre su independencia, algo complicado en un panorama artístico dominado por escuelas, equipos y colectivos. Logró vivir como una mujer moderna de su trabajo, de su vocación. «sin formar parte de movimientos rígidos ni firmar manifiestos». Valiosa libertad.
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