VÍA PULCHRITUDINIS
Ya vienen los lobos
A veces y con razón nos ponemos tontos con lo de que sin nuestros agricultores y ganaderos no podríamos comer pero es que, además, sin ellos no seríamos nada
Perros veganos
![Ganadero de Rihonor de Castilla (Zamora)](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/10/07/_09MAX202004473244-RiWLCJ18Xoyc6z2JWJsmF2O-1200x840@diario_abc.jpg)
A las ocho de la tarde comienza a caer la noche y dentro de poco las farolas ya estarán encendidas a las seis. Aquí no hay leds y el titilar de las lámparas atornasoladas ofrece una ambientación única sólo repetible en los retazos de la ... memoria infantil. El silbar del viento sube de decibelios empujado por el otoño y por la falta de parroquianos.
El mal tiempo sólo ha hecho que asomar y los aullidos de los lobos reclaman ya su espacio entre los paredones de tapial. Aunque de día se pueda salir sin chambergo, por la noche el olor a naftalina de las mantas resurge de los armarios y devuelve al hipotálamo a su lugar de ser.
El equipo de guardia afronta un año más sus responsabilidades y mantiene abierto para el mundo el agujero más grande nunca jamás concebido. Miles de hectáreas de labranza que nos darán de comer y una forma de ser, una idiosincrasia sin la que ninguno de los grupos de investigación en Inteligencia Artificial sería capaz de entenderse. Ingenieros modernitos y creadores de contenidos relucientes a base de filtros infames se creen extraños a ese mundo que dejan atrás cada verano cuando la visita a los abuelos se distancian y vuelven a la vida 'normal'.
La modernidad en forma de gran superficie y comida remolcada por repartidores de Glovo no es consciente que, además de la leche y las patatas, debemos a esas gentes, considerados por algunos paletos con boina, la sangre que corre por nuestras venas y la conciencia que llevamos tatuada a fuego en el espíritu. A veces y con razón nos ponemos tontos con lo de que sin nuestros agricultores y ganaderos no podríamos comer pero es que, además, sin ellos no seríamos nada. Pertenecer a este mundo no depende del mejor adosado en un suburbio ni de un pisazo en la capital. La pertenencia a este mundo depende de ese lugar donde, por algún motivo, deberías de ser enterrado y donde la gente te respeta o te odia por cómo te comportas en el bar o a la salida de misa, sin filtros de Instagram que te afinen el rictus ni de una nómina que te agrande el jacuzzi de la urbanización. En primavera, cuando volvamos al pueblo, muchos del equipo de guardia habrán muerto pero habrán seguido abonando ese tierra que todos llevamos en los bolsillos. Gracias.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete