«¡La comida sobrante se destinará a comedores sociales!». Así termina cada semana sus pruebas uno de los concursos de cocina con más tirón de la televisión. La medida parece loable desde cualquier punto de vista pero cuando los participantes la proclaman como si de ... una chanza se tratara te empotras contra el sillón y empiezas a pensar si la frase es realmente un compromiso solidario o uno de esos eslóganes de marketing vacío de sentido y lleno de oportunismo.
Después de meses con el soniquete de la, cuestionable o no, frase de marras los concursantes tenían que preparar un menú para mascotas. Comida sin sal, bocados pequeños, quitar huesos y espinas…. esos y mil más eran los consejos que el jurado proponía a los participantes para lograr unos platos perfectos que hicieran las delicias de sus animales. Mientras, cómo no, los sobrantes del programa irían a parar a «comederos sociales».
Nadie puede ni debe demonizar un programa de entretenimiento que, además, intenta inculcar valores aunque nada más sea a través de eslóganes. Lo preocupante y criticable no es el programa sino que la sociedad a la que pretende entretener sea receptora de incongruencias de semejante calibre sin despeinarse. Si el programa no fracasa es porque está bien hecho y sabe lo que hay al otro lado de los receptores. Hemos convertido a nuestros animales en seres cuando menos iguales a nosotros. Un perro con camiseta y vegano no deja de ser un insulto a la inteligencia y un atentado contra la dignidad del pobre chucho pero su éxito de verdad está en la correa que lleva al cuello y en que no puede hablar. Así se querría ahora que fueran los seres humanos. Ya no sólo los ricos pueden amedrentar y hacer y deshacer a su antojo sino que hasta los más tirados tienen a alguien a quien mandar porque los perros ni se sindican, ni comen lo que quieren y, además, llevan la camiseta del Madrid sin chistar aunque sean culés hasta la médula.
Gatitos y perretes son adorables por muchas cosas pero, sobre todo, por su falta de espíritu crítico. Algunos lo llamarán amor y dirán que su perro ladra cuando algo no le gusta pero hasta que no aprenda a abrir la puerta, meterse en una patera e ir a buscarse la vida tendrá vetada su dignidad aunque coma antes que los de los comedores sociales. Lo de nuestra dignidad, mejor para otro programa.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete