Borja Sémper tendrá manos libres para ser 'verso suelto' con Feijóo
Génova quiere que sea portavoz de campaña hasta las generales mientras el líder del PP mira al electorado más centrista y aleja al partido de Vox
Feijóo saluda a Sémper en el acto de su presentación como portavoz de campaña
El portazo de Borja Sémper al PP de Pablo Casado, cuando anunció que dejaba la política en enero de 2020 por discrepancias con el 'ala dura' del partido, fue uno de los más sonoros que se recuerdan en esa etapa. El que fuera concejal ... de Irùn, presidente del PP de Guipúzcoa y portavoz en el Parlamento vasco se hartó de las imposiciones de Génova, del intervencionismo en el País Vasco, como en el resto de comunidades, y de la deriva que, a su juicio, estaba tomando el partido tras las primarias de julio de 2018. En el PP alguien que conoce muy de cerca lo que pasó lo resume así: «Pablo Casado no le tragaba, no contaba con él y lo demostró a la hora de hacer las listas, cuando le ignoró por completo». Uno y otro representaban a la perfección las dos almas del PP. Una de ellas, la más conservadora y derechista, había ganado en el congreso extraordinario tras la dimisión de Mariano Rajoy y la perdedora, más pragmática y centrista, se sintió desplazada y fuera de lugar en la nueva estrategia, salvo alguna excepción que sirvió a los vencedores para presumir de integración.
Borja Sémper, como Íñigo de la Serna, otro 'fichaje' recuperado por Feijóo en los últimos días, y como otros dirigentes procedentes de la anterior etapa se marcharon a la empresa privada, desencantados con el rumbo que estaba tomando la política, y al verse sin hueco en su partido. En el caso del político vasco, se incorporó a EY como director de relaciones institucionales. Iba a ganar bastante más dinero, pero también más tiempo para los suyos, y además se alejaba de la toxicidad creciente de la política.
Aquel portazo de Sémper tuvo mucho de simbólico dentro del PP. Él siempre fue un 'verso suelto', pero no a la manera de Cayetana Álvarez de Toledo, a quien en Génova algunos definen como «portavoz de sí misma». Con Sémper, cuando era presidente del PP de Guipúzcoa, sus encontronazos fueron sonados. Pero Sémper no estaba solo, tenía detrás a un grupo de dirigentes vascos que actuaban a una. Desde una parte del partido, y en esto coincidían Álvarez de Toledo y Casado, se veía al PP vasco demasiado cercano o complaciente con los nacionalistas, y atribuían a eso su caída progresiva en las urnas. Pero en el PP vasco recuerdan con orgullo que aquel equipo que formaron en su día los Basagoiti, Sémper, Oyarzabal y Quiroga cuando tuvieron fuerza suficiente quitaron el poder al PNV para dárselo al Partido Socialista y convertir en lendakari a Patxi López gracias a sus votos. A los que estuvieron amenazados de muerte por ETA, vivieron demasiados años con escolta en plena juventud y vieron cómo la banda terrorista asesinaba a compañeros de partido, las lecciones procedentes de Madrid sobre su tierra les gustan más bien poco. Y eso fue lo que llevó también al anterior presidente del partido en esa comunidad, Alfonso Alonso, a dejar el puesto y dedicarse, uno más, a la actividad privada.
Borja Sémper no dejó de ser del PP desde que entró en política con 17 años en 1993 de la mano de Gregorio Ordóñez. Desde Nuevas Generaciones y después, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, en primera línea de un equipo que arriesgó su vida ante la amenaza terrorista, fue uno de los referentes del PP vasco y se creó un perfil propio. En los últimos años, y en la nueva etapa abierta en el País Vasco tras la derrota de ETA, acentuó un carácter moderado y dialogante, muy alejado de la política de polarización que tanto se lleva ahora.
Feijóo le tenía 'fichado' desde hacía tiempo. Ya pensó en él cuando ganó el congreso de Sevilla, en abril. Sus debates con el socialista Eduardo Madina en Onda Cero eran el reflejo de lo que el nuevo presidente del PP quería para su partido: capacidad de diálogo con ese PSOE de toda la vida al que echan de menos en el PP, diferentes puntos de vista y disposición a llegar a espacios de encuentro en asuntos clave. Y eso sin agitar a la izquierda por sus comentarios.
Íñigo de la Serna, Alberto Núñez Feijóo, Elías Bendodo y Borja Sémper
Las llamadas se sucedieron, pero Sémper, metido de lleno en su actividad profesional, no vio el momento oportuno. Hasta finales de año. En el puente de diciembre, Feijóo le invitó a comer en un restaurante de Madrid y allí sellaron el acuerdo, que luego concretaría con la jefa de gabinete del líder del PP, Marta Varela. Le pidieron discreción absoluta, hasta el punto de que ni siquiera se lo contó a sus amigos más cercanos.
Sémper volvería por la puerta grande, como portavoz de campaña. No hasta las municipales y autonómicas de mayo, sino hasta las generales. ¿Y después? Hay quien le ve como candidato a lendakari, pero en círculos próximos a Feijóo creen que sería un buen portavoz parlamentario o ministro. Sea como fuere, Sémper ha vuelto con la intención de quedarse. En Génova conocen bien su tendencia a ser un verso suelto, pero conociendo su perfil, urbanita, centrista y joven, les parece hasta bien, se sienten cómodos con su discurso y viceversa. Creen que en su discurso se sienten representados no solo votantes del PP, sino de Ciudadanos y una parte del PSOE desencantado. No todos lo ven igual y en el PP hay voces que recuerdan el caso de Álvarez de Toledo: «Traerá problemas», avisan.
Estos días se ha destacado mucho que Sémper es poeta. Algunos de sus poemas pueden encontrarse en internet. Sobre su obra, como sobre su perfil político, hay opiniones para todos los gustos. No todo han sido palabras de bienvenida dentro del PP. Un sector, procedente de la anterior etapa, ve con «preocupación y sorpresa» el «desembarco masivo» de antiguos sorayistas en Génova y lamentan que se dejen fuera otras «sensibilidades» del partido.