Sequía
Los embalses de Córdoba mantienen el nivel más bajo de Andalucía con un 14%
En el Norte queda agua hasta febrero mientras el Sur aguantará un año; la capital tiene bastante para 2-3 años
Hallan una balsa en una mina con agua para dos años de consumo en el Norte
Julio Berbel: «¿No habría que pagar 40 céntimos al día por redes de agua en buen estado?»
Los embalses de la provincia de Córdoba siguen perdiendo agua semana tras semana ante la gravedad de la sequía actual, con un otoño que en cuanto a precipitaciones está muy por debajo de la media. En octubre no ha llovido prácticamente nada y lo poco que ha caído no ha servido para mejorar el nivel de los pantanos de los que beben casi 800.000 cordobeses.
De media, las presas ubicadas en territorio cordobés almacenan 465 hectómetros cúbicos, tan sólo un 14 por ciento, la cifra más baja de toda Andalucía. En condiciones normales (la media de los últimos 10 años), deberían estar a la mitad, con el abastecimiento garantizado para varios años vista y más de 1.600 hectómetros cúbicos del líquido elemento almacenado.
La situación no es nueva puesto que se prolonga durante más de tres años, pero este 2022 está siendo especialmente malo. El año pasado, a estas alturas, los pantanos cordobeses aún tenían guardados más de 700 hectómetros cúbicos, en torno a un 21 por ciento del máximo. Ahora bien, la distribución del agua que queda es muy desigual a lo largo del territorio.
El embalse que peor se encuentra ahora mismo en la provincia de Córdoba es el de Sierra Boyera, con el agravante de que de allí beben prácticamente todos los habitantes de las comarcas del norte, casi 80.000 personas. Tan sólo le quedan dos hectómetros cúbicos, de acuerdo con el último Boletín Hidrológico Peninsular, que llega hasta el último día de octubre.
A finales del verano Sierra Boyera tenía aún 5 hectómetros cúbicos y las previsiones para entonces variaban entre quienes pensaban que no aguantaría el otoño hasta quienes creían que habría suficiente agua al menos hasta que esté terminada la obra de emergencia de conexión con La Colada que está realizando la Confederación Hidrográfica del Guadiana. En dos meses ha perdido otros tres hectómetros cúbicos y no ha llovido, ni de lejos, lo suficiente para compensar las pérdidas por consumo y evaporación.
No obstante, el presidente de la empresa provincial de aguas Emproacsa, Esteban Morales, cree que las previsiones siguen apuntando a febrero como el último mes con agua disponible en Sierra Boyera si antes no ha llovido. Para entonces ya deberían estar terminadas las obras de urgencia de conexión de la presa de La Colada con Sierra Boyera, y aún antes la alternativa pensada por Emproacsa para hacer uso del agua retenida en una antigua mina.
A mediados de septiembre, Sierra Boyera bajó por primera vez en esta sequía del 10% de capacidad, y ahora se encuentra al 5%. El año pasado por estas fechas aún tenía casi un 30% de su capacidad máxima, unos 12 hectómetros cúbicos. Hay que remontarse a la sequía de mediados de los 90 para encontrar un nivel más bajo, ya que en esa época la balsa ubicada a los pies de Belmez se secó por completo.
Iznájar
El embalse de Iznájar también está en una pésima situación, pero se encuentra mejor que Sierra Boyera ya que alberga un 12 por ciento de su volumen, con 115 hectómetros cúbicos de reserva. Es más, en la última semana incluso ha ganado un hectómetro cúbico en comparación con la anterior, una cantidad muy pequeña para un pantano que tiene 920 hectómetros, pero al menos tampoco ha seguido perdiendo líquido.
Su nivel es, por primera vez, inferior al de la anterior seguía de 2005-2008, pero aún tiene más agua almacenada que la que hubo en el 95 (aproximadamente la mitad que ahora). De allí se abastecen prácticamente todos los pueblos de la campiña cordobesa, pero también de las provincias limítrofes. A pesar de todo ello, Esteban Morales apunta a que Iznájar aún tiene agua para resistir un año más sin ninguna precipitación. Ahora bien, eso es teniendo en cuenta el abastecimiento humano. Los regadíos son otra cosa.
Morales señala a ABC que «en el Sur tenemos las reservas de Iznájar, que aunque es una cantidad que no es de emergencia, para el abastecimiento tenemos margen. Nos preocupan otros usos, como el regadío, un sector muy importante en el Sur. No nos olvidemos de que el canal del Genil-Cabra tiene más de 30.000 hectáreas de regadío en carga. Eso lo vemos con preocupación. Tenemos que prever un año de consumo humano, pero entendemos que el sector agrícola demande la colaboración» de las administraciones para afrontar con garantías la actual sequía.
Martín Gonzalo, Puente Nuevo y la capital
Otro pantano dedicado al abastecimiento es el de Martín Gonzalo, que lleva el agua hasta los municipios de la zona oriental del Valle del Guadalquivir. Su situación es igual de crítica que el de Sierra Boyera, pero las actuaciones de emergencia se incluyeron en el decreto del Gobierno de la primavera y ya están en marcha: consisten en bombear el líquido directamente desde el Guadalquivir, que se encuentra a escasos kilómetros.
En la actualidad la presa de Martín Gonzalo retiene 3 hectómetros cúbicos y no ha perdido nivel en la última semana. Es un 15 por ciento de su capacidad máxima, la mitad de lo que había almacenado el año pasado a estas alturas. En la sequía de 2005-2008 se quedó con 5 hectómetros como pico mínimo, pero en la de los 90 llegó prácticamente a secarse con tan solo un hectómetro en el invierno de 1995, cuando el periodo de escasez terminó.
Puente Nuevo es el último de los embalses para consumo humano en los municipios de la provincia, si bien sólo sirve para dos pequeñas poblaciones del Guadiato. Está al 14 por ciento pero al tratarse de una presa grande retiene 40 hectómetros. Ha perdido poca agua en un año: en 2021 en estas fechas mantenía 51 hectómetros cúbicos.
La capital es un caso bien diferente y no tiene problemas a la vista. El gerente de Emacsa, Rafael Serrano, confirmó que «tenemos para dos años y medio o así», quizás hasta tres. Hay 56 hectómetros en el Guadalmellato, embalse principlal, y otros 45 en San Rafael de Navallana, de carácter subsidiario, y «gastamos 22 o 23 hectómetros al año».
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