Siguiendo el ejemplo del Zapatero de los últimos tiempos, Alfredo Pérez Rubalcaba evitará este fin de semana abrir el curso político con los mineros de Rodiezmo, papel que dejará en manos de su secretario de Organización, el leonés Óscar López. En su lugar, el líder de los socialistas ha preferido inaugurar septiembre arrimándose hoy sábado en Santiago de Compostela a Pachi Vázquez, la apuesta con la que PSOE cree que puede arrebatar al PP la Xunta de Galicia.
Rubalcaba declaraba públicamente en Ferraz a finales de agosto su «sintonía personal» con Vázquez, que fue uno de sus apoyos en la batalla contra Carme Chacón librada en el 38 congreso federal. No obstante, la ceremonia de entronización del candidato autonómico que se celebrará hoy y los previsibles mensajes de impulso y unidad, no podrán ocultar que el PSOE acude a las urnas gallegas profundamente dividido.
La excusa de la convocatoria adelantada de los comicios, anunciada esta semana por el presidente Alberto Núñez Feijoo, ha frustrado las primarias para elegir cabeza de cartel que los socialistas habían programado para el 6 de octubre, y con ello las aspiraciones de las familias anti pachistas.
Cabe señalar el sector chaconista encarnado en Francisco Caamaño, que ya ha dicho que no planteará batalla, y hacer mención especial a la corriente que encabeza el pontevedrés Abel Caballero. Su enfrentamiento con Vázquez se remonta al momento en que éste último obligó a Carmela Silva a decidir entre seguir siendo concejal o diputada en Madrid, y muestra del desafío que se traen han sido los intentos de Caballero por empujar al ex ministro José Blanco para que compitiera por la candidatura a la Xunta.
Blanco, a la espera
Blanco tenía su propio plan. Ha dejado claro este verano allá donde ha podido que no tenía el menor interés en convertirse en aspirante. Pero lo cierto es que, con su presunta implicación en el Caso Campeón aún sin resolver, el que fuera titular de Fomento está atado de pies y manos para dar cualquier paso adelante. De haberse pronunciado ya el Supremo en un sentido que liberara a Blanco de toda sospecha de corrupción, a muy pocos les cabe la duda de que el ex ministro habría luchado con toda seguridad por ser él el adversario de Feijoo en vez de Pachi Vázquez, al que ya retó en el último congreso de los socialistas gallegos enfrentándole a su patrocinada Elena Espinosa.
Dentro de esa estrategia de Blanco para conquistar el poder del PSdeG, por ahora paralizados, cobra importancia el hecho de que su relación con Rubalcaba ya no es lo que era. La distancia entre ambos no se oculta a nadie en el partido, una circunstancia que habría animado aún más al ex ministro a medirse con Pachi Vázquez. Probablemente, hoy todos se verán las caras.
Los cónclaves provinciales del PSOE gallego ya revelaron suficientemente las fisuras entre sectores, un despropósito interno que choca con la convicción alcanzada por parte de los socialistas de que esta vez pueden ganar las elecciones. Ninguna encuesta respalda la idea. De estar en lo cierto, Vázquez cosechará un éxito titánico y Rubalcaba otro pequeño respiro con el que oxigenar su liderazgo agónico. De producirse una derrota, al menos el primero ya puede dar su carrera política por finiquitada.
