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'Guerra sin restricciones', el detallado oráculo para crear una potencia
Un libro 'profético' que parece un manual de instrucciones que muchos países podrían haber seguido para ejercer su influencia global, y que se ha convertido en una obra de referencia para militares chinos y rusos
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«Someter al enemigo sin luchar es la suprema excelencia». Es una cita del 'Arte de la Guerra' que tenían en mente dos autores chinos que escribieron un libro que hace una revisión actualizada de su concepción de cómo derrotar al oponente. Una especie de Maquiavelo moderno que dice «cuando los imperios perecen, no es con un estruendo sino con una risa disimulada».
Luis Garvía, director del Máster de Riesgos Financieros de Comillas ICADE, comenta que «ya hace más de 20 años que los coroneles chinos Qiao Liang y Wang Xiangsui-del ejército popular de liberación chino (EPL)- escribieron, en 1999, su profético 'Unrestricted Warfare', algo así como Guerra sin restricciones. En aquel momento la ventaja tecnológica de EE.UU. era incuestionable, y la propuesta del libro era buscar la forma de vencer a ese enemigo».
La obra con los años se convirtió en el libro de referencia de militares rusos y chinos. La publicación inquietó a los EE.UU. y la Escuela de Guerra de la Marina y el Servicio de Inteligencia de la USAF y lo integraron en su programa de estudios. Tras los ataques del 11S el libro comenzó a acaparar aún más la atención de todos que lo calificaron como un plan maestro de China para alcanzar la hegemonía.
La tesis fundamental era evitar el enfrentamiento militar directo y librar la guerra en otros frentes de batalla, es decir sin disparar una sola arma. Su repaso sorprende por la similitud con las redes de acción que ha desplegado China y otros para expandir su influencia. «A finales de los 90, la guerra en un mundo digital ya no es una guerra que tiene que ver solo con armas. Es una guerra que se juega en otros planos, especialmente en las redes sociales, o en los mercados financieros. Y eso es lo que estamos viendo con los movimientos que está realizando China», afirma Garvía. Lo vemos en la batalla dólar frente a yuan.
La IEEE establece que el progresivo aislamiento de Taiwán es la muestra más clara de ello, «y poco a poco vemos como Pekín intenta seducir a través de lucrativos acuerdos comerciales a los países que aún hoy reconocen a Taiwán».
La obra comienza diciendo «cuando la gente comience a alegrarse de la reducción del uso de la fuerza militar para resolver los conflictos, la guerra renacerá en otra forma y en otro ámbito, transformándose en un instrumento de enorme poder en manos de todos los que albergan intenciones de control de otros países o regiones. Sólo ha vuelto a invadir la sociedad humana en una forma más compleja. Las guerras que hayan sufrido los cambios de tecnología moderna y el sistema de mercado serán lanzadas aún más en las formas más atípicas...para obligar al enemigo a aceptar los propios intereses».
Así el libro asegura que «la guerra financiera es una forma de guerra no militar que es tan terriblemente destructiva como una guerra sangrienta, pero que en realidad no derrama sangre». Por tanto, «la sutileza es la nueva herramienta, por medio de ataques imperceptibles que afecten el funcionamiento regular de un país. Con todo, un estado puede estar en medio de una guerra sin siquiera saberlo, peor aún, desconociendo al adversario».
La obra de los dos coroneles chinos establece que mientras EE.UU. está envuelta en la trampa de las armas de alta tecnología cuyo coste sigue aumentando-Estados Unidos presenta un déficit en su gasto militar-el resto con menos recursos debe desarrollar un enfoque diferente, con armas 'más bondadosas'. Y añaden «el uso de Adidas o Nike no puede garantizar que te convertirás en un ganador».
!['Guerra sin restricciones', el detallado oráculo para crear una potencia](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2023/05/13/5guerra_20230513231656-U41874200083mav-624x400@abc.jpg)
¿Que es la Guerra Irrestricta? Según exponía la Universidad John Hopkins, «son ataques integrados explotando diversas áreas de vulnerabilidad», destacando:
-La Guerra Cultural, controlando o influenciando los puntos de vista culturales de la nación adversaria.
-La Guerra de las Drogas, invadiendo a la nación adversaria con drogas ilegales.
-La Guerra de la Ayuda Económica, empleando la dependencia a la ayuda financiera para controlar al adversario.
-La Guerra Ambiental, destruyendo los recursos ambientales a la nación adversaria.
-La Guerra Financiera, subvirtiendo o dominando el sistema bancario del adversario y su mercado de valores. Un arma de hiperestrategia, según el libro, frente a las armas nucleares que se han convertido en decoraciones aterradoras en repisas y que están perdiendo su valor real operacional.
-La Guerra de las Leyes Internacionales, subvirtiendo o dominando las políticas de las organizaciones internacionales o multinacionales.
-La Guerra Mediática, manipulando los medios de prensa extranjeros.
-La Guerra del Internet, mediante el dominio o destrucción de los sistemas informáticos transnacionales.
-La Guerra Psicológica, dominando la percepción de las capacidades de la nación adversaria.
-La Guerra de Recursos, controlando el acceso a los escasos recursos naturales o manipulando su valor en el mercado.
-La Guerra de Contrabando, invadiendo el mercado del adversario con productos ilegales.
-La Guerra Tecnológica, ganando ventaja en el control de tecnologías civiles y militares claves.
Y el libro establece que el futuro de la guerra está en trascender los asuntos militares, siendo cada vez más una temática de políticos, científicos, e incluso de banqueros.
De ahí que señale que «en esta era de la integración económica, si alguna compañía económicamente poderosa quiere atacar a la economía de otro país mientras ataca al mismo tiempo sus defensas, puede confiar completamente en el uso de medios ya preparados, como sanciones comerciales o embargos de amenazas y armas militares. Incluso una potencia quasi-mundial como China ya tiene el poder de sacudir la economía mundial sólo cambiando sus propias políticas económicas».
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Y continúa diciendo «Si China fuera un país egoísta y hubiese dejado que el yuan perdiera su valor, sin duda esto hubiera generado las desgracias de las economías de Asia. También hubiera inducido a un cataclismo en los mercados de capitales del mundo, ya que incluso la nación deudora número uno del mundo, un país que se basa en la entrada de capitales extranjeros para apoyar su prosperidad económica, los EE.UU, sin duda hubiera sufrido grandes pérdidas económicas. Ese resultado, desde luego, hubiese sido mejor que un ataque militar». Más efectivo y certero.
Y por ello establece que en un futuro, «el joven soldado que tenga que cumplir órdenes preguntará: ¿Dónde está el campo de batalla? La respuesta debería ser: en todas partes».
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