Tenis
Alcaraz y el reto de minimizar las desconexiones
El español sigue sufriendo estos apagones inesperados en los que trabaja para que no se conviertan en un mayor desgaste ni, sobre todo, en un susto irrecuperable
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Alcaraz: «Los altibajos no los achaco al brazo, sino a mí»

Pocos tenistas son tan sinceros como Paula Badosa y Carlos Alcaraz tanto cuando ganan bien como cuando ganan menos bien. Ambos lo han cumplido en este Roland Garros, en el que vencieron a sus respectivos rivales, Katie Boulter la catalana, Jesper de Jong el murciano, y, sobre todo, superaron un bajón de energía y mental que salió de sus propias cabeza. Un doble triunfo aunque, en el caso de Alcaraz, le reporta más deberes que alegrías.
El murciano doblegó a un valiente De Jong después de dos sets de absoluto control y un set y medio de absoluto apagón. ¿Mérito del neerlandés o demérito del español? «Los dos. He tenido muchos altibajos, aunque con buen nivel en el primer y en el segundo set. Después me ha costado estar físicamente a un alta intensidad, y él ha jugado con alta intensidad y buen tenis. No me ha ayudado a entrar en el partido. Y ha sido un tercer set muy malo por mi parte. En el cuarto he luchado, pero los juegos con mi saque no han ido de la mejor manera. He tratado de entrar en el ritmo de partido metiéndome en intercambios largos, pero ha habido muchos altibajos mentales por mi parte».
No se esconde el murciano porque sabe que no ha sido un despiste ni que estuviera distraído: «Distraído no. Como decía Djokovic, es imposible que estemos desde la primera hasta la última bola sin altibajos, pero si eso es me pasa, que sea un juego, mejor que un set y medio. Es lo que tengo que trabajar. No creo que estuviera distraído, sino falta de energía. Hay momentos en los que me cuesta más».
No se esconde el murciano porque sabe que no ha sido algo puntual, aunque sí está intentando que lo sean: más espaciados, más breves, hasta que desaparezcan. Los ha sufrido muchas ocasiones que también, no obstante, le han servido para crecer y saber dónde tiene el margen de mejora que lo puede impulsar todavía más arriba.
Con los 21 años recién cumplidos, el murciano ha aprendido mucho en este trayecto a las alturas. Ha ido construyendo su tenis, su nivel y su confianza, y tratando de limitar estos apagones que ya asumía desde su aterrizaje en el circuito ATP. Le han costado más de un disgusto, como en el pasado US Open 2023, cuando se desconectó de tal forma en la semifinal contra Daniil Medvedev que no supo reaccionar y acabó cediendo ante el ruso:
«La lección es que no puedo desaprovechar oportunidades y no puedo tener la desconexión que tuve a partir del tie break si quiero ganar más Grand Slams y ser de los mejores. No he sido lo suficiente maduro para manejar este tipo de partido. En el 3-3 del tie-break perdí la concentración y cuatro puntos seguidos. Y en el segundo set estaba en la luna. Fue difícil para mí mantener la calma», asumía después el murciano, sincero, honesto, dispuesto siempre a aprender para ser mejor. «Yo siempre quiero mejorar. Se aprende más de las derrotas que de las victorias. Tengo que analizar lo que he hecho mal para lo que venga. La temporada sigue y nadie se ha muerto. Hay grandes torneos por delante», continuaba al finalizar aquel torneo en el que defendía corona, pero se llevo una lección que también son valiosas en el viaje hacia la perfección.
A principios de este curso, en el Abierto de Australia, pasó por una situación similar. Desconectado desde que entró en la pista, cuando quiso reaccionar ya era el tercer set y Alexander Zverev se llevaba el partido en volandas. «No sé lo que ha pasado. Me encantaría decirlo, pero no me he encontrado con buenas sensaciones desde el comienzo. He cometido errores que no venía cometiendo en los inicios de los otros partidos. El saque ha sido malo, ni porcentajes ni direcciones... A nivel mental, estos lapsus, de no encontrar el buen 'feeling', no me pueden pasar. Puedo jugar peor, pero no tener cero 'feeling' con mis golpes. Esto no debe ocurrir», admitía en Melbourne.
Es uno de los reproches que siempre se ha hecho el murciano, y que trabaja con Juan Carlos Ferrero para limitar. Como esos otros despistes fuera de la pista de los que también se llevó un tirón de orejas de su entrenador a finales de 2023. Que no es fácil porque no deja de ser un chaval de 21 años que ya ha sido número 1, ahora es tres del mundo, que ha ganado dos Grand Slams (US Open 2022 y Wimbledon 2023) y fue finalista de Roland Garros 2023 y, por tanto, se miran con lupa todos sus movimientos. «Nadie es perfecto. No voy a excusarme en la edad, pero tengo 20 años. Es algo que tengo que mejorar y creo que es normal que esto me pase. Lo bueno es que lo sabemos, que esto me pasa y tenemos que trabajar en ello para que me pase menos o no me pase. Si nos vamos más atrás, me pasaba más de continuo, pero ahora menos. No me preocupa. Sé que es algo que cambiaré y le daré la vuelta», ponía ya un paso hacia el remedio en enero.
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Sin embargo, sigue ahí el problema, que costó perder un set este miércoles ante De Jong. Sabe que, por tenis, intensidad, potencia y experiencia, el neerlandés no iba a causarle un susto de verdad al mejor de cinco sets, pero que sí se lo pueden crear tenistas de mayor entidad. Empezando con sus próximos rivales: Sebastian Korda o Soon-Woo Kwon. Lo dicho, si el despiste dura un juego, mejor que set y medio.
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