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Tenis / Los 14 mordiscos de Nadal

2007, el tercer Roland Garros de Nadal: Borrón y título nuevo tras 81 triunfos seguidos

Quizá por ese resbalón, Nadal comenzó con todo el ímpetu de recuperar su superioridad en la Philippe Chatrier y fue a paliza por jornada

Carlos Alcaraz - Jesper de Jong, en directo: resultado, ganador y última hora de la segunda ronda de Roland Garros hoy

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Laura Marta

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Después del mordisco en 2005 y el de 2006, ya no había duda alguna de que Rafael Nadal iba a marcar una época en Roland Garros. Aterrizó con otro triplete: Montecarlo, Barcelona, Roma. Hasta ahí, lo de siempre y como nunca, porque celebraba el español 81 triunfos consecutivos en tierra batida, desde mayo de 2005, difícilmente superables en el circuito masculino, y aun así, lejos de los 125 de Chris Evert a finales de los años 70.

No podía ser otro que Roger Federer, número 1 y ya campeón de 10 Grand Slams, quien obrara el milagro de humanizar a Nadal en tierra aquel 20 de mayo de 2007 en la final de Hamburgo. De recuerdo, el balear se llevó la camiseta del suizo, donde le firmó: «81, felicidades por un récord increíble e inalcanzable, Roger». Así que aquella edición de Roland Garros comenzó con la sensación de que quizá podría virar el aire a favor del suizo si ambos lograban alcanzar el último día de torneo.

Quizá por ese resbalón, Nadal comenzó con todo el ímpetu de recuperar su superioridad en la Philippe Chatrier y fue a paliza por jornada: Juan Martín del Potro lo inquietó un poco en el primer set antes de claudicar por 7-5, 6-3 y 6-2; Flavio Cipolla, apenas aprovechó un poco de orgullo en el tercer set (6-2, 6-1 y 6-4); más contundente fue ante Albert Montañés (6-1, 6-3 y 6-2) y, un año después, Lleyton Hewitt no era aquel rival que intimidaba por leyenda, y menos, en tierra batida. Un 6-3, 6-1 y 7-6 (5) que confirmó el cambio de época en el tenis, y en la que Nadal iba a prevalecer y a mantenerse por encima de cualquiera.

Incluso del que siempre ha sido su amigo y mentor, algunas veces su compañero de Copa Davis, muchas otras veces su rival, y acabó siendo su entrenador: Carlos Moyà, a quien trató sin piedad y sentenció con un 6-4, 6-3 y 6-0. Novak Djokovic emergió en semifinales, pero faltaba para que estuviera a la altura del español (7-5, 6-4 y 6-2).

En la final, Federer. Que entró a la pista convencido de que podría repetir la gesta, pero que salió de la pista convencido de que aquí era un imposible. Nadal tenía la sed de revancha y el antídoto. «Teníamos clara la idea de cómo jugarle aquí. Le buscamos el revés con bolas altas. Las cosas salieron bien desde el principio, aunque Federer ganó el segundo set. Rafael estaba muy firme y decidido». Tricampeón en París, con vuelta a la senda del éxito en su superficie favorita.

Aquella raqueta con la que jugó se subastó años más tarde por 118.000 euros. Federer solo volvería a ganar al balear en tierra una sola vez más, en la final de Madrid de 2009, en dieciséis duelos.

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