Paul Valéry se hace más grande a la luz de sus inéditos
Publican cientos de páginas desconocidas del poeta, en las que este analiza la crisis política y espiritual de Europa en la Segunda Guerra Mundial

Primer acontecimiento del año que comienza: la publicación de setecientas páginas de inéditos del más grande de los poetas franceses del siglo XX, Paul Valéry, un grande entre los grandes de nuestra civilización, junto a Borges, Neruda, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Jorge Guillén, ... Lorca, Rilke, Paul Celan, Ezra Pound, Eliot, entre otros.
Las vanguardias, Dadaísmo, Surrealismo, etcétera, intentaron dinamitar los cánones tradicionales del gran arte literario y artístico. E impusieron su 'tiranía' durante muchas décadas. Andando el tiempo, la subversión vanguardista comenzó a instalarse en el panteón de la historia cultural, con un puesto propio, al mismo tiempo que la tradición clásica recobró su posición de columna vertebral de las culturas. André Breton quizá fue el más grande de los agitadores literarios. Como poeta, Paul Valéry ha recobrado su puesto de figura central de la poesía escrita en francés durante el siglo XX. Con una particularidad esencial: setenta y siete años después de su muerte, descubrimos centenares de páginas esenciales sobre su concepción de la poesía y la cultura.
En castellano, toda la obra poética y crítica de Machado, Juan Ramón, Lorca, Guillén, Borges, Neruda, los grandes patriarcas, es bien conocida y 'catalogada'. Los ensayos de Guillén y Pedro Salinas son estudiados desde hace décadas. En inglés, la obra crítica de Eliot (más modesta que la de Valéry) está muy bien editada y reconocida como matriz esencial. En alemán, Rilke y Celan, los más grandes del siglo pasado, están editados de manera muy minuciosa y ejemplar. En ese marco, los inéditos de Valéry recién publicados tienen muchas facetas originales.
En vida, el poeta fue consagrado como una suerte de conciencia poética nacional. Jorge Guillén fue el primer traductor al español de uno de sus libros / poemas más célebres, 'El cementerio marino'. Se sabía que Valéry había pronunciado una larga serie de cursos / conferencias en el College de France (donde Antonio Machado se inició en la filosofía francesa), entre 1937 y 1945. Pero…, gran improvisador, Valéry solo había escrito breves notas, que le servían de guion para pronunciar sus conferencias.
Cuadernos íntimos
Las notas de los cursos de Valéry no tenían una identidad clara. William Marx, historiador de la literatura, hizo el 2021 un gran descubrimiento: la copia estenográfica de los cursos improvisados, en voz alta, en el College de France, el 'sancta sanctorum' de la universidad y las humanidades francesas. Tras año y medio de trabajo muy intenso, el mismo Marx es el editor de los dos volúmenes de inéditos: 'Cursos de poética: I. El cuerpo y el espíritu (1937 - 1940)' y 'II. El lenguaje, la sociedad, la historia (1940 - 1945)'.
La poesía de Valéry ya tenía su puesto propio en el canon poético francés. Sus 'Cuadernos' (el gran acontecimiento de los años 70 del siglo pasado) descubrieron el «laberinto» de unos cuadernos íntimos donde todo cabe, de la reflexión teórica a las intimidades líricas. Los cursos del College de France están llamados a descubrir un Valéry inédito, 'improvisando' su visión de la historia de Francia y nuestra civilización, cuando Europa estaba caída de hinojos en las grandes tragedias de su tiempo: ascensión totalitaria de comunismo y nazismo, Guerra Civil española, vísperas de la Segunda Guerra Mundial, ocupación de Francia por la Wehrmacht, las tropas imperiales de Hitler.
Dimensión política visionaria
Esa dimensión expresamente política de la obra de Valéry también tiene una importancia muy particular. Entre los más grandes, en inglés, Ezra Pound descarriló políticamente de mala manera. Y Eliot prefirió guardar una prudente distancia. En castellano, el estalinismo de Pablo Neruda quizá sea una página negra en su obra, el anarquismo escéptico de Borges tiene una importancia limitada, el Juan Ramón de 'Espacio' (el poema español más importante del siglo XX, según Octavio Paz) tiene sangrantes pero limitadas reflexiones políticas. En alemán, las princesas de Rilke son incompatibles con la política. En italiano, D'Annunzio coqueteó con el fascismo. En francés, las proclamas revolucionarias de Breton y los surrealistas tienen mucho de poético, pero se precipitaron pronto en el delirio agonal.
Ante la pobreza relativa o descarriada del pensamiento político e histórico de muchos de los grandes poetas del siglo XX, los inéditos y cursos / conferencias en el College de France nos recuerdan el puesto sencillamente esencial de Valéry en la historia de la defensa espiritual y cultural de Europa, la civilización europea, con una dimensión visionaria abrumadora.
Tras la Primera Guerra Mundial, entre 1920 y 1945, la Sociedad de Naciones (SdN) intentó salvar o crear un nuevo orden diplomático internacional. Valéry fue un «colaborador» emérito. Y, desde ese y otros púlpitos, sostuvo legendarios diálogos culturales con otros grandes maestros de la cultura de su tiempo: Thomas Mann, Salvador de Madariaga, Jules Romains, Herman von Keyserling, Béla Bartók, Johan Huizinga. En esa escena cultural y diplomática continental, Valéry defendía la supremacía de la cultura y la vida del espíritu contra la condición «desalmada» de la política.
Entre 'Grandeza y decadencia de Europa' (1927) y los dos volúmenes de cursos inéditos, recién publicados, Valéry analiza, desmenuza, critica y nos advierte de amenazas, problemas y tragedias de una actualidad inquietante. Por ejemplo, en 'Incierto futuro de la civilización europea' resuena la guerra imperial de Rusia contra Ucrania, lo que confiere una dimensión visionaria de la profecía del poeta. Y en 'Amenazas para las libertades democráticas' se escuchan las tormentas contra el Capitolio, en Washington, y las instituciones políticas brasileñas. Son ejemplos y prolongaciones inquietantes de las advertencias lanzadas por Valéry.
La Europa del espíritu
«Solo la Europa del espíritu podrá salvar a la Europa de los políticos…», escribe. Visión idealista, sin duda, que Valéry defiende con mucho genio verbal: «Yo considero que la política, la acción política, las formas políticas tienen valores inferiores a la vida del espíritu. En nuestro tiempo, la Sociedad de Naciones debe 'completarse' con una Sociedad de hombres de cultura, hombres consagrados a las cosas del espíritu. Esa sociedad de hombres de cultura siempre ha existido. Solo la vida del espíritu puede hacer retroceder la barbarie…».
Hitler y Stalin, ayer, Putin, hoy, ilustran de trágica manera los «límites» del idealismo. Las tiranías totalitarias, nazis y comunistas, enterraron la vida del espíritu en sus campos de concentración con ambiciones planetarias. Los cursos de poética de Valéry tienen una originalidad única y radical.
Se pueden compartir o repudiar las opiniones de Neruda sobre Stalin: pero se trata de opiniones. El poeta chileno no dejó escrita una poética que justificase tales desvaríos. Se pueden compartir las opiniones de Juan Ramón Jiménez sobre algunos protagonistas de la Guerra Civil: pero sigue tratándose de opiniones personales, nunca «justificadas» en el marco de la poética general del gran poeta.
Valéry, por el contrario, pronuncia grandes conferencias consagradas a desmenuzar las relaciones entre el lenguaje, la sociedad y la historia en un momento crucial de la civilización europea, entre 1940 y 1945, confiriendo a la vida del espíritu, la vida de la palabra poética, la vida de la cultura, un puesto esencial en la amenazada supervivencia de nuestros pueblos y civilización.
Civilización amenazada
Ante el espectáculo saturnal de una Francia ocupada, una Europa en ruinas, Valéry no se deja llevar por el nihilismo sin fondo de Paul Celan, la angustia atormentada de Juan Ramón, el pesimismo lírico de Eliot o el pesimismo trágico del Thomas Mann del 'Doctor Fausto', contemplando el espectáculo de una civilización amenazada por las sirenas de la muerte y la destrucción abismal, Valéry sigue creyendo en la palabra y la vida del espíritu.
Sus alumnos en el College de France fueron Yves Bonnefoy, el más grande de los poetas franceses de la segunda mitad del siglo XX, y Maurice Blanchot, uno de los grandes críticos literarios del siglo pasado. La palabra poética, la defensa de la vida del espíritu, cumplían su misión primera: transmitirse de boca en boca, de libro en libro, de poema en poema.
MÁS INFORMACIÓN
Hoy como ayer, Europa, la civilización europea, vuelve a estar amenazada por los jinetes del Apocalipsis de una guerra imperial contra las sociedades libres. Los inéditos de Valéry nos recuerdan e invitan a compartir su fe inquebrantable en la vida del espíritu, la cultura. Amén.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete