Jesús Carrasco: «No creo que la guerra vaya a afectar particularmente al libro»
El escritor conversa con ABC sobre el estado de la literatura española y su proyección internacional en el marco de la Feria del Libro de Fráncfort
![El escritor Jesús Carrasco](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/10/17/1431319491-RnBfjvvYzPkFcJHMpdBhuLP-1240x768@abc.jpg)
Jesús Carrasco es uno de los autores españoles a los que el Instituto Cervantes de Berlín ha captado para una visita exprés a la capital alemana, en el marco de la Feria del Libro de Fráncfort. El escritor conversa con ABC sobre el ... estado de la literatura española y su proyección internacional.
—¿Cómo lleva esta faceta de la vida de escritor, de bolo en bolo?
—Pues cuando el ritmo es moderado bien, pero cuando es tan continuado me voy cansando. En todo caso es un trabajo que hago con gusto.
—¿Qué espera de la Feria de Fráncfort?
—Un gran desembarco español. Nos la hemos tomado muy en serio y eso me enorgullece.
—¿En qué estado llega la literatura española a este reto?
—Creo de verdad que llegamos en un grandísimo momento. Hay una muy buena renovación de voces, ausencias fundamentales como la de Javier Marías o Almudena Grandes, pero también voces nuevas muy variadas, poderosas y personales. Desde todos los rincones de España, desde el medio rural y las ciudades. Con un tejido editorial muy potente: desde las más grandes a las pequeñas pero exquisitas. Esa constelación de pequeñas editoriales de gran calidad llevan también adelante una producción muy cuidada e interesante.
—El desembarco español tiene lugar en un país que se siente casi en guerra.
—No creo que la guerra vaya a afectar particularmente al libro. Lo que sí afectará será la subsiguiente crisis, que está por llegar en su ola más alta, dejando de lado el drama humano que es la guerra y particularmente esta. Pero creo que el libro ha demostrado ser una pieza cultural resistente, más de lo que valoramos desde dentro. Hace poco estábamos dudando si el libro de papel subsistiría a pesar del electrónico. Si la literatura en sí tendría sentido como formato de transmisión de cultura, conocimiento o ficción en un contexto de fuerza y brillantez de las series. Y hemos visto que sí, que se sigue leyendo en papel, que hay un tejido de librerías importante que a su vez forman tejido cultural en las ciudades. Sigue aguantando. Flota como un corcho en el agua y a mí eso me inspira mucha esperanza. No tanto por el libro de papel, sino por la cultura.
—¿Qué cree que pasa cuando se trasplanta su obra a Alemania, como la traducción de 'Llévame a casa'? Aquí la familia se vive de forma diferente, es muy raro el alemán adulto que se plantea cuidar personalmente a sus padres ancianos. Eso es cosa del Estado, de manera que el punto de vista del lector es seguramente muy diferente.
—Acaba de salir y no he tenido tiempo de percibir la reacción. Es cierto que en ese sentido es una novela muy mediterránea, quizá muy latina, pero dejando eso al margen creo que puede ser bien recibida porque plantea una cuestión inevitable: qué hacer con los mayores o cómo negociar la vejez. Independientemente de la respuesta que des, exige una respuesta como hijo, o como alguien emocionalmente cerca de esas personas. En Escocia, donde he vivido, también el un tipo de familia diferente, pero el de la familia es un tema universal. Seguramente tienen aquí forma diferente, pero estoy seguro de que también hay conflictos familiares. En todo caso es un mercado complicado y llegar desde el último rincón de Europa con una novela de autor desconocido es ya un gran reto.
—'Intemperie' se tradujo al alemán.
—Y lo poco que fue recibida fue muy bien recibida. La tradujo una buena editorial, Kett-Cotta, pero al poco tiempo la persona encargada se fue de la empresa, algo que sucede a menudo. Normalmente una primera novela de un escritor joven es una apuesta personal de un editor y, si esa persona se va, se termina. No sé qué suerte hubiera corrido, pero arrancaba muy bien.
—También hay una Alemania vacía, en el este, la antigua RDA. Quizá haya ahí un punto de conexión.
—Es un libro que conecta bien con las periferias. Con la tensión entre la periferia y el centro.
—¿Neorruralismo?
—Entiendo la etiqueta, pero si me lo dicen por la calle no me doy la vuelta. No niego que mis tres novelas están ambientadas en el medio rural español, en 2012 a 2014 hay unas novelas con rasgos en común y se percibe esa especie de ola, pero particularmente lo que yo hago trata de ir un poco más allá. Parte de un medio y sus gentes, pero no me quedo en un espacio costumbrista. La etiqueta denota quizá que todos sentimos que le habíamos dado la espalda a ese medio.
—¿Y qué está escribiendo ahora?
—Un ensayo sobre las manos y, a través de ellas, sobre el mundo más inmediato que nos rodea. Tengo la sensación de que las tenemos un poco olvidadas, que nos han traído hasta aquí y que merecen una reflexión. En mi casa se encuadernaban libros y siempre ha tenido mucha importancia el trabajo manual, mucha dignidad. Mi padre, profesor, enseñaba papiroflexia en el colegio. Y me he dado cuenta de que el trabajo manual me embelesa y me arrastra, más que la literatura y la lectura. Cuando trabajo madera, hierro, fontanería o albañilería, la huerta, casi cualquier cosa, el mundo a mi alrededor desaparece. Esa dimensión física del ser humano me interesa muchísimo y además hay algo muy particular de las manos: son una de las partes más complejas del cuerpo, llenas de articulaciones y control motor. Con manos se hizo el David de Miguel Ángel y tantísimas maravillas. Yo me pregunto dónde reside ese poder y por qué a mí me arrastra tanto. En eso estoy. En una observación detallada de lo que me rodea a partir de las manos y en un mundo en el que todo parece desvanecerse en la virtualidad o la automatización. Y sin embargo yo capto una necesidad general del tacto, la caricia, el libro de papel, la pieza bien hecha.
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—Solo dos preguntas más: ¿qué está leyendo ahora mismo y qué libro le recomendaría a un lector alemán para encontrarse con la literatura española del momento?
—Estoy leyendo el último libro de Sara Mesa, 'La familia', y recomendaría 'Obra maestra', de Juan Tallón, que narra la peripecia del día en que el Reina Sofía perdió una obra de Richard Serra de 36 toneladas de peso. Una novela muy bien escrita, muy divertida y que narra cómo somos a veces.
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