Salvo Bildu, nadie pone ya en cuestión que el próximo domingo el PNV volverá a obtener la victoria en las urnas y, a diferencia de en 2009, no habrá «pinzas» que le impidan regresar a Ajuria Enea casi cuatro años después. Según todos los estudios demoscópicos realizados hasta ahora, los de Iñigo Urkullu obtendrán 25 o más escaños del total de 75 asientos en el Parlamento Vasco. Un tercio de poder a priori insuficiente para solventar la hercúlea tarea de sacar al País Vasco de la crisis y afrontar los otros dos grandes retos del gobierno autónomo: tanto en la cuestión de la convivencia en un futuro sin ETA, así como en materia del autogobierno y el entramado institucional.
Un Parlamento soberanista
Tampoco será ya sorpresa el amplio aterrizaje de la vieja Batasuna en la Cámara de Vitoria, en la pista de la coalición EH Bildu, a la que las encuestas otorgan una veintena de parlamentarios. El nuevo «inquilino» provocará automáticamente la pérdida de presencia de los partidos constitucionalistas, con especial castigo al PSE de Patxi López, que podría dejarse hasta un tercio de parlamentarios (en la actualidad tiene 25). El PP, con 13 escaños hoy, solo aspira en este momento a mantenerse, mientras que fuerzas minoritarias como IU y UPyD centran sus esfuerzos en no caerse del mapa institucional vasco.
Así las cosas, con el Parlamento vasco más «abertzale» desde los años noventa, el PNV tendrá que decidir a partir del lunes si se anima a gobernar en solitario, soportando un Ejecutivo en clara minoría parlamentaria, o si por el contrario intenta abrir un pacto de legislatura. La tercería vía y más estable, la de un Gobierno de coalición, parece descartada de antemano por los de Urkullu, más que reacios a acercarse a una coalición EH Bildu en expansión por mucho que su objetivo soberanista converja. Tampoco parece realista pensar en un acuerdo con el PSE, con el que Sabin Etxea tiene los puentes rotos desde que le sacaron del sillón.
Difícil juego de mayorías
Una de las claves escondidas el domingo será si el PNV puede contar con el PP para sumar mayoría, aunque sea solo en acuerdos puntuales, de carácter económico, y siempre que los de Urkullu cumplan su promesa de priorizar la crisis sobre su apetito soberanista. En un escenario contrario, con EH Bildu y PSE con mayoría absoluta, la tarea de gobierno –al menos en lo económico- se le pondría muy cuesta arriba al PNV.
Una vieja conocida de HB
La «revelación» de los comicios será sin duda la cabeza de lista de EH Bildu, la escritora y profesora universitaria, Laura Mintegi, quien pese a su perfil moderado y amable ya tiene un largo historial en la nómina de Herri Batasuna, cuyas listas integró en los peores años ochenta. También Urkullu se estrena en su condición de candidato a lendakari, tras tomar el testigo de Juan José Ibarretxe.
El futuro del lendakari López
El líder del PSE y actual jefe del Gobierno vasco tiene todas las papeletas para ser el gran derrotado de la noche electoral, que no pintan tan felices para la familia constitucionalista. Es posible que Patxi López tenga incluso que decidir si abandona el escaño –quién sabe si dirigirá en un futuro próximo sus pasos a Madrid- o se queda como exlendakari en el lugar más incomodo de la oposición.