De la ilusión por un Gobierno constitucionalista al temor por un nuevo frente nacionalista al frente del País Vasco. Así se resume la presidencia del socialista Patxi López, el primer lendakari no nacionalista, tras conseguir el apoyo del Partido Popular.
Era el «Gobierno del cambio» y así comenzó la novena legislatura vasca. Patxi López declaró la «guerra» a los violentos y apartó los proyectos identitarios del PNV. El buen entendimiento con el popular Antonio Basagoiti comenzó a romperse con la victoria de Mariano Rajoy. No solo López se erigió en la oposición socialista desde el País Vasco, sino que relajó su posición respecto a la izquierda abertzale y defendió el acercamiento de presos etarras y abogó por la legalización de Batasuna.
Una «traición», según el PP vasco, que le retiró su confianza y forzó a López a adelantar las elecciones al 21 de octubre. Ahora el PSE-EE afronta la convocatoria electoral como el gran perdedor debido a la pujanza de EH Bildu. Los escaños de López, no obstante, serán claves para la formación de Gobierno, pues no se prevé ninguna mayoría absoluta.
Nacido en Portugalete, Vizcaya, en 1959, López se afilió a las Juventudes Socialistas en 1975 y dos años después ingresó como militante en el PSE. Hijo del histórico militante del PSOE y de UGT Eduardo López Albizu «Lalo», fue elegido secretario general de Euskadi, cargo que ocupó hasta 1988.
Durante el VI Congreso de los socialistas vascos celebrado en febrero de 1991 fue elegido secretario de organización, cargo que ocupó hasta 1995, cuando dimitió para responsabilizarse de la Secretaría Institucional de la Ejecutiva del PSE-EE de Vizcaya. Dos años después sustituiría a Nicolás Redondo en la secretaría general.
El gran paso adelante de Patxi López llegó en 2002, cuando fue elegido secretario general del PSE-EE con el 57% de los votos. Una mayoría suficiente, pero pequeña comparada con el 96,7% de apoyo que logró en 2005, lo nunca visto en el partido. Cuatro años después todavía ampliaría esa mayoría al 97,4%.
La primera vez que Patxi López optó a la presidencia del País Vasco quedó en segunda posición con 18 escaños, cinco más que en 2001. Fue el mejor resultado en votos de la historia de la formación, aunque no en escaños. En el debate de investidura el nacionalista Juan José Ibarretxe le superó por 34 votos a 33. Las cosas cambiaron en 2009: el PSE-EE sumó a sus 25 escaños los 13 del PP y uno de UPyD, de manera que apartaron al PNV, con 30 diputados, el partido más votado.
En la última etapa de su presidencia Patxi López se ha mostrado partidario de hacer concesiones al entorno etarra e incluso planteó al presidente del Gobierno la necesidad de legalizar la antigua Batasuna. De hecho, fue imputado junto a su compañero de partido Rodolfo Ares, Ibarretxe y cinco miembros de la formación abertzale por las reuniones que se celebraron en 2006, durante el fuego de ETA.
Tras su histórico mandato, Ferraz ve al dirigente vasco con muy buenos ojos. El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, creó en febrero la Secretaría de Relaciones Políticas para dar entrada al lendakari en la dirección nacional. Hay quien ve a López como el delfín y relevo natural de Rubalcaba al frente del PSOE nacional.