Las nuevas manifestaciones de la violencia de género: «Controlaba hasta mi ubicación»
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Jóvenes con sus móviles
Silvia (nombre ficticio) ha vuelto a los móviles de recarga de saldo. Las aplicaciones de redes sociales, así como las que solicitan la ubicación para su buen funcionamiento, no tienen cabida en su teléfono. Esta taxista de 41 años sufrió violencia de género por ... parte del que entonces era su pareja, a quien conocía desde bien pequeña, pues fueron juntos al colegio. Tras años de distanciamiento se reencontraron e iniciaron una relación sentimental, hasta que a los tres meses se dio cuenta de que algo no iba bien. «Me controlaba cada conversación, correos, redes sociales, e incluso la ubicación», relata a ABC.
Son estas prácticas, entre otras, las que definen lo que se conoce como violencia de género digital, que actualmente se encuentra en el punto de mira de expertos y profesionales que trabajan con las víctimas por las dificultades que presenta a la hora de detectarla y, por lo tanto, combatirla. Precisamente son varios los organismos públicos que han puesto el foco en este tipo de violencia en sus campañas para hoy, 25N, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Este tipo de violencia puede englobar desde insultos hasta suplantaciones de identidad o programas espía en los móviles de las víctimas y sin embargo a las propias mujeres les cuesta reconocer que están siendo víctimas de un delito.
«Se ha normalizado la situación porque principalmente no somos conscientes de que estamos hablando de un tipo de violencia como cualquier otra por la que hay que denunciar. La violencia digital para la mayoría de la gente no es un delito como que te peguen o falten, no se ve así por desconocimiento», explica Encarni Iglesias Pereira, presidenta de la asociación Stop! Violencia de Género Digital.
Silvia la empezó a detectar a raíz de toparse con situaciones extrañas. «Me preguntaba por cosas que solo hablaba con mi hijo, se presentaba casualmente siempre donde estaba, etc.», cuenta. Además, quería hacerle creer que todo era fruto de su imaginación «como si no estuviera estable de golpe». Al final, le denunció. En cambio, en el caso de Lola (nombre ficticio) le costó algo más de tiempo darse cuenta de que estaba siendo víctima de violencia de género.
Fue alguien de su familia quien le dijo que lo que estaba viviendo no era normal. Llevaba diez años con su pareja, en los que nunca tuvo reparo en compartir con él las contraseñas de sus redes sociales y cuentas de correo, era algo normal. Sin embargo, con la separación, él empezó a usarlas para hacerle daño. «He ido contándolo con el tiempo, pero al principio lo pasé fatal. La verdad es que fue muy complicado porque creo que los organismos todavía no están preparados para esta violencia y en ocasiones me sentí muy mal con el trato que me dieron».
No solo afecta a jóvenes
Según los últimos datos oficiales , el 18,4 por ciento de las mujeres mayores de 16 años han sufrido acoso a través de las redes. El 15,2 por ciento, además, han experimentado acoso reiterado por parte de una misma persona. Los mismos datos señalan que este tipo de violencia es más habitual hacia las víctimas jóvenes. «Es cierto que como la gente joven hace mayor uso de internet y las redes las cifras pueden decir que están siendo más atacadas, pero creo que la brecha generacional se ha roto, pues vemos cada vez más mujeres en un rango de entre los 40 y 60 años», apunta Encarni Iglesias basándose en los casos de mujeres que llegan a la asociación que preside.
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Lo mismo observa Bárbara Zorrilla, psicóloga experta en violencia de género del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. «Lo que pasaba en el entorno se ha trasladado al digital. Ahora veo a mujeres de 40 o 50 a las que intentan denigrar, aislarlas de su entorno, etc.», expone. Entre los más habituales, la suplantación: «Veo muchas mujeres a las que les han hecho un perfil falso en Tinder y mandan mensajes ofreciendo sexo y de repente se encuentran con hombres a las 3 de la mañana llamando a su casa». Detrás de este tipo de violencia, afirma, se ejerce la psicológica y la social, de manera que algunas mujeres pueden ver el suicidio como única salida: «Aunque pensemos que la violencia física es la más peligrosa, en cuanto a daño puede ser peor esta».