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Otra razón de por qué el 'pajaporte' no funcionará: cuatro de cada diez adolescentes saben cómo saltarse las medidas de control

El último informe de Save the Children muestra que uno de cada tres jóvenes están enganchados al mundo digital antes de los 10 años

¿Tiene sentido la 'app' del Gobierno?: los padres españoles consumen mucho más porno que sus hijos

El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, José Luis Escrivá, participa en el curso 'Políticas públicas frente a la desigualdad' en San Lorenzo de El Escorial, el pasado 5 de julio efe
E. M.

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El ya viralizado como 'pajaporte' (la APP de Cartera Digital Beta) está condenado desde que José Luis Escrivá, ministro para la Transformación Digital del Gobierno, dijo aquello del «esfuerzo pequeñín» que tendrán que hacer los adultos, amén de los menores, para no acceder con frenesí a contenidos pornográficos. Además de que las principales web consumidas no son españolas y el sistema solo controla los accesos a esas páginas o de que la herramienta planteada es fácilmente esquivable, el último informe sobre consumo digital de Save the Children apunta, aunque no era el objetivo del mismo, a otro: el 37% de los chavales aseguran saber cómo deshacerse de los controles parentales y otras medidas de control que les resultan «incómodas». Quizás en un acto de rebeldía, si el Gobierno se pone a poner vallas al campo...

En el mismo informe se da cuenta de que casi el 90% de los adolescentes se conectan varias veces al día a internet o están permanentemente en la Red. El 58% utilizan internet de manera habitual desde los 11 años, y casi un tercio (uno de cada tres) lo utiliza de manera habitual desde antes de cumplir los 10 años.

La organización ha publicado hoy su informe dentro de su campaña #DerechosSinConexión, que tiene como objetivo comprender cómo se relacionan los jóvenes con el entorno digital y cómo se puede garantizar que se cumplen todos sus derechos también en este ámbito, a la vez que están protegidos frente a cualquier tipo de violencia.

Para qué lo usan

La investigación, que ha contado con encuestas a 3.315 adolescentes de 14 a 17 años en España, remarca que el principal objetivo es entrar en las redes sociales (79,8%), el consumo de contenidos (78%) y la comunicación (75%). Las chicas utilizan más la red para escuchar música y ver más series o películas o comprar, mientras que ellos ven más contenido de otros creadores y se informan más, aunque la mayor diferencia se encuentra en los juegos online: casi el 75% de los chicos los utilizan, frente al 15% de las chicas.

A la hora de establecer normas de uso en casa para limitar o controlar las actividades de niños y adolescentes en internet, solo tres de cada diez aseguran tener limitadas las horas de conexión, mientras que un 38% afirma que sus familiares le han explicado los posibles riesgos a los que se enfrentan mientras están en la red. A pesar de estos límites establecidos, un 37% de adolescentes aseguran saber cómo saltarse las medidas de control.

La hija de Ángela sufrió violencia online cuando tenía 16 años. Conoció a un joven por una aplicación que le dijo que le podía ayudar a superar una situación desagradable, pero sucedió lo contrario pablo martí

Otro riesgo al que se enfrentan en la Red es el contacto con personas desconocidas. Uno de cada tres adolescentes contacta con desconocidos a través de internet, y el 23% afirma que sí se encontraría con una persona desconocida.

Save the Children señala que es «especialmente importante la diferencia por género»: el 27,4% de chicos sí consideraría quedar con personas que sólo conocen por internet, frente al 17,3% de las chicas.

Fue el caso de la hija de Ángela, de 16 años y venezolana, que se encontró personalmente con su «contacto online». Según cuenta su madre, la joven estaba en momento de gran vulnerabilidad. Él le prometió que superaría su frustración por no sentirse plenamente integrada en su nuevo colegio «si fumaba y tomaba ciertas sustancias». La había conocido por internet, le pidió algunas fotografías... y ella vivió durante unos meses presa del temor del chantaje o 'sextorsión' a que él la sometió por las conversaciones y el intercambio de contenidos que habían mantenido.

Su madre relata –en el marco de un programa donde fue ayudada por una psicóloga de Save the Children– que a su hija la venció la angustia y, finalmente, tomó unas pastillas. Acabó en la UCI, con un lavado de estómago y un cuadro de estrés grave. «No quería morir –dice Ángela–; solo dice que quería dormir y que acabara esa pesadilla».

El caso de la hija de Ángela es extremo en los efectos, pero común en las causas, porque en el estudio de Save the Children se comprueba cómo la mayoría de los adolescentes no demuestran ningún temor por las consecuencias que tiene enviar fotos, reenviar contenidos de terceros ni interactuar con extraños. No tienen reparos, miedo ni sospechas al hacerlo, algo que destaca Conde como preocupante. Por ejemplo, uno de cada tres adolescentes no cree que enviar fotos de carácter sexual sin permiso es o deba ser un delito, o no está seguro de que deba serlo. E igualmente un 43% de los entrevistados no creen o no están seguros de que mandar mensajes de odio sea un delito. Además, uno de cada cuatro adolescentes no sabría dónde denunciar un caso de violencia 'online'.

Sobre el porno, casi el 60% de los adolescentes han encontrado contenido erótico o pornográfico «sin buscarlo», confiesan. El director de Save the Children, Andrés Conde, al igual que enfatizase la semana pasada José Luis Escrivá al presentar la aplicación Cartera Digital Beta, sí cree que la exposición a contenido pornográfico daña gravemente las conductas sexuales posteriores de los chavales y su «erotización de la violencia». «Lo demuestran al contar sus encuentros íntimos, como se vio en nuestro anterior informe –'(Des)información Sexual'– sobre este asunto», dice Conde.

Sin límites

Por ello, Save the Children vuelve a espolear a los padres, porque la mayoría de los jóvenes navegan por internet con casi total libertad. Solo tres de cada diez afirman tener algún tipo de límite en sus horas de conexión, mientras que un 38% aseguran que sus familiares les han explicado los posibles riesgos de la Red. Pero se han quedado en esa lección. Conde concluyó que no se puedes prohibir a los menores estar en internet, igual «la entrada en la Red debe ser progresiva, adaptada a cada edad, siguiendo las recomendaciones pediátricas, de ciberseguridad y de salud mental».

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