Crecer en la era del porno sin barreras: «Prohibir no educa»
Nunca había habido un acceso tan inmediato a tantos contenidos eróticos. Para un tercio de los jóvenes son, además, su principal maestro en materia sexual. Aunque hay que seguir estudiando los efectos de este consumo precoz, los expertos insisten en que formar es más efectivo que limitar
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Antes, para acceder a la pornografía, a los chavales no les quedaba otra que tratar de comprar clandestinamente alguna de esas revistas que los quiosqueros tenían embolsadas en un lateral de la tienda. O intuir alguna escena en las películas codificadas que emitía Canal+ ... . Hace unos años, ver fútbol era gratis y las películas eróticas, de pago. Hoy ocurre exactamente lo contrario. En esta ironía, resume Alejandro Villena, profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y psicólogo y sexólogo de la asociación Dale Una Vuelta, está la clave del cambio que se ha producido en el consumo de este tipo de contenidos: nunca antes han sido tantos y tan accesibles.
«Hoy hablamos además de pornografía 5.0, preparada para generar adicción con un menú infinito a la carta, que incluye vídeos extremos y humillantes. Así se consigue que el espectador escale en el tipo de sexo buscando una excitación compulsiva que se aleja de la curiosidad adolescente. Queman etapas pronto, a lo que hay que sumar el acceso temprano por la generalización del uso de móviles. Antes podías empezar a consumir a los 13 con el despertar sexual, ahora con 8 tienen tabletas», explica este experto. El último estudio del Centro Reina Sofía Fad Juventud sobre la materia establece que uno de cada cuatro jóvenes vio estos contenidos eróticos antes de los 12 años y casi la mitad lo hizo entre los 12 y los 15 años. El 51,2%, destaca un análisis de Save the Children, acceden al porno a través de sus iguales, ya sea porque se lo enseñe un amigo (29,8 %), le hablen de ello y lo busque (15 %) o lo reciba a través de redes sociales (6,4 %). Basta buscar en X (antes Twitter) la palabra porno para que aparezca más de un resultado (explícito) por segundo.
Antonio Marcos, pionero del cine para adultos y presidente de Apeoga, que aglutina a la mayoría de las productoras españolas, cree que en esta era digital «la pornografía busca a los menores». Según la Fad Juventud, tres de cada diez jóvenes consumen contenidos eróticos todas las semanas y un 12,6% lo hace a diario. Su negocio, recuerda Marcos, es vender películas X: «Luchábamos para que no estuviesen al lado de menores porque no era nuestro público». De hecho, Apeoga tiene su propia plataforma digital con verificación de edad. Pero los gigantes del porno 'online', denuncia, ofrecen vídeos gratuitos en formatos cortos y adictivos porque «su negocio son los datos, el tráfico».
«Autores como Ferguson y Hartley sugieren que la relación entre la disponibilidad de pornografía y la violencia sexual es inversa»
Los «preocupantes y abrumadores» efectos de este consumo precoz han llevado al Gobierno a tratar de limitar el acceso de los niños a contenidos eróticos 'online' a través de una aplicación de verificación de edad que ha suscitado dudas por cuestiones de privacidad pero también por su eficacia. José Luis Escrivá, ministro de Transformación Digital, en la presentación de la herramienta vinculaba el porno con el aumento de las agresiones sexuales entre menores, aunque hay cierta discrepancia entre los científicos sobre la relación entre estos dos conceptos. «A día de hoy no tenemos evidencias que relacionen causalmente la pornografía con la violencia sexual, aunque los jóvenes sí perciben excesos: uno de cada tres asume que es habitual encontrarse con violencia física (38,4%), machismo y misoginia (34,8%) o violaciones (33,3%)», apunta Alejandro Gómez Miguel, sociólogo y coautor del estudio 'Juventud y pornografía en la era digital: consumo, percepción y efectos', del Centro Reina Sofía de Fad Juventud. Eso, continúa, no quiere decir que los jóvenes vayan a reproducirlos. «Sí son problemáticos los modelos de sexualidad que reflejan estos vídeos X. El porno llega pronto, educa y educa mal», resume este experto, que señala que la adicción a estos contenidos es hoy baja y está asociada a otros problemas.
Aún más radical es el psicólogo Ramón Nogueras, que apunta que no es cierto que el público prefiera material erótico más duro, sino más 'mainstream', como teorizan los sociólogos Shor y Seida. Asimismo, plantea, autores como Ferguson y Hartley sugieren que la relación entre la disponibilidad de pornografía y la violencia sexual es inversa. «Insisto, no creo que el porno tenga ningún efecto positivo ni recomendable, pero si queremos evitar las agresiones hay que entender todas las causas y no matar moscas a cañonazos».
no ha recibido educación sexual y afectiva
Aunque Villena reconoce que hay posturas encontradas en la comunidad científica porque no hay estudios longitudinales sobre el tema, desde 2010 sí hay evidencias que asocian este consumo precoz a diferentes tipos de violencia: el sexismo, la coerción sexual, el mito de la violación, los abusos en las relaciones... «Ver porno no va a convertir a alguien en violador, pero un niño, cuanto más expuesto esté, más posibilidades tendrá de incorporar ciertos comportamientos». Lo mismo opina el psicólogo clínico Javier Urra, que insiste, como todos los expertos consultados, en la importancia de la educación sexual y afectiva: «La protección tiene que ser más amplia. Hoy hay chicos que no distinguen lo que es amar, querer y poseer y usan el sexo como sustitutivo del amor», reafirma.
Más conectados y solos
«Estamos poniendo la solución en un muro que puede funcionar o no cuando hay que empezar por dar formación sexual y afectiva», insiste Gómez Miguel. De hecho, según el estudio de la Fad Juventud, el 45,9% de jóvenes dice que no ha recibido este tipo de educación en el colegio. Al 50,1% tampoco se la ha proporcionado su familia. Pero hay cifras más preocupantes: para el 30 % de adolescentes, revela Save The Children, la pornografía supone la única fuente de información sobre sexualidad. «Es un primer paso, pero no puede ser la única medida. La educación es principal porque es muy difícil limitar el acceso al 100% del contenido. Prohibir no es educar, y en este sentido hay que ayudar a las familias», sentencia Catalina Perazzo, directora de Políticas de Infancia y Sensibilización de la ONG.
Sería interesante estudiar, afirma el sociólogo de la FAD, la relación del porno y la soledad: «No se sabe qué va antes. Si ante el aislamiento se consume más, y el porno viene a llenar ese vacío, o viceversa». «Hay casos de jóvenes a los que los vídeos sexuales les ofrecen una alternativa que les insensibiliza y acaban prefiriendo un consumo más compulsivo y a medida. Somos la sociedad más conectada y la más sola. Eso tiene que ver con el aislamiento que producen las pantallas. No estamos entrenando el contacto personal y humano», sentencia Villena.
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