Una guía para alertar de los «peligros y desafíos» de las rutas migratorias: «No quiero que mis hermanos pasen lo que pasé yo»
La Iglesia española prepara una 'app' con información y «espacios seguros» para quienes buscan migrar desde el norte de África
«Nos atamos con los cinturones. Si te duermes y caes al mar, estás muerto»
![André, en el centro, en el curso de cocina que le permitió encontrar un trabajo tras su llegada en patera](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2023/09/19/andre-R1AkkpKjxjBvVSYtTub6NaL-1200x840@abc.jpg)
«No vine a España por decisión propia, me vi obligado, quedarme en mi país era no tener ninguna oportunidad, era morir». Quien nos cuenta su desgarradora decisión es André, un joven senegalés de 25 años, que llegó a España hace casi tres. «Lo ... hice en patera, después de siete días en el mar. Es inhumano, no sabíamos si volveríamos a ver la tierra, lo pasé muy mal, muy mal», enfatiza, al contar su historia.
El de André, es el relato de los miles de jóvenes subsaharianos que llegan a nuestro país cada año, bien por la ruta hacia Canarias o la del Mediterráneo. «La elección no es libre, no vienen porque quieren, sino porque no tienen más remedio», explicaba este martes el abogado David Melián, experto en derecho migratorio, en la presentación de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado.
Con el lema «Libres para elegir si migrar o quedarse», la Iglesia católica quiere reivindicar en esta edición, la 109, que los jóvenes como André tengan la posibilidad de elegir su futuro.
Una idea que resumen en un nuevo concepto, extrapolado desde la Doctrina Social de la Iglesia: el derecho a no emigrar. «Sabemos que no existe como tal, pero debería codificarse a nivel internacional», explicaba el dominico Xabier Gómez, director del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española. «Nuestro objetivo es que no existan países donde la población no encuentra motivos para la esperanza, que tengan las condiciones de dignidad para que puedan optar libremente si quieren o no migrar», añadía.
Entre las iniciativas de la Iglesia para paliar esta situación, la novedad de este año es la 'Guía atlántica de recursos', una base de datos, con forma de 'app', que facilitará «acoger y proteger a los migrantes en su ruta, así como ofrecerles información sobre los peligros y desafíos de los obstáculos que habrán de gestionar en su llegada a Europa».
«La guía ofrecerá en cada país y diócesis los datos de lugares y espacios seguros para migrantes, donde pueden encontrar apoyo para cubrir necesidades básicas y espirituales», añadió Gómez en la presentación. Lo cierto es que, buena parte de quienes emprenden ese «viaje obligado», lo hacen casi a ciegas, sin apenas conocer las consecuencias. «No todos saben los riesgos», explica André a ABC. «Cuando estás esperando en el puerto, ves que de las pateras que salen, unas regresan y otras no. Te dicen que si quieres ir, cuánto cuesta el pasaje, pero poco más», añade sobre esos momentos anteriores a la travesía.
«O llego, o muero, esa es la decisión. Puedes tenerlo muy pensado, pero hasta que no lo vives no sabes lo que es», añade André, quien también reconoce que los problemas no acabaron al bajar de la patera. «Fue muy chungo», admite con naturalidad, al recordar que su llegada fue justo en la pandemia y estuvo recluido y aislado en un hotel durante cinco meses. «Venía con la idea de llegar y encontrar trabajo para ayudar a mi familia, y era imposible», añade. Tampoco lo pasó mejor en un campamento, donde la masificación, eran 1.700 derivó en hambre, frio y miedo.
Su suerte cambió cuando fue acogido por la Fundación Canaria El Buen Samaritano. «Me empecé a sentir como en casa, volvía sentir el calor de la familia». Allí comenzó un curso de cocina, que compaginó con un trabajo a media jornada. Con los ingresos pudo, además de mandar dinero a su familia, alquilar una habitación e independizarse. Ahora espera los ultimos trámites para legalizar su situación y quiere trabajar para seguir estudiando, «un grado más elevado de cocina».
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Un final feliz para una historia en la que André ha tenido que descubrir por su propia cuenta esos «espacios seguros» que ahora recopilará la Guía. A pesar de ello, André sigue sin tener clara la respuesta a la disyuntiva que le empujó a su viaje. Cuando le preguntamos sobre qué aconsejaría a un joven que se esté planteado seguir sus pasos titubea. «No sé que le diría. Si prefiere quedarse allí, no tendrá futuro. Tampoco sabría si decirle «vente y pasa lo que pasé yo», porque no se lo deseo a nadie. No quiero que mis hermanos pasen lo que pasé yo, pero tampoco que se queden allí. No hay una solución buena».
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