El celibato y la doctrina sobre moral sexual amenazan con provocar un cisma en la Iglesia alemana
El Camino Sinodal afronta una tensa fase final aunque sin mayorías claras para aprobar las reformas
El Camino Sinodal alemán ha despertado tal expectación que se diría que la Iglesia alemana será la próxima semana diferente a como la hemos conocido hasta ahora. Las votaciones que tendrán lugar en su última asamblea, entre los días 9 y 11 de marzo ... , no desembocarán sin embargo en cambios tan radicales, no al menos como imaginaron sus promotores en 2019.
Seguramente se produzcan algunos cambios a nivel organizacional, pero lo que se identificó en el estudio presentado en 2018 como causas sistémicas de los abusos sexuales –a saber: las sociedades masculinas, el celibato, la falta de un papel de la mujer en la Iglesia...– no registrarán grandes alteraciones por el momento.
El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing reconoció la semana pasada que muchas de las votaciones no alcanzarán los necesarios dos tercios y que espera que la última asamblea sinodal lance «una señal». Suena mucho menos dramático que al principio del proceso.
Diez textos serán sometidos a votación. Tratan en su mayoría de asuntos muy polémicos: desde la ordenación de mujeres hasta el celibato voluntario, pasando por una revisión de los fundamentos de la doctrina sexual de la Iglesia que permita la bendición a las parejas homosexuales que lleven una vida ordenada, una bendición que, por otra parte, se practica en muchas parroquias alemanas, al igual que la comunión para protestantes.
También se pondrá fin a los debates sobre la ley laboral, de manera que la vida privada no tenga relevancia en la política de contratación de la Iglesia, el segundo mayor empleador en Alemania después del Estado.
Elección de los obispos
Otra de las cuestiones sobre las que tomarán una decisión es si los obispos pueden ser elegidos por los fieles, en lugar de ser designados por el Papa. La archidiócesis de Paderborn está buscando un nuevo obispo y desearía ser la primera en implementar esta ocurrencia, sobre la que, como ocurre con la mayoría de las propuestas, no hay un amplio consenso: la forma es criticada por los conservadores, que dicen que esto es ir demasiado lejos, mientras que el lado progresista se opone porque no va lo suficientemente lejos, ya que no hay una participación masiva real de la gente de la Iglesia en la propuesta presentada.
Además, el sábado será decidida, esta sí con bastante seguridad, la creación de un «Consejo Sinodal» que hará el seguimiento de la aplicación de los cambios y que ha disgustado en el Vaticano.
El Papa Francisco ha acompañado el Camino Sinodal, con una carta personal en la que instó a «no perder de vista el Evangelio». En enero llegó una carta de Roma que prohibía establecer un Consejo Sinodal y el cardenal Ouellet, entonces prefecto para los Obispos, pidió explícitamente una moratoria sobre el proceso alemán en noviembre, que no obtuvo ninguna reacción, más allá de juicios episcopales que describían estos mensajes como meras sugerencias.
La semana pasada, en la asamblea plenaria de primavera de los obispos alemanes, el nuncio Nikola Eterovic reforzó las críticas del Vaticano, recordando que el Derecho Canónico no permite establecer un consejo sinodal ni a nivel alemán, ni en las diócesis individuales. Y en este punto se ha hecho ya completamente visible la vía de enfrentamiento, si no de ruptura, en la que circulan los obispos alemanes, o al menos su directiva.
Bätzing calificó en público el discurso de Eterovic como «insoportable de escuchar» y se permitió criticar abiertamente a Francisco por no haber aceptado, desde que la presentó hace más de un año, la dimisión del arzobispo de Colonia, el cardenal Reiner Woelki, tras las acusaciones de no haber actuado con transparencia en un caso de abusos en su diócesis.
Medidas de presión
A medida que se acerca la última asamblea, se radicalizan los gestos y escenificaciones de presión en diferentes sentidos. El pasado Miércoles de Ceniza, cuatro delegados de renombre, entre ellos las ganadoras del Premio Joseph Ratzinger, Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz y la profesora Marianne Schlosser, abandonaron el Camino Sinodal para no dar legitimidad a un proceso que en su opinión, está llevando a la Iglesia a la división.
Solo unos días antes, el viernes de Carnaval, en el municipio de Heinsberg una pareja de homosexuales celebró una boda católica con la bendición de un canónigo de la catedral. El responsable de la diócesis, el obispo de Aquisgrán, Helmut Dieser, ha advertido contra las «tentaciones», que actualmente son «muy dolorosas» en la lucha por el Camino Sinodal.
«Todos los que luchan por esos cambios deben tomar en serio esas tentaciones y soportar, tanto aquellos que absolutamente quieren llevar a cambio las reformas como lo que quieren frenar e impedir el cambio», advirtió en su carta pastoral de Cuaresma, en la que se preguntaba si la Iglesia sigue siendo la obra del Espíritu Santo y Dios la guía con seguridad a través de los siglos o si ha caído completamente en manos humanas.
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