Locus amoenus
La tradición carcelaria de Sevilla
La «Leyenda Negra» inspiró al carcelero Don Pizarro, entronizando una imagen inquisitorial de Sevilla, presente en «Fidelio» de Beethoven y en «Los hermanos Karamazov» de Dostoievski
![Maqueta del Castillo de San Jorge](https://s1.abcstatics.com/abc/sevilla/media/cultura/2021/09/11/s/tradicion-carcelaria-kFqE--1248x698@abc.jpg)
Lo último que cualquier sevillano podría pensar sobre la imagen de Sevilla en el extranjero, es que nuestra ciudad fuera conocida en todo el mundo por sus prisiones, mazmorras y carceleros. Es decir, como Alcatraz, Sing Sing o el Castillo de If, donde Dumas encerró ... al Conde de Montecristo. ¿De dónde saldría esa fama tan injusta?
En el prólogo del «Quijote» (1605), Cervantes dejó caer que su novela «se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», célebre alusión a la antigua Cárcel Real de Sevilla, que estaba situada en uno de los extremos de la Plaza de San Francisco. Aquella prisión tuvo su importancia en la historia y la literatura española, porque además de figurar en numerosas obras de autores del Siglo de Oro, disponemos de dos fuentes extraordinarias sobre la vida de los presos. A saber, la «Relación de la cárcel de Sevilla» -escrita entre 1585 y 1597 por Cristóbal de Chaves- y el «Compendio de las cosas tocantes al ministerio de las cárceles», segunda parte de la «Grandeza y Miseria de Andalucía» (1619) del jesuita Pedro de León, documento de un enorme valor. Sin embargo, con la excepción del «Quijote» -que, en realidad, no precisa que aquella cárcel fuera la sevillana-, el opúsculo de Chaves apenas circuló entre eruditos españoles y el manuscrito del jesuita León no fue conocido hasta su primera edición de 1981. Por lo tanto, el «prestigio» carcelario de Sevilla dentro de la cultura europea, no tiene ninguna relación con la antigua Cárcel Real ni con el «Quijote».
A fines del siglo XVIII, Jean Nicholas Boully escribió el libreto de una ópera -«Leonora, o el amor conyugal» (1798)-, en teoría basado en un hecho real conocido por Boully durante el Gobierno del Terror. A saber, que una mujer se había disfrazado de hombre para liberar a su marido, preso en las mazmorras de París. No obstante, en lugar de ambientar su ópera en París, Boully la trasladó a Sevilla. Y así, la fiel Leonora se hizo pasar por hombre para rescatar a su amado Florestán, prisionero del cruel y vengativo Don Pizarro, gobernador de la cárcel de Sevilla. Más tarde, el texto de Boully fue reutilizado por el libretista Giovanni Schmidt y el compositor Ferdinando Paer, quienes estrenaron para Italia su propia «Leonora» (1804), con los mismos personajes y la misma cárcel sevillana. Y como la historia de Leonora era una garantía de éxito, Beethoven compuso su propia versión -con libreto de Joseph Sonnleithnner- para «Fidelio», única ópera del genio de Bonn, estrenada en 1814 en el Kärntnertortheater de Viena. Por supuesto, Leonora disfrazada era Fidelio, Florestán una víctima y Don Pizarro el demonio de la crueldad encarnado. Como se puede apreciar, la misma historia circuló por Francia, Italia y Alemania, y desde entonces la estampa de Sevilla como cárcel quedó entronizada en el imaginario europeo a través de la ópera. ¿Y de qué prisión hablamos? De los calabozos trianeros de la Inquisición del antiguo Castillo de San Jorge. Aquella imagen de Sevilla como cárcel trascendió la esfera musical y también se incrustó en la literatura, cuando Dostoievski recurrió a la cárcel del Santo Oficio para encerrar al Cristo revivido en el episodio del Gran Inquisidor de «Los hermanos Karamazov» (1880).
Sería mucho más larga la enumeración de obras que utilizan a Sevilla como escenario carcelario, pero no podemos obviar que la figura tiránica de «Don Pizarro» estaba inspirada en el conquistador Francisco Pizarro y por lo tanto en la vertiente francesa de la «Leyenda Negra», pues Boully fue lector de Buffon, Raynal, Voltaire, Marmontel y otros autores de la Ilustración, que despotricaron contra la obra de España en América. Por lo tanto, miren por dónde venimos a descubrir, que la tradición carcelaria de Sevilla, es otra de las consecuencias de la «Leyenda Negra».
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