Locus amoenus
Richard Halliburton, coqueteando por Sevilla
Halliburton y McGrath se retaron en 1921 para saber cuál de los dos sería capaz de conseguir más carantoñas de las sevillanas en doce horas, recurriendo al viejo truco de guiñarles un ojo y sonreírles con coquetería
![Richard Halliburton con un cachorro de ocelote en la selva amazónica (1927)](https://s3.abcstatics.com/abc/sevilla/media/cultura/2021/06/12/s/Halliburton-kG0H--1248x698@abc.jpg)
En la literatura de viajes deberíamos distinguir entre los exploradores, los aventureros y los turistas. Exploradores fueron Livingstone , Stanley , Roger Casement o Lawrence de Arabia , hombres cuyas misiones arriesgadas los llevaron a recorrer continentes desconocidos. Por otro ... lado, los aventureros eran burgueses ávidos de emociones intensas y con ínfulas tan deportivas como literarias, al estilo de Richard Byrd , Scott Fitzgerald , Charles Lindbergh o Stefan Zweig . Por último, turistas son casi todos los que viajan en esta era de redes sociales, más bien en busca de localizaciones para sus álbumes de fotos, antes que para aprender o adquirir conocimientos. Valga este párrafo para introducir a Richard Halliburton (1900-1939), un representante del grupo de los aventureros, quien vino, vio y venció en la Sevilla de 1921.
Halliburton sobresalió como estudiante en Princeton, gracias a su talento como redactor de los diarios de la universidad. Sus crónicas le abrieron las páginas de diversas revistas y camelaron a un editor que se comprometió a publicarle un libro de crónicas de viajes por Europa y Oriente. Así fue como Halliburton se embarcó hacia el Viejo Mundo con apenas 21 años, de donde regresó con el manuscrito de The Royal Road to Romance (1925), que fue un best-seller y un modelo de inspiración para otros viajeros de la época. A aquel primer libro le siguieron otros títulos como The Glorius Adventure (1927), New Worlds to Conquer (1929), The Flying Carpet (1932), Seven League-Boots (1935) y Richard Halliburton’s Book of Marvels: the Occident (1937), último libro de nuestro aventurero, porque en 1939 falleció tratando de atravesar el océano Pacífico en un junco chino. En español han sido traducidos Rumbo a la aventura y En busca de nuevos mundos (ambos por Abada Editores) y La alfombra voladora (Ediciones del Viento).
Sevilla aparece en Rumbo a la aventura (The Royal Road to Romance) , donde asistimos a su recorrido por España acompañado por otro gringo, Paul McGrath. McGrath y Halliburton visitaron Valencia , Madrid y Granada , hasta que llegaron a Sevilla, donde lo que más les llamó la atención fue la forma como las sevillanas los rebañaron con la mirada: «En Barcelona y en Granada, siempre que mirábamos tristes a alguna señorita celosamente custodiada por su carabina, nos encontrábamos con las miradas más glaciales de que son capaces unos ojos castaños, y si bien es cierto que a veces los ojos castaños miraban primero, lo hacían con la misma curiosidad que podía haberles suscitado un elefante azul y rosa u otro animal extraño que paseara por la ciudad. Pero en la lasciva Sevilla hubo miradas que flirteaban sin lugar a dudas, y esto nos produjo la agradable sensación que da el ser misógino por elección en lugar de por necesidad».
Entonces Halliburton y McGrath se retaron para saber cuál de los dos sería capaz de conseguir más carantoñas de las sevillanas en doce horas, recurriendo al viejo truco de guiñarles un ojo y sonreírles con coquetería . Las reglas del juego fueron: penalización de un punto si los miraban con desprecio y flirteo nulo si la mujer era mayor de cuarenta años: «El torneo siguió con furia calle arriba y cuesta abajo, dentro y fuera de los cafés y hasta en el interior de la catedral, continuando con creciente violencia a medida que se acercaba la noche. Competimos con frecuentes y acalorados desacuerdos sobre la asignación correcta de puntos dada la dificultad de establecer al beneficiario. Deberían habernos llevado a la comisaría y en otra ciudad que no hubiera sido Sevilla seguramente lo habrían hecho». Según Halliburton, Paul McGrath le ganó 37 a 21, aunque hay que reconocer el inmenso mérito de ambos, porque los dos eran homosexuales. Otro viejo truco.
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