Locus amoenus
Aleister Crowley -«La Gran Bestia 666»- en el Ateneo de Sevilla
La mirada feroz de Aleister Crowley destaca en el mosaico de rostros del álbum de Sgt. Pepper’s de los Beatles, pero nunca se me había ocurrido buscarla alrededor de los poetas del 27 en el Ateneo de Sevilla
![Aleister Crowley con el poeta Fernando Pessoa en Lisboa (1930)](https://s2.abcstatics.com/abc/sevilla/media/cultura/2021/04/17/s/Crowley-Pessoa-kpyC--1248x698@abc.jpg)
El siniestro Aleister Crowley (1875-1947) -mago, astrólogo, satanista, místico, fundador de la secta Astrum Argentum y de la sociedad secreta Ordo Templi Orientis, mejor conocido como «La Gran Bestia 666»- visitó España en tres ocasiones y al menos en dos de ellas pasó por ... Sevilla, atraído por nuestro historial de posesiones, procesos inquisitoriales, manuales de exorcismos y frases como aquella pronunció Santa Teresa, cuando aseguró que en Sevilla el demonio tenía «más mano para pecar».
La primera visita de Crowley tuvo lugar en 1907, cuando en compañía del poeta Víctor Neuburg recorrió la península a pie, pasando por Barcelona, Pamplona, Soria, Logroño, Madrid y Granada. En Granada presenció una corrida de toros y disfrutó con la sangre y el griterío, experiencia que repitió en Sevilla antes de enfilar hacia Tánger. Por entonces, Crowley ya había empezado a escribir El libro de la Ley (1921), donde recogió algunas invocaciones satánicas tomadas del célebre Processionarum Carmelitanum , impreso en Sevilla en 1615. ¿Quiénes fueron los anfitriones de Crowley en nuestra ciudad? Las pistas son confusas, pero todo apunta a que fueron poetas y escritores aficionados al ocultismo y el espiritismo, excentricidad compartida por otros literatos de la época como Yeats, Chesterton, Conan Doyle, William Blake o Thomas Mann. De hecho, la correspondencia hermética entre Aleister Crowley y Fernando Pessoa, corrobora el prestigio y la influencia de Crowley entre poetas y escritores, hasta el punto de que Crowley viajó a Lisboa en 1930 para que Pessoa le corrigiera su carta astral.
Enrique Vila-Matas se ocupó de la fascinación que Aleister Crowley ejerció sobre diversos autores en Historia abreviada de la literatura portátil (1985), recordándonos que en 1924 Walter Benjamin, Marcel Duchamp, Pola Negri, Valery Larbaud, García Lorca y Scott Fitzgerald -entre otros- crearon la Sociedad Secreta de los Portátiles, disuelta por Aleister Crowley en el Ateneo de Sevilla, al parecer, el mismo día o al día siguiente del famoso homenaje a Góngora que sirvió de presentación a la Generación del 27. ¿Cuántos de los poetas reunidos entonces participaron en aquella ceremonia que tuvo lugar en el Ateneo? Según Vila-Matas, la docta casa quedó impregnada de una oscura energía, «una energía que no desapareció ni siquiera cuando Crowley, a la salida del Ateneo, abrió la ventana de su estancia sevillana y, acompañándose de un gesto histriónico, disolvió la sociedad secreta. Una energía que no desapareció, sino que más bien quedó potenciada, gracias a la dispersión, y es que no en vano la experiencia de la literatura es tanto la prueba misma de la dispersión como el acercamiento a lo que escapa a la unidad, y no debe, por tanto, extrañarnos que la dispersión en la que entró la sociedad secreta, y con ella la literatura portátil, señalara también el momento en que ella se acercó a sí misma y comenzó a ser, por fin, realmente portátil».
Por fortuna, gracias a una foto que Vila-Matas llegó a ver, sabemos que Aleister Crowley pernoctó aquellos días en una casona de la plaza de San Lorenzo. Se trataba de una foto donde Crowley, «en la luz clara de un cuarto sevillano, está consultando las últimas páginas de un volumen que mantiene abierto sobre la mesa con la mano izquierda, y es como si mirara al borde inferior de la fotografía; se le ve, sorprendentemente, mucho más joven que tres años antes y da la impresión de que ha alcanzado ya su meta de llegar a ser un competente lector de planos de calles imaginarias por las que pueda irse felizmente a la deriva; es como si su mirada vagara ya errante por las últimas páginas de ese volumen, donde podría haber encontrado el mapa de su vida». ¿Hacia dónde miraría Aleister Crowley por esa ventana que daba a la plaza de San Lorenzo? Y el volumen que sostenía entre sus manos, ¿sería el maldito Libro de la Ley?
La mirada feroz e incandescente de Aleister Crowley destaca en el mosaico de rostros del álbum de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de los Beatles, pero nunca se me había ocurrido buscarla entre los curiosos que se arremolinaron alrededor de los poetas del 27 en el Ateneo de Sevilla.
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