Reloj de arena
Antonio Jiménez «El Marsellés»: el swing de la flamencura
Su carisma y su bonhomía en los labios de los gitanos hace que su nombre sepa a caña de azúcar
![El Marsellés, un genio y figura de la vida](https://s1.abcstatics.com/abc/sevilla/media/sevilla/2021/02/13/s/Imagenantonio-jimenez-marselles2-kfYD--1248x698@abc.jpg)
¿Que qué te digo del Marsellés ? (risas), que me debe cincuenta euros desde hace dos meses, que es un gitano para comérselo y cogerlo a hombros del revés, que no se puede tener más arte ni flamencura. ¿Qué crees que te puedo ... decir del Marsellés para el periódico? Cosas buenas, cosas bonitas, cosas gitanas… La voz que escucho es grave, alambicada por aguardientes serranos y muchas madrugadas en paradero desconocido por esas ventas de España, empujado a cada una de ellas por los duendes que encaman el talento y el éxtasis. Manuel Brenes «El Chino» ha compartido todo eso y mucho más con El Marsellés, ese gitano que sin ser profesional ha sido luz de artistas sin haber pisado un escenario. Los consagrados han ido a aprender de lo que le enseñó su maestro El Chaqueta . Y pese a ser un fijo discontinuo del cante y el baile, lo adoraron los grandes: desde la Lola a Camarón , desde Juana la del Revuelo a Manuela Carrasco , desde Melchor Santiago al Boquerón . Con Dieguito Carrasco , en la taberna de José Lérida , invocaron a los ángeles del flamenco haciendo compás con los nudillos sobre la tapa del wáter. La situación es esta: ¿Cómo entender que un sacristán deje embobao a cuatro papas? Eso es el Marsellés. Un tipo que al nacer lo bautizaron con agua de estrellas.
Noticias relacionadas
Su don, su gracia, está en su ser. Hace diferente lo que otros hacen muy bien, pero de serie. Canta y baila por bulerías de una forma tan especial que cuando alguien trata de cogerle la lidia a los trabalenguas que se marca cuando el gitano se encuentra a sí mismo, le resulta tan imposible como entender la teoría de los números cuánticos, porque los hace aún más difíciles que los que firmaba Camarón. Su carisma, su personalidad, su bonhomía en los labios de los gitanos hace que su nombre sepa a caña de azúcar. Nació en Antequera . Ganó dinero con las antigüedades . Pero no hubo caoba más brillante y noble que la de las barras de los bares donde se dejaba los nudillos haciendo compás por fiestas. Tiene amigos en medio mundo. Principalmente en Escocia, donde ha lidiado noches gloriosas con Johnnie Walker y Jack Daniels, una pareja muy chisposa con la que jamás tuvo un mal trago. En Jerez, en la peña del Migué , apareció una vez con Antonio El Cordobés , el hermano de Manuela Carrasco. Aquello prendió como la hierba seca. Empezaron a cantar y a bailar hasta que la tierra le dio dos vueltas al sol y cuando pararon llenaron el granero con papelones de pescao frito y vasos de güisqui para que la pescada no se ahogara de pena. Por Jerez se cuenta de él que si hubiera estado en la cárcel, el director lo habría dejado salir todos los días, dejándole su propia tarjeta de crédito.
En mil y una juergas
El Marsellés ha vivido a lo ancho y se lo ha gastado a lo grande. Manolito Herrero lo ha visto salir de casa con cuarenta mil duros y quedarse sin un real el segundo día de juerga encadenada. Pepe Donaire recuerda una noche en su local de la Plaza de Cuba cuando se encajaron El Cigala , el Junco , Antonio Canales y Luis Peña … Eran las 22.30 horas. No salieron hasta que la masa frita de los calentitos hervía en los peroles del puente Triana. Algunas veces le decía a Pepe Donaire: «si no pago llévame a Alcalá Meco». Y a su hermano, a Antonio Donaire , El Morito , le vacilaba: «Jomeini, hoy vengo con dinero. Así que dame gloria bendita…». Esa gloria nunca faltó con el Marsellés. Sus escapadas han sido más sonadas que las de Induráin en el tour de Francia. Tiene firmadas fugas que cruzaron España de norte a sur. De Madrid, de venta en venta, llegó en cuatro días a Granada. La inspiración siempre le pillaba cantando y bailando, dando esa vuelta por bulerías tan suya. Y de la taberna al coche y del coche a otra taberna, secuestrado por los duendes del arte. Pero salía del hotel donde pasaba la noche y se compraba un traje de chaqueta nuevo, impecable, señorial, de los que se pone uno para darle el cabezazo al Rey. Hace unas semanas, el Marsellés se fue de fiesta con Manolo Brenes a casa de unos amigos en Torremolinos. Cuando dieron por finalizada la temporada regresaron al hotel. Pero a Manolo, El Chino en el ambiente, se le había olvidado el DNI. El Marsellés entabló negociaciones con la recepcionista. No pudo ser. Derrotado le dijo a la muchacha: ¿pero tú cuándo has visto que un chino tenga papeles…? Desde entonces le debe los cincuenta euros a Don Tokio, como le llama el Marsellés al Brenes, ese que al principio de esta historia se lo quería comer a besos y cogerlo a hombros del revés por el swing de su flamencura…
Cuando lo hicieron, rompieron el molde. Y no hubo otro que llevara en su marca de fabrica el swing que chorrea su persona. Baile o hable. Cante o beba. Suyo es el duro. Y solo él puede cambiarlo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete