Episodios locales
Eutanasia para el puente de Triana
Hace cincuenta años, el Ayuntamiento de Sevilla recibió el proyecto del nuevo puente que iba a sustituir al de Triana, cuya vida útil había llegado a su final… hasta el 21 de octubre de 1974
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El 5 de septiembre de 1974, hace medio siglo justo, se puede considerar como el momento en que se decidió aplicarle la eutanasia al puente de Isabel II, cerrado al tráfico desde agosto después de varios informes que alertaban del riesgo de colapso de ... la estructura. El titular de ABC no podía ser más explícito: «Se ha recibido en el Ayuntamiento el proyecto del nuevo puente de Triana», explicaba el periódico del sábado 7 de septiembre.
El miércoles 11, estaba desahuciado desde el titular de la página 35: «El actual puente de Triana ha terminado su periodo de vida». Quien se manifestaba así era el concejal –más tarde alcalde tras la renuncia de Fernando Parias en 1978– José Ramón Pérez de Lama, ingeniero jefe de la Jefatura de Carreteras del Mopu. En declaraciones al periódico hablaba en términos casi de enfermedad terminal: «No ofrece garantías, ya que, como técnicamente se dice, tiene 'fatiga', y en esas condiciones no se puede seguir manteniendo. Sabido es que de estos puentes se hicieron varios en el mundo, y poco a poco van desapareciendo por agotamiento».
El camino parecía expedito para iniciar la sedación terminal cuando el día 20 de septiembre, el director general de Planificación de la dirección general de Carreteras y Caminos Vecinales, Modesto Vigueras, anunció que la subasta, con cargo al presupuesto ministerial, de las obras podría estar lista a finales de año para comenzar los trabajos en 1975. El Ayuntamiento pidió informe al ingeniero Carlos Fernández Casado, máximo adalid de la necesidad de sustituir el de Triana desde 1957 y autor del puente del Generalísimo. La coartada de la modernidad y las necesidades del tráfico rodado parecían suficientes motivos para certificar su defunción.
La suerte parecía echada cuando el Colegio de Arquitectos saltó a escena con un comunicado al día siguiente en el que exaltaba los valores paisajísticos del puente de Triana: «No se puede sacrificar una ciudad, y menos aun una de sus piezas más cualificadas, a las exigencias 'funcionalistas' del tráfico urbano».
Fue el revulsivo que los defensores del puente de Triana necesitaban para salir a escena. Cuatro días después, la Comisión del Patrimonio Histórico Artístico incoaba de urgencia la declaración de monumento nacional: «Es criterio de la Comisión que el puente, por sus circunstancias históricas, su excepcionalidad estructural y su vinculación a la historia de Sevilla y Triana, debe ser respetado y consolidado adecuadamente».
Las voces de quienes pretendían salvar el puente fueron ganando volumen, como refleja la hemeroteca, y poco a poco la opinión pública empezó a virar. Al informe de Fernández Casado que veía inviable el refuerzo o la reparación se opuso el del profesor de Valverde del Camino Juan Batanero García-Geraldo que proponía sustituir el «actual tablero pesado» por otro «autorresistente entre sus apoyos en pilas y estribos» para que «los arcos y anillos de la estructura antigua dejaran de trabajar».
El día 21 de octubre, el Ayuntamiento se pronunció a favor de la rehabilitación del puente de Triana, cuyo proyecto firmó el ingeniero Batanero en 1975 y cuya ejecución corrió a cargo del ingeniero Manuel Ríos Pérez en 1977. Nunca antes se había salvado una obra de ingeniería tan 'in extremis'.
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