Cinco siglos de la boda imperial de Carlos V en los Reales Alcázares de Sevilla
El cenador de Carlos V en el Real Alcázar queda hoy como testigo mudo de los preparativos que se hicieron para la boda del emperador con su prima
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![El cenador de Carlos V es una de las joyas del Real Alcázar de Sevilla](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/08/11/alcazar-cenador-carlosv-RxNCdhLalsknGMHkxQadG4H-1200x840@diario_abc.jpg)
Desde Portugal vino precisamente a Sevilla la princesa Isabel de Avis con la que matrimonió el emperador Carlos en el cénit de su trayectoria política y personal en mayo de 1526. Fue en el Alcázar de Sevilla, oficiado por el legado pontificio, ... cardenal Silviati. El palacio regio en servicio más antiguo de Occidente todavía conserva el cenador de Carlos V como testigo mudo de los preparativos que se hicieron para la boda del emperador con su prima, Isabel de Portugal, de la que están a punto de cumplirse cinco siglos.
Sevilla se engalanó para recibir al césar victorioso del turco y de los franceses en Pavía como la ocasión requería. Hasta siete arcos triunfales adornados con guirnaldas de flores y ramos se distribuyeron desde la puerta de la Macarena hasta el palacio real donde tuvo lugar el enlace. Estaban situados en Santa Marina, San Marcos, Santa Catalina, San Isidoro, el Salvador y las gradas de la Catedral. En ellos se quiso resaltar la cultura humanista de Sevilla en aquella época del Renacimiento a través de representaciones iconográficas de mitos grecolatinos y motivos alegóricos del mundo clásico para ensalzar las virtudes del gobernante.
La nueva emperatriz se había alojado el 2 de marzo de 1526 en el monasterio de San Jerónimo de Buenavista, haciendo tiempo para el recibimiento de los regidores, los estamentos nobiliarios, los eclesiásticos y los mercaderes que tuvo lugar el 3 de marzo cuando hizo su entrada en litera. Rezó en la Catedral aquel sábado y se retiró a los aposentos de la torre del Aceite del Alcázar.
El emperador entró el mismo 10 de marzo a Sevilla también por la puerta de la Macarena –su hijo, Felipe II entraría en 1570 por la de Goles, que desde entonces se llamaría Puerta Real, para significar la importancia del río– con una composición perfectamente estudiada como príncipe de la paz: portaba una rama de olivo en la mano y montaba un caballo rodado (con manchas) color cielo. Entraba en Sevilla, que bien podía tomarse por una nueva Jerusalén, el ungido para derrotar al turco y a la herejía luterana.
La tercera estructura efímera estaba en San Marcos y exaltaba el carácter sacro de la monarquía encarnada en el rey Carlos: «Eres tenido entre nos / por fuerte hombre y rey prudente / Y clemencia solamente / de hombre y rey te hizo ser Dios». Carlos e Isabel entraron bajo palio como había hecho Alfonso XI y como el cardenal Segura le negó a Franco, ya en el siglo XX. La ciudad de Sevilla encargó tres palios diferentes bordados todos ellos en oro y perlas. El costo del recibimiento exigió impuestos y derramas que tenían que pagar los pecheros, los contribuyentes de la época.
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