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Cuarenta años del asesinato de Rafael Padura
Hace cuarenta años, dos terroristas del Grapo mataron a sangre fría al presidente de los empresarios sevillanos, Rafael Padura, de un solo tiro a bocajarro en su despacho de la calle Luis Montoto

Otero Luna besa a la viuda en la rotulación de la calle
El olvido añade oprobio a la ignominia. El aniversario del alevoso asesinato del presidente de la Confederación Empresarial Sevillana (CES), Rafael Padura Rodríguez, no podía pasar inadvertido para un entusiasta seguidor de esta sección, que nos puso sobre aviso de las cuatro décadas que ... se cumplieron el pasado 5 de septiembre.
Los terroristas de los Grupos de Resistencia Antifacista Primero de Octubre (Grapo) querían señalar en dicha fecha la muerte en 1981 en un tiroteo en Barcelona de Cerdán Calixto, considerado como máximo responsable de la banda armada en aquel entonces. Tres años después dejaron un rastro de sangre en venganza en Madrid, con el asesinato del director general de Urbis, Manuel Ángel de la Quintana; en La Coruña, donde hirieron de gravedad pero no mortalmente al ingeniero jefe de Radio Nacional de España Luis García Pardo; y en Sevilla.
El asesinato del presidente de la patronal en el número 140 de la calle Luis Montoto, donde Gráficas Padura tenía abierta una tienda y el taller, hizo rememorar el atentado que en mayo de 1933 acabó con la vida de Pedro Caravaca y Roger, secretario de la Federación Económica de Andalucía, tiroteado en un coche de caballos en la calle Recaredo cuando salía de la fundación Cobián.
La historia se repetía medio siglo después en la persona de Rafael Padura, un hombre joven (37 años) que había sido capaz de recomponer la asociación patronal sevillana después de la crisis que la desgarró tras tomar partido descarado en contra de las opciones de izquierda en las elecciones al Parlamento de Andalucía de 1982 con una desafortunada campaña publicitaria en la que un gusano con la hoz y el martillo salía de una manzana.
Padura había sido cofundador de la agrupación de comerciantes Aprocom en 1977, a la salida de la dictadura, y había estado en todas las juntas directivas hasta enero de 1983 en que asumió la presidencia. De ahí saltó a la CES el 6 de marzo de 1984, elegido presidente por unanimidad. En sólo cinco meses consiguió aflojar las tensiones internas con las patronales andaluza y nacional.
Había salido aquella mañana del 5 de septiembre de su casa en la avenida San Francisco Javier y le había pedido, como todos los días, el ABC al conserje del edificio, al que daba tabaco amigablemente. A las once de la mañana, dos individuos vestidos de chándal y con pelucas aparecieron por la tienda de la calle Oriente preguntando por el empresario. Los empleados les dijeron que no estaba pero sospecharon de aquellas pintas y así se lo hicieron saber cuando Padura llegó.
A la hora o así volvió a aparecer el comando. Uno de ellos encañonó a los dependientes mientras el otro se dirigió raudo al despacho de Padura, cuya puerta estaba abierta. Allí le descerrajó un solo tiro mortal de necesidad. Trasladado en una furgoneta de la empresa aparcada a la puerta, ingresó cadáver en el hospital. Al secretario de la CES, Javier Barbacid, le tocó darle la noticia a su viuda, María Luisa de Castro, que había llegado con su hijo de catorce años.
El 14 de noviembre de ese mismo año, apenas dos meses después del vil crimen, el nomenclátor acogía a Rafael Padura en una bocacalle de Sierpes en frente de donde estaba la tienda insignia de la empresa. No hubo discursos en el acto de rotulación. Sólo lágrimas y dolor.