Pedro Almodóvar: «El alboroto que hay en la vida política es inaguantable»
En 'La habitación de al lado' vuelve a mostrar su faceta más política, con un filme «a favor de la eutanasia»
El cineasta se rodea de Julianne Moore y Tilda Swinton para presentar en España 'La habitación de al lado'
Crítica de 'La habitación de al lado'

«Me he habituado a la idea de la muerte, pero eso no significa que todavía la acepte; en ese sentido soy una persona muy inmadura», exterioriza Pedro Almodóvar, 75 años, mientras habla con ABC de 'La habitación de al lado', la ... película «a favor de la eutanasia» que estrena mañana. Sentado en el Four Seasons, donde lo acompañaron sus actrices, Tilda Swinton y Julianne Moore, desplegó el manchego su vertiente más internacional, esto es: la más promocional. Se quiso alejar -y casi lo logra- de todo el ruido político que le acompaña en sus intervenciones en España y que no se escucha cuando sale fuera, ya sea para recoger el León de Oro con el que le premiaron en el Festival de Venecia o para inaugurar el de Nueva York la semana pasada, de donde se ha traído un 'jet lag' sin superar y un dolor de garganta por el que pide perdón tras cada tos.
Porque la muerte está muy viva en el que ha sido su primer largometraje en inglés. «Pero de un modo muy palpable y nada paranormal», se defiende sobre un filme donde una mujer enferma de cáncer pide ayuda a una vieja amiga -ambas de buena posición, educación burguesa, modales exquisitos- para que la acompañe en sus últimas horas antes de tomar una pastilla letal que ponga fin a su vida. Y cuenta que cuando estaba en la mesa ensayando diálogos con las dos protagonistas, en realidad había cuatro sillas: «Estaban sus dos personajes, mi propio personaje y la muerte, que era un invitado más ahí presente». Y pese a eso, o porque ha querido alejarse de «todo lo ñoño» que habita en los melodramas, 'La habitación de al lado' tiene «un final feliz». Así lo cree un cineasta que recuerda cómo las mujeres de La Mancha -que no deja de citar- le han mostrado una relación con el fin de la vida «muy rica, muy sana». «No creo en la reencarnación, pero sí en que el cuerpo fenece y el espíritu no. No lo creo porque lo he comprobado con mis propios muertos», señala, sin alterar un milímetro el tono monocorde que apenas modificará durante los cuarenta minutos de charla.
La posteridad y el fin
Así, con el fin tan presente, es imposible no preguntar cómo cree que será la huella que deje el cineasta español, que, pese a todo, es el más reconocido fuera de nuestras fronteras. «No pienso en la posteridad. Mis películas me sobrevivirán porque sobreviven a sus autores, pero en absoluto pienso en lo que va a escribir la gente sobre mí en los primeros días tras desaparecer; eso forma parte de mi no aceptación de la muerte», relata el cineasta, que si algo tiene claro es que quiere trabajar hasta el final. Y habla de «belleza» cuando narra la histórica fotografía para los amantes del cine de un John Huston casi agonizante en el rodaje de 'Dublineses (Los muertos)', donde aparece el director sentado en una silla de ruedas con un gotero y una bombona de oxígeno. «Si tengo que estar así para rodar mi última película, así quiero estar. Lo que te jubila es la falta de ideas. Yo quiero seguir rodando hasta el final y si no tengo nada que contar, seguiré haciendo películas aunque si son malas no las mostraría», confiesa, recordando a un personaje de su amigo, el escritor Paul Auster.

Porque Almodóvar es, entre otras cosas, un ávido lector. Por eso llegó a la novela de Sigrid Nunez, que ahora ha llevado a la pantalla en esta 'Habitación de al lado'. Pero a su manera; esto es, vertiendo su discurso más personal que es también, claro, el más público. «Hablo de una mujer que agoniza en un mundo agonizante», asegura, cogiendo una frase que en la película pronuncia John Turturro, que en más de una escena habla literalmente por boca de su «creador». Por eso reincide, aunque antes haya dicho que agradece que no le pregunten de actualidad: «Desarrollé la parte política más de lo que estaba en el libro y eso que en su sociedad es más patente que el neoliberalismo feroz va de mano de la ultraderecha, y ahora van a tener unas elecciones que dan mucho miedo».
No puede evitarlo, o no quiere, «alzar la voz», que es otra forma de decir que va a dar su opinión sobre la vida, la muerte, la inmigración y todo lo que haga falta: «Mi madre me enseñó a ayudar a los que llaman a tu puerta pidiendo ayuda, y ahora a los que están llamando a nuestra puerta para que les ayudemos algunos les quieren mandar a la Armada». ¿Será culpa de la prensa, que aquí le azuza más para que hable de política? «Es verdad que en España me buscáis más el titular. [...] Tenemos que bajar el tono todos. El alboroto que hay en la vida política es inaguantable para los ciudadanos, y no nos lo merecemos».
El valor de la empatía
Como en sus películas, esto es, entre comentario y comentario, Almodóvar habla de sus grandes temas, y ahí están las mujeres: «La mujer está más educada para acompañar. Al menos en La Mancha las mujeres son las que se ocupan de las madres, los padres... Pasó en mi propia familia, mis hermanas fueron las que lo hicieron. Por una cuestión de educación, de mala educación, la mujer ha ocupado socialmente el lugar de cuidadora. Si esta película fuera con dos varones sería mucho más aburrida. Igual que se puede hacer 'Hombres al borde de un ataque de nervios', pero sería menos divertida».
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